Este pasado lunes, 19 de septiembre de 2022, en la abadía de Westminster donde se celebró el funeral de Estado de Isabel II, se producía uno de los reencuentros más esperados -por parte de los españoles- e incómodos a nivel familiar: el de los reyes actuales, Felipe VI (54 años) y Letizia (50), con los eméritos, Juan Carlos I (84) y Sofía (83).
Hacía dos años que no coincidían físicamente en un acto público, desde, precisamente, otro funeral, el de la infanta Pilar. La expectación, pues, era máxima. No sería reseñable esta reunificación de la familia si no fuera porque el ex jefe del Estado español vive desde agosto de 2020 en Abu Dabi, la capital de Emiratos Árabes Unidos, tras salir a la luz sus presuntos negocios opacos en el extranjero.
Meses antes de su mudanza, de hecho, el propio Rey renunciaba a la herencia de su padre y le retiraba la asignación pública. Desde entonces, la relación personal e institucional entre padre e hijo es inexistente. Se agravó más, incluso, con la visita de Juan Carlos a España el pasado mes de mayo.
Unos días de ocio entre Sanxenxo y Madrid, que fueron calificados de "espectáculo" por parte del PSOE y que incomodó al Gobierno y también a la Corona, a cuya imagen estos asuntos afectan sobremanera.
No obstante, el deceso de Isabel II lo cambió todo. La Casa Real británica invitó oficialmente tanto a Felipe VI y Letizia como a los monarcas eméritos, Juan Carlos y Sofía. Si bien se ha publicado que desde Zarzuela se desaprobó la asistencia del ex jefe del Estado, éste finalmente dijo sí y este pasado fin de semana volaba hasta Londres.
Se pretendió en todo momento evitar la foto de los cuatro miembros reales, pero sólo se consiguió en la cena de Estado que Carlos III (73) organizó el domingo por la noche, previa al funeral. Este pasado lunes, 19 de septiembre, nada se pudo hacer: desde la organización del funeral se había decidido que los reyes actuales se sentasen en la misma bancada que Juan Carlos y Sofía. La imagen nadie la podía impedir.
Los cuatro miembros, codo con codo. El pasado y el presente, unidos, aunque sólo por unos minutos. Compartiendo ambas duplas el mismo reducido espacio de la segunda fila de la abadía. Ya que la instantánea no se podía frenar, había que pensar muy mucho la disposición de cada uno de los miembros.
Cada movimiento es importante y había que actuar en consecuencia. Ante este delicado escenario, la Corona ha 'usado' a Letizia, su valor más potente. Felipe ocupaba un lugar en el extremo, cerrando la fila, junto al altar, y a su lado se encontraba la Reina, quien tenía a su derecha a Juan Carlos y a Sofía. Dos Reyes del pasado frente a los dos del presente.
Dicho de otro modo: Letizia adoptó el papel de 'muro infranqueable' entre la monarquía actual y la pasada. Un continente humano para evitar daños mayores a la Institución. Por esa razón, se habría decidido imponer una muralla entre padre e hijo, entre presente y pasado.
Ella, Letizia, velando una vez más por el bien de la Corona española y su durabilidad. Para ello, sigue los pasos más oscuros de la emérita. Este muro, eso sí, no pudo evitar los momentos de tensión, como la mirada fulminante que le dedicó Letizia a Juan Carlos y Sofía cuando rieron de forma cómplice en pleno funeral. Un gesto censor que delataba su papel clave dentro de la Casa Real y su espíritu depurador.
También se habría evitado de este modo que padre e hijo pudieran interactuar de forma más próxima. No se debe olvidar que, con la salvedad de algún otro encuentro privado, Felipe VI y Juan Carlos I se vieron por última vez el pasado mes de mayo. Durante aquella polémica visita del emérito a Sanxenxo, padre e hijo conversaron en Zarzuela y, según Pilar Eyre (71), hubo gran tensión y reproches, y el hijo le espetó al padre: "Te hablo como Rey, no como hijo".
[La mirada fulminante de Letizia a Juan Carlos y Sofía en pleno funeral de Estado de Isabel II]
Sea como fuere, en realidad Letizia encarnó en la abadía de Westminster el papel que lleva protagonizando ocho años, desde que subió al trono en 2014: limpiar la imagen de la Corona de los desmanes y supuestos escándalos de corrupción, perpetuados en el anterior reinado, el de Juan Carlos. No sólo vela Letizia por su reinado presente, el de su marido, también por el que en un futuro pueda liderar su hija, la princesa Leonor (16).
En este punto, Letizia y la reina emérita Sofía se dan la mano: ambas mujeres, y Reinas, han soportado estoicamente las polémicas que han azotado de lleno a la monarquía española y se han visto en ocasiones en una tesitura compleja en aras de la salud de la Institución.
Sofía, además, ha encarado -en la intimidad de su hogar y desde el silencio público más sepulcral- las presuntas infidelidades de su marido. Así las cosas, ambas, por el bien de sus hijos y con el objetivo de que reinasen llegado el momento, han adoptado un papel similar sin pretenderlo: el de mujeres con un gran sentido del deber como reinas consorte, y han antepuesto los intereses de la monarquía a los suyos propios.
2020, la última imagen
Para ver una imagen de los reyes actuales y los eméritos hay que remontarse a principios de 2020. La infanta Pilar, la hermana mayor del rey Juan Carlos, falleció el día 8 de enero del citado año en su último adiós no faltó ningún miembro de la Familia Real ni la familia del Rey.
El gran funeral por el alma de Pilar tuvo lugar 20 días más tarde en El Escorial, y hasta allí se desplazaron Juan Carlos y Sofía, las infantas Elena (58) y Cristina (56), recién llegada de Moscú, e incluso a la princesa Beatriz de Holanda (84).
La despedida a la infanta Pilar fue presidida por los reyes Felipe y Letizia, quienes, como es habitual en este tipo de actos, fueron los últimos en acceder al monasterio. En su paseíllo hacia su asiento se notaba la tensión en su rostro.
Tras llegar a la altura de los eméritos, Felipe y Letizia los saludaron con dos besos prácticamente al aire -la pandemia de coronavirus ya había estallado en China y las noticias desde Italia no eran muy alentadoras-, y también dieron otros dos besos a Beatriz de Holanda.
Pese a la cercanía física con las hermanas del Rey, los monarcas no se dirigieron en ningún momento a Elena y Cristina. Al cruzar la mirada con Felipe, la primogénita de los eméritos mostró un discreto gesto de complicidad, esbozando una sonrisa. Sin embargo, el rostro de Cristina permaneció inalterado, limitándose a mirar de reojo al Rey durante unos segundos.
Cabe recordar que, a pesar de que esta es la última imagen pública del núcleo duro de la familia del rey Felipe, el día que el emérito regresó a Abu Dabi tras su paseo por Sanxenxo, tuvo lugar un almuerzo privado en el palacio de la Zarzuela del que poco se supo. Casa Real informó que Felipe, Letizia y la infanta Sofía habían comido con Juan Carlos. Destacó en la mesa la ausencia de la reina Sofía, sobre la que anunciaron que no pudo compartir platos con ellos por estar infectada de Covid-19.