Las diferencias en el seno de los Windsor no dan tregua, ni siquiera tras la muerte de Isabel II que tanto ha conmocionado a la Familia Real. Uno de los enfrentamientos más sonados que tuvo lugar en pleno duelo por el fallecimiento de la soberana estuvo protagonizo por el actual rey Carlos III (73 años) y su hijo menor, el príncipe Harry (38). El duque de Sussex tomó represalias por el trato recibido por su esposa durante la despedida de la Reina, por lo que decidió rechazar la invitación de su padre para cenar en Balmoral tras la desaparición de su abuela.
Según publican los medios británicos, Harry estaba profundamente disgustado por el desplante que su padre le había hecho a Meghan Markle (40) al prohibirle ir al castillo escocés a despedirse personalmente de la soberana en la intimidad, porque el actual Rey no lo consideraba "apropiado".
Fue el propio Carlos III quien se lo comunicó personalmente por teléfono, justificando su decisión en que tampoco iría Kate Middleton (40); sólo la familia de sangre, la más cercana estaría presente. Luego habría más momentos desagradables, como la soledad de Meghan tanto durante el traslado de los restos mortales de la Reina a Westminster, viajando sola en el coche, como después del funeral.
La negativa del Rey a que la duquesa de Sussex estuviera en Balmoral en los últimos momentos de Isabel II ese 8 de septiembre, motivó una fuerte pelea con su hijo menor, que trató en vano de convencerle. Finalmente, y a consecuencia de este enfrentamiento, Harry perdería el vuelo que le llevaba a Escocia y no llegaría a tiempo de ver a su abuela con vida, pues la noticia de su muerte se comunicó mientras él estaba aún de viaje.
"Harry estaba tan ocupado tratando de llevar a Meghan a Balmoral que perdió el vuelo. Fue un desaire masivo y salió de Balmoral lo antes posible para tomar el primer vuelo comercial de regreso a Londres", cuentan fuentes reales al periódico The Sun.
Una vez en Escocia, solo, triste y enfadado, rechazó taxativamente la invitación a cenar de su padre en Birkhall, la casa que él ocupa en la finca Balmoral. Prefirió compartir esos duros momentos con sus tíos, el príncipe Eduardo (58), su esposa, Sophie de Wessex, (57) y Andrés de York (62).
Sin embargo, no todo han sido problemas durante los doce días que duraron los actos en honor a Isabel II. El rey Carlos III tuvo un detalle con su hijo menor al permitirle lucir uniforme militar en el funeral, pese a no ser un miembro activo de la Casa Real tras su marcha a Estados Unidos. Además, le dedicó unas palabras en su primer discurso como monarca, destacando el amor que siente por él y por su esposa. Por su parte, Meghan Markle también quiso poner su granito de arena en la paz familiar extendiendo su luto al cancelar su presencia en la gala Power of Women que se celebrará el 28 de septiembre.
Los duques de Sussex, que ya se encuentran de vuelta a California, han vivido momentos de gran tensión durante su estancia en Inglaterra. Según evidencian las pruebas y testimonios, la muerte de la soberana británica no ha logrado que su familia se vuelva a unir.