La primera cena de gala de los nuevos reyes de Inglaterra ha estado plagada de recuerdos y homenajes. Han sido sutiles, pero evidentes para los expertos en detalles reales. Las joyas elegidas por Camilla (75 años), Kate Middleton (40) y Sophie de Wessex (57) tenían un significado muy especial pues con ellas homenajeaban a la recientemente fallecida Isabel II y también a Diana de Gales, que volvía a estar presente en el estilismo de su nuera gracias a la tiara, los pendientes y los brazaletes de perlas.
El martes 22 de noviembre, el palacio de Buckingham abría sus puertas para honrar al presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa (70), y a su esposa, Tshepo Motsepe (69), de visita oficial en Inglaterra. Era una ocasión muy especial para Camilla, que lucía su primera tiara como reina consorte. Había que elegirla bien y no defraudó. La esposa de Carlos III (74) lució la espectacular tiara de zafiros de su suegra, que era una de sus preferidas.
Originariamente era un collar y perteneció a la princesa Luisa de Bélgica, hija del rey Leopoldo, que acabó viéndose obligada a vender todas sus alhajas. En 1963, Isabel II compró esta pieza en una subasta e hizo que se convirtiera en la tiara actual. La quería para completar el collar y los pendientes de zafiros que su padre, Jorge VI, le había regalado para su futura boda.
El collar consta de 18 racimos de gamas, pero el monarca mandó acortarlo usando la más grande para crear un colgante para el collar. El colgante es removible y se puede usar como broche. En esta ocasión, Camilla ha prescindido de él.
La reina consorte también lucía la banda de dama de la Orden de la Jarretera, que recibió el pasado mes de junio, y la Gran Cruz de la Real Orden Victoriana. Todo sobre su vestido azul Klein de Bruce Oldfield, que había estrenado para un posado para la edición británica de la revista Vogue.
Así pues, Isabel II estuvo muy presente en la cena de gala, aunque hubo más homenajes. Sophie de Wessex también tuvo un recuerdo para ella: la tiara, el collar y los pendientes que lució eran de su suegra, con la que mantenía una relación muy especial y cuya muerte le ha afectado profundamente. La diadema de aguamarinas engastadas se vio por primera vez en 1970, cuando la madre de Carlos III se la puso en un banquete en Canadá. Nada se supo de la pieza hasta que en 1999 la condesa de Wessex la recuperara para el día de su boda con Eduardo de Inglaterra (58).
El collar también era de Isabel II y los pendientes de diamantes se cree que fueron un regalo del rey Fahd de Arabia Saudí a Isabel II. Lo que no se sabe es si estas piezas las ha heredado Sophie o son un préstamo del actual monarca, al pertenecer a la Colección Real. En cuanto al look, Sophie brilló con un vestido nuevo, en verde, firmado por Suzannah London, de escote pico y manga japonesa, y clutch metalizado de Jimmy Choo.