El estreno de Enrique y Meghan, la docuserie protagonizada por los duques de Sussex, Harry de Inglaterra (38 años) y Meghan Markle (41), se ha convertido en apenas unas horas en todo un éxito. Pese a ser dos de las personas más conocidas del mundo, eran muchos los detalles que había en torno a esta pareja que llegó a poner en jaque a la Familia Real británica.
Como se esperaba, los tres primeros capítulos del documental, que está compuesto por un total de seis episodios, ha revolucionado el panorama internacional. En ellos el matrimonio muestra su faceta más cercana, desvelando momentos y situaciones que hasta la fecha tan solo conocían sus más allegados.
El más especial de todos es cuando el príncipe Harry decidió pedir matrimonio a la actriz. Una propuesta que tuvo lugar de una forma bastante corriente y que, sin embargo, Meghan no se esperaba. Así lo aseguran ambos en el segundo episodio en el que, tras una mirada cargada de complicidad, es el hijo del rey Carlos III (74) quien narra la situación.
"Abrí una botella de champán mientras ella asaba un pollo, lo que me delató un poco", comienza explicando el príncipe. "Tú nunca bebes champán, ¿qué celebramos?'", cuenta que le dijo Meghan tras verle. Si bien intentó disimular, asegurando que la botella estaba "por aquí", la estadounidense no terminó de creérselo.
"No sabía si diría que sí, pero ya tenía a Guy (su perro) en casa, así que lo tenía como rehén, estaba cojo así que no podía huir", continúa el hijo de Diana de Gales, haciendo gala de su sentido del humor.
Finalmente, la proposición tuvo lugar en el exterior, tal y como se puede ver, en uno de los jardines, por la noche. Para crear un ambiente romántico, Harry "compró quince velitas eléctricas", colocó una manta y se arrodilló para pronunciar la gran pregunta. "Se arrodilló y yo dije, ¡SÍ! Estábamos muy contentos y emocionados y pensé, vamos a hacerlo", cuenta Meghan a continuación.
El príncipe Harry desvela también que le hubiera gustado prometerse mucho antes, pero que primero tenía que pedirle permiso a su abuela, la reina Isabel II, de ahí que el momento tuviera lugar en Reino Unido.
Pese a ser una noticia felicísima, Meghan y Harry mantuvieron su compromiso en secreto durante varias semanas, pues debían organizarlo todo para anunciar su matrimonio de manera oficial. Lo hicieron el 27 de noviembre de 2017 con un comunicado y unas fotografías que dieron la vuelta al mundo y tras las cuales pudieron festejar públicamente su amor.
Sin embargo, como desvelan en la docuserie, las celebraciones habían comenzado antes, aunque de manera secreta. Así lo narra una de las mejores amigas de Markle, que cuenta que el ahora matrimonio celebró una fiesta de disfraces en la que comunicaron a sus más allegados que estaban comprometidos.
Haciendo gala de una gran originalidad, todos ellos debían ir vestidos de animales. De entre las muchas opciones disponibles, ellos eligieron ir de pingüinos. No tanto por ser unos animales que les gustaran, sino porque los pingüinos se emparejan de por vida. Algo que también quieren para ellos.
De hecho, el duque de Sussex lo tiene muy claro y así lo confiesa durante este episodio, en el que hace una gran declaración de amor por su mujer: "Me enamoré perdidamente de ella, de pies a cabeza, porque mi corazón me dijo que era la mujer con la que pasaría el resto de mi vida. Y luego, cuando pude conocerla más, mi cabeza me dijo 'también es perfecta para el papel'. Fue como encontrar una aguja en un pajar".
Preocupación en Buckingham
El estreno de Enrique y Meghan no ha sentado tan bien en el seno de la Familia Real británica. Los Windsor se han mostrado molestos, entre otras razones, con el inicio del primer capítulo, el cual comienza con dos frases, a priori meramente informativas para el espectador: "La historia de Enrique y Meghan, contada de primera mano con documentos personales jamás mostrados" y "Miembros de la Familia Real se han negado a comentar el contenido de esta serie".
Según ha publicado HELLO!, citando a fuentes de la Casa Real, la productora nunca se puso en contacto con la familia para participar en el proyecto de Netflix. Una afirmación por la que se entiende que los Windsor no han tenido en ningún momento la oportunidad de expresarse o dar su réplica o versión a los relatos que el matrimonio Sussex ha vertido en su serie documental.