El documental Harry & Meghan es una fuente inagotable de titulares y confesiones, que están acaparando la atención de la prensa internacional. Entre las muchas cosas que ha contado en los seis capítulos, quizá la más impactante es cómo Meghan Markle (40 años) cuenta con total sinceridad el día en que pensó en suicidarse, agobiada por la presión mediática y la situación con la Familia Real, que ignoraba el problema.
El relato que hace en al cuarto episodio resulta estremecedor y, aunque el suceso era conocido porque ya lo reveló en la entrevista con Oprah Winfrey (68), se añaden nuevos datos como el testimonio de su madre, Doria (66), de algunas de sus amigas y nuevamente la reacción en primera persona del príncipe Harry (38).
Pese al revuelo que ha provocado esta docuserie de Netflix y la difícil situación que ha creado entre los duques de Sussex y la Corona británica, el éxito es innegable. El tráiler de la segunda entrega obtuvo más de tres millones de visitas en las primeras 24 horas de su lanzamiento, haciéndose con un récord Guinness. No sólo eso, el estreno registró 81 millones de horas de visualización en todo el mundo. Los datos hablan por sí solos y confirman el triunfo de la pareja.
Meghan vuelve a insistir, capítulo tras capítulo, en lo mal que lo ha pasado, en el acoso con tintes racistas que ha recibido por parte de la prensa inglesa que llegó a relacionarla con asuntos de drogas y terrorismo islámico. "Tenía la ilusión de que eso que salía en los tabloides no lo creería nadie, pero en un acto que tuvimos en Liverpool una mujer me dijo: 'No está bien las cosas que le haces a tu padre' y me di cuenta de que sí se creían esas cosas. Entonces, todo mi ser se estremeció", reflexiona mientras su marido la observa emocionado.
Estaba destrozada y todo el mundo lo notó. "Nunca la había visto así y me asusté mucho", confiesa en el documental una de sus mejores amigas. A la duquesa de Sussex no le importa volver a reconocer que consideró seriamente la idea de quitarse la vida, intentando contener las lágrimas: "Pensaba que todo se acabaría si no siguiera aquí. Y eso era lo que más miedo me daba, que lo veía muy claro".
Doria, la madre de Meghan, relata ese momento con mucho dolor: "Recuerdo que me contó que quería quitase la vida y eso me partió el corazón, porque sabía que era grave. Ser constantemente picoteada por esos buitres que llegan hasta el espíritu y oírla decir que no quiere estar aquí, eso no es fácil de escuchar para una madre. Y no podía protegerla, ni Enrique tampoco".
El príncipe entona el mea culpa, pues considera que no estuvo a la altura de las circunstancias. "Ella estaba destrozada, los dos sufríamos, pero no pensé que llegaría a ese nivel. Y cuando llegó, me sentí enfadado y avergonzado, no lo llevé demasiado bien. Lo llevé como el Enrique institucional y no como el Enrique marido y lo que se impuso fue mi papel real. Me habían entrenado para preguntarme qué va pensaría la gente. Me odio por aquello. No podía darle lo que necesitaba de mí", confiesa.
Markle quiso buscar ayuda, "pero no me dejaron, les preocupaba como quedaría la Institución". La reacción de los Windsor fue la siguiente, según relata el hijo menor de Carlos III (74): "Pensaban: '¿Por qué no lo aguanta? Todos los demás lo han aguantado, ¿por qué ella no?'. Nadie habló con los editores para decir basta. Mi padre decía: 'No puedes enfrentarte a los medios'. Yo no estaba de acuerdo".