Fiel a su estilo, y cumpliendo todas las expectativas que se han puesto sobre ella, la Princesa de Gales (41 años) ha entrado en la Abadía de Westminster acompañada de su marido, Guillermo (40) y detrás de su suegro, el rey Carlos III (74). A pesar de que la reina es Camila (75), nadie puede negar que todas las miradas estaban puestas en Kate Middleton, que siempre es un ejemplo de elegancia y saber estar. Y no ha defraudado a nadie, con un look lleno de simbolismo.
La mujer del príncipe Guillermo ha sido fiel a su diseñador británico favorito, Alexander McQueen y ha elegido un vestido confeccionado en crepé de seda color marfil con lingotes de plata y bordados en hilo con motivos de rosas, cardos, narcisos y tréboles. Estos detalles también iban bordados en el look de su hija Charlotte (7), que vestía de la misma marca, y que simbolizan las cuatro naciones que conforman el Reino Unido.
Con Gales, Escocia, Irlanda e Inglaterra bordados en el vestido para un día histórico como el de este sábado 6 de mayo, Kate llevaba por encima el Manto de la Real Orden Victoriana, realizada en seda de raso en azul, con bordados escarlata en los dobladillos y un forro de tafetán en seda blanca. La capa tiene el símbolo, bordado a mano con hilo de oro, de la estrella que la designa dama de la Gran Cruz de la Real Orden Victoriana.
Las joyas han sido un elemento muy importante en el look de la Princesa de Gales, que por supuesto, ha recurrido al increíble joyero de la Familia Real británica. Ha elegido unos pendientes de perlas y diamantes, que han querido ser un homenaje velado a su suegra, Diana de Gales, ya que le pertenecían a ella. Estas piezas, llamadas 'Herradura y Laurel' son varios cortes de diamantes en curva, con un grupo de piedras de talla marquesa en el centro de la que cuelga una sola perla plateada, símbolo de los mares del Sur, pertenecientes a la Commonwealth.
Pero también ha querido acordarse de la abuela de su marido, la reina Isabel II, y ha elegido el collar de festón de Jorge VI, una pieza que se creó en 1950 encargada por este soberano para su hija, entonces la princesa Isabel, y que como Reina de Inglaterra lo lució en numerosas ocasiones, ya que era su favorito. De hecho, lo llevó en una de sus visitas de Estado a España en 1986.
En una ceremonia de coronación solo puede haber una corona, en este caso dos, pero solo hay un Rey, así que Kate no podía lucir tiara, pero si tocado, al igual que el resto de las mujeres que han acudido a la ceremonia. Su tocado ha sido diseñado por la sombrerera Jess Collett para la marca británica Alexander McQueen. Lo gracioso de este complemento es que iba a juego con el de su hija, Charlotte. Confeccionado en lingotes de plata, cristal y bordado en hojas de acebo con hilo de plata.
La Princesa de Gales ha cumplido con su papel a la perfección. Ella simboliza la modernidad de la Corona en el Reino Unido, unido a la tradición, pero sobre todo, no ha querido eclipsar a la que hoy es la reina, Camila.