Ante los ojos públicos fue la Reina de los españoles. Pero antes que cualquier título real, Sofía de Grecia (84 años) es mujer, madre, abuela, suegra... La institución ha jugado un importante rol en su historia, pero la familia siempre ha sido su prioridad. Así lo descubre En la prosperidad y en la adversidad, el tercer capítulo de Sofía y la vida real, al que EL ESPAÑOL ha tenido acceso en primicia días antes de que se emita públicamente a través de HBO Max.
Los desplantes por parte del rey Juan Carlos (85), que comenzaron a ser evidentes hace muchos años, es el primer ejemplo de que la Reina hace cualquier cosa por preservar su vida familiar. Los periodistas y expertos reales que forman parte del documental, dirigido por David Trueba, recuerdan la vez en Santiago de Compostela en la que la Emérita quiso ayudar a su marido a subir las escaleras y él la soltaba. Además, el rifirrafe en la primera visita de Benedicto XVI a Madrid o el acto público en el que el Emérito expresó entre risas: "Ella prefiere la música y yo prefiero hablar".
La Emérita siempre se mantuvo con entereza y evitó evidenciar el malestar existente entre ella y su marido. "Ha sabido que su papel era estar al lado de él, poner buena cara y sonreír", recuerdan en el documental.
Como madre siempre intentó evitar que sus hijos vivieran su misma experiencia. Por ello, nunca se opuso a que contrajeran matrimonios con ciudadanos comunes. La reina Sofía, precisamente, no fomentó encuentros ni noviazgos a la antigua. Quería bodas por amor y, según la periodista Pilar Urbano, "era partidaria de los matrimonios con plebeyos". Aún así, la Emérita siempre ha sido una mujer conservadora.
No entendió, por ejemplo, la separación de su hija Elena (59) y Jaime de Marichalar (60). En su mentalidad siempre ha existido la "idea de matrimonio para toda la vida" y vio aquella ruptura como un "fracaso".
Cuando Felipe VI (55) le comunicó su idea de casarse con Letizia Ortiz (50), la Reina emérita, en palabras de Pilar Urbano, le expresó: "Ten en cuenta que en nuestra familia y en nuestra religión es para siempre". Juan Carlos nunca apoyó su matrimonio, pero Sofía, en cambio, quiso ayudar a la experiodista porque "comprendió que era lo que su hijo quería".
Aunque Felipe es su ojo derecho, con las infantas también ha actuado como madre abnegada las veces que lo han necesitado. Mientras el rey Juan Carlos apartaba a la infanta Cristina (58) de la vida institucional tras la polémica del caso Nóos, la Emérita reprochaba a su marido y acudía en 'auxilio' de su hija.
Cuando Cristina e Iñaki Urdangarin (55) se trasladaron a Washington para que él asumiera un cargo en Telefónica, Sofía fue a visitarlos. "Impuso su papel de madre", siguiendo una estrategia en la que daba a entender que ella por su hija y sus nietos hace lo que sea necesario. Entonces, tal y como desvelan las periodistas Ana Pardo de Vera y Pilar Urbano, "llamó a la revista ¡HOLA!, por detrás de Zarzuela, y les comunicó dónde iban a estar".
Con este chivatazo Sofía intentó transmitir que su hija, Iñaki y sus nietos no estaban solos y que la familia era lo único que importaba. Sus decisiones molestaron a Palacio, pero la Emérita prefirió perder la perspectiva institucional para convertirse en madre y abuela.
"Sofía ha intentado mantener la unión familiar y la opinión pública se lo ha premiado", recuerda el segundo capítulo del documental. Esa imagen, aseguran los expertos que forman parte del proyecto, la ha mostrado siempre como, "la víctima", "la no culpable" de cualquier crisis de la Corona.
Aquella percepción se hizo mayor cuando salió a la luz la relación que mantenía Juan Carlos I con Corinna Larsen (59) y, sobre todo, tras su escapada a Botsuana. Con este affaire se notó mucho más el distanciamiento entre los Eméritos y aunque el Rey intentó el divorcio para casarse con la alemana, su hijo se lo impidió. "Tú no puedes divorciarte", le dijo Felipe VI a su padre en el restaurante El Landó, donde el Emérito reunió a sus tres hijos para anunciarles su decisión.
Cuando Juan Carlos volvió de Botsuana tras una caída que lo obligó a pasar por quirófano, Sofía se encontraba en su Grecia natal. Después de conocer la información viajó a Madrid y acudió directamente al hospital en el que había sido intervenido su marido. Su entrada fue fugaz. Sólo estuvo 10 minutos y, ante los ojos de la prensa, no hubo ninguna visita. La Reina dio una imagen de brevedad, posó ante los medios y, una vez más, volvió a actuar como profesional.
"Mucha gente empatizó con ella, con valores como resignación, aguante, sobriedad, discreción...", recuerdan los expertos. A raíz de aquello, rememoran, "creció su índice de aceptación y popularidad", concluye el episodio.