Si el tercer capítulo mostraba a la Emérita como madre abnegada, el cuarto y último episodio de Sofía y la vida real, titulado Planes a futuro, pone en valor su imagen intachable como Reina consorte. A pesar de los escándalos de los miembros de su familia, la madre de Felipe VI (55 años) ha salido ilesa de cualquier polémica e incluso, ha alcanzado una popularidad abismal si se compara con la imagen que dio al comienzo de la monarquía de Juan Carlos I (84).
Planes a futuro, el cuarto capítulo de Sofía y la vida real, dirigido por David Trueba y al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL en primicia, expone las vidas antagónicas de la reina Sofía (84) y el rey Juan Carlos, así como la actitud ejemplar de la Emérita durante su ejercicio como consorte y ahora, como madre del soberano.
La periodista Pilar Urbano recuerda que Juan Carlos I no quería abdicar, y su mujer tampoco quería que lo hiciera, ya que en su carácter conservador un monarca no abdica. No obstante, consciente de que el Emérito ya no podría seguir al frente de la jefatura del Estado, se dio cuenta de la importancia del relevo.
Tras una operación larga, sutil y coordinada de la Casa del Rey con el jefe del Gobierno de entonces, Mariano Rajoy (68), y el que fuera secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, Juan Carlos I abdicó, oficialmente, el 18 de junio de 2014. Una decisión que la reina Sofía, tras mostrarse temerosa ante al cambio, "vivió como un alivio y como una forma de dar protagonismo a su hijo".
Un día después se produjo la jura de Felipe VI en el Congreso de los Diputados, sin la presencia de Juan Carlos, pero bajo la atenta mirada de la reina Sofía. La Emérita, de hecho, se convirtió en la protagonista inesperada de un acto que marcó un antes y después en la historia de España.
Los periodistas que forman parte del documental rememoran el rostro exultante y con una satisfacción indisimulable de la reina Sofía, mientras Felipe VI pronunciaba sus primeras palabras como soberano. El Rey, además, puso en valor el trabajo de la Emérita, a quien envió un bonito mensaje de agradecimiento. Aquello propició una larga ovación y un cariñoso y espontáneo gesto por parte de ella. Desde la distancia, su progenitora le mandó un beso.
En aquel momento, la relación entre Sofía y Juan Carlos ya estaba rota y para la Emérita lo mejor que podía pasar era que su hijo ascendiera al trono y ella mantuviera el estatus de Reina.
Ante la mirada pública, la culminación de un proyecto y una era monárquica para dar paso a una etapa de renovación concluyó con el saludo de Felipe VI en el balcón del Palacio Real, acompañado de su mujer, sus dos hijas y sus padres. Aunque no estuvo en el Congreso de los Diputados, Juan Carlos I sí se unió a este momento histórico.
En el balcón, Juan Carlos y Sofía se ubicaron en los extremos. Él, al lado de Leonor (17). Ella, junto a la benjamina de los Borbón Ortiz. En un determinado momento, Felipe VI intercambió un caluroso saludo con sus padres e inmediatamente después, la Emérita se acercó a su marido y entre risas, le dio un beso en la mejilla que la periodista Ana Pardo de Vera cataloga como un gesto "tremendamente malvado", captado por las cámaras.
Sobre el beso, la periodista Carmen Gallardo analiza lo que estaría pensando la Emérita: "Es un gracias, porque estamos salvando la Corona. Un adiós también, de que nosotros hemos estado actuando todo el tiempo y aquí se acaba todo".
Felipe VI heredó la Corona en un momento complicado en el que se buscaba una imagen intachable de la Familia Real, debido a todas las polémicas que dejaba su padre y de las que su madre, recuerdan los expertos que forman parte del documental, se ha sabido mantener al margen.
Aunque hay dudas sobre lo que Sofía podía conocer, o no, la Emérita "nunca ha sido sepultada por el descrédito del Emérito", dice el politólogo Lluís Orriols. En todo momento, Sofía "ha sabido estar en el papel que le tocaba", sin contagiarse del descrédito de la Casa Real. También ha jugado a su favor el hecho de que el pueblo empatizara con su historia. Su papel como Reina consorte, su capacidad de aislar los escándalos del Emérito y su intento por mantener la unión familiar, le han dado una gran popularidad, "incluso más que la de Felipe VI", en palabras de los expertos.