Cuando Enrique de Luxemburgo (68 años) anunció que se casaba con María Teresa Mestre Batista (67), los cimientos del Palacio Gran Ducal temblaron hasta la mismísima base. ¡Una plebeya, futura Gran Duquesa de Luxemburgo! Eso fue lo primero que pensó Josefina Carlota de Bélgica, primogénita del rey Leopoldo III de Bélgica y de Astrid de Suecia, que ostentaba el rango de Su Alteza Real.
Como esposa del Gran Duque Juan de Luxemburgo no veía con buenos ojos que su hijo se casara con alguien ajeno al Gotha y, por ello, solía llamarla despectivamente la petit cubana. Sí, se trataba de una unión morganática, pero en la sangre de los Mestre había otros ilustres linajes como los marqueses de San Felipe y Santiago o los Espinosa de los Monteros.
Nunca se llevaron bien, pero se toleraron y respetaron. Desde 1981, los Grandes Duques de Luxemburgo forman un matrimonio estable con cinco hijos -Guillermo (41), gran duque heredero; Félix (39), Luis (37), Alejandra (32) y Sebastián (31)- y seis nietos. En breve llegará el séptimo, ya que Félix y Claire de Luxemburgo (38) están esperando su tercer vástago.
En 2019, el gobierno de este diminuto país europeo encargó una investigación sobre el rol que ejerce la Familia Real y, especialmente, la duquesa consorte. El informe resultante se denominó Waringo, que puso sobre la mesa el carácter despótico y asocial de la soberana provocando un auténtico caos en la corte.
Esto tuvo como resultado que varios empleados dejaran sus puestos porque estaban trabajando con ansiedad y sufriendo maltratos psicológicos. María Teresa se defendió en una entrevista en Univisión, la cadena de televisión estadounidense de habla hispana más influyente, donde negó todos los hechos.
Lo hizo en un castellano impoluto. No en vano, los orígenes familiares de la Gran Duquesa María Teresa son españoles, concretamente, de Sitges (Barcelona). EL ESPAÑOL ha rastreado los ancestros de la aristócrata y ha descubierto que el origen más antiguo del que se tiene noticia de la rama de los Mestre que nos concierne data de principios del siglo XVII cuando un tal Arnau, de Landorthe (Toulouse), se casó en 1625 en Sant Pere de Ribes, localidad ubicada a unos tres kilómetros de Sitges. A partir de ahí, los sucesivos descendientes se fueron casando mayoritariamente con gente oriunda de Sitges.
Fue justamente José Francisco Mestre i Roig, trastatarabuelo o antepasado de quinta generación de la Gran Duquesa, quien realmente se las ingenió para cimentar la gran fortuna familiar. Nacido en 1787, al igual que otros paisanos, decidió instalarse en Cuba en busca de buenas oportunidades, ya que en aquella época España no estaba atravesando por un buen momento. Tal y como refleja el Archivo de Indias, José Antonio demandó un permiso especial para viajar hasta Santiago de Cuba en 1816 con su hermano pequeño, Juan Bautista, porque allí les esperaba su hermano mayor, Salvador, que vivía sin estrecheces económicas gracias al pequeño comercio que había fundado.
Los Mestre pudieron llevar a cabo su hazaña porque el rey Carlos III liberalizó el comercio directo entre el reino de España y las cinco islas del Caribe que estaban bajo dominio borbónico. Cuba era una isla casi virgen que no tardaron en explotar al poseer recursos naturales tan aparentemente insignificantes como el azúcar. José Antonio aprendió el oficio de tendero desde la base y poco a poco fue prosperando hasta montar otro pequeño negocio.
En 1830, cuando ya llevaba 14 años en la isla, se casó en La Habana con la tinerfeña Josefa Dionisia Domínguez y Morales. El matrimonio, lejos de conformarse con lo que tenían, arriesgó el poco capital para fundar la Sedería y Chocolatería que, sin duda, fue el germen del gran patrimonio familiar.
Como hicieron numerosos indianos o americanos -como así denominaban a aquellos sitgetanos que fueron al Caribe en busca de fortuna-, José Antonio regresó a su ciudad natal, donde mandó edificar una gran casa de varias plantas ubicada en el centro de Sitges que destacó por la carencia de una ornamentación recargada. El estilo noucentista quedó mucho mejor plasmado en otras edificaciones que se han reconvertido en restaurantes como El xalet, hoteles como el Romàntic o el Noucentista o apartamentos como la Torre del Reloj en el Cap de la Vila, donde se puede encontrar en la actualidad un piso en venta.
En la isla habían quedado algunos de sus descendientes, como los padres de la Gran Duquesa María Teresa. Su progenitor fue José Antonio Mestre y Álvarez, un avispado banquero que se inició en el negocio gracias a su padre, que era el Presidente del Consejo de Administración de la Trust Company of Cuba, uno de los bancos más importantes del momento que ayudó a dar todas las facilidades para los habitantes de diferentes zonas de la isla como Matanzas, para que se desarrollaran con rapidez.
José Antonio se casó en 1951 con María Teresa Batista-Falla, heredera de una gran fortuna ya que sus padres poseían dos bancos que fueron confiscados por la revolución cubana, una azucarera e infinidad de hectáreas de terreno.
Tras derrocar al dictador Fulgencio Batista subió al poder en 1959 Fidel Castro, líder de la revolución cubana que influyó para que los padres de la Gran Duquesa migraran a Nueva York, ciudad que no les era ajena ya que el Trust Company of Cuba había hecho tratos con otra entidad bancaria, el J. P. Morgan. Instalados en la Gran Manzana, María Teresa estudió en los colegios más elitistas del Upper East Side, centro neurálgico de la jet set neoyorquina donde había crecido Jacqueline Kennedy Onassis y que hace varios años acaparó las páginas de sucesos porque en la zona tenía su mansión el pederasta y depredador sexual Jeffrey Epstein.
Tras acabar el instituto, la joven María Teresa decidió cruzar el charco para estudiar ciencias políticas en Suiza, país que había acogido a otros ilustres personajes del siglo XX como Juan Carlos I, Faruq de Egipto o el Aga Khan IV.
La casualidad quiso que aquella atractiva morena de origen latino conociera a otro apuesto joven rubio de ojos azules a quien llamaban coloquialmente Enrique, porque los Grandes Duques de Luxemburgo deseaban la mayor privacidad para el heredero y evitar que se le acercaran personas con intereses un tanto oscuros. La pareja se enamoró y se casó en la catedral de Notre-Dame ante la atenta mirada de Grace Kelly y Rainiero III de Mónaco, los reyes Balduino y Fabiola de Bélgica o María José de Saboya, última reina consorte de Italia.
[Los últimos años de la vida del Gran Duque Juan de Luxemburgo, en imágenes]
Consciente de que sus orígenes estaban en Sitges, en 1996 María Teresa viajó hasta la localidad costera catalana junto a su esposo, entonces heredero al trono de Luxemburgo y al que finalmente accedería tras la abdicación de su padre en el año 2000, para empaparse un poco más de sus ancestros.
Visitaron la mansión de su antepasado, que ya nada tenía que ver con la original, ya que en los bajos hay varias tiendas y por dentro se ha dividido en pisos, y se reunieron con los altos cargos del ayuntamiento. Tal y como dejó constancia el diario ECO de Sitges, la futura Gran Duquesa legó a la localidad un libro escrito por su madre, María Teresa Batista de Mestre, titulado Genealogía biográfica de la familia Mestre Batista (1988) que da fe de la multitud de árboles genealógicos vinculados a Sitges y Sant Pere de Ribas. Esta joya literaria está depositada en el Arxiu Històric de Sitges.