EL 30 de enero de 1986, el día que Felipe de Borbón y Grecia cumplía la simbólica cifra de 18 años, Madrid entero era una fiesta. La Plaza de las Cortes, sobre la que se erige el imponente Congreso de los Diputados, se engalanó con banderas de España para celebrar tan magno acontecimiento: el juramento de la Constitución por Su Alteza Real el Príncipe Heredero de la Corona.
A las puertas del Palacio, un batallón compuesto por tres compañías: el ejército de Tierra, Armada y Aire. Aquella gélida mañana de invierno, se abrió la puerta de bronce, que sólo es usada en las grandes ocasiones, como cuando se espera la visita del Rey.
Del Rolls-Royce bajó, algo tímido y solo -sus hermanas iban en un coche y sus padres, en otro-, el príncipe Felipe. Allí lo esperaban el entonces presidente de Gobierno, Felipe González (81), y el jefe del Estado Mayor de la Defensa. Para esta ocasión, el rey Juan Carlos (85) y su hijo, el protagonista del día, lucían chaqué oscuro y no uniforme militar al tratarse de una ceremonia exclusivamente civil.
Por su parte, la reina Sofía (84) y sus dos hijas, las infantas Elena (59) y Cristina (58), lucían traje largo. Así lo marcaba el protocolo. La reina Sofía eligió un diseño en color azul marino al que le añadió una preciosa chaqueta de ante en un tono más oscuro. En relación con las joyas, una gargantilla de brillantes y zafiros a juego con unos increíbles pendientes que en noviembre del año pasado, en el acto celebrado por el 175º aniversario de la Fundación del Círculo de Barcelona, los lució la reina Letizia (51). Semanas antes, durante su viaje de Estado a Alemania con Felipe VI, también se convirtieron en su joya infalible.
La infanta Elena eligió un diseño en rosa bebé, de manga larga con un pequeño resalte en la hombrera. La originalidad del diseño residía en el fajín fucsia al que le añadió un broche de diamantes. En el plano joyas lució pendientes largos con una perla en lágrima y una gargantilla de brillantes.
Su hermana pequeña, la infanta Cristina, quiso vestir el color que más representa a nuestro país: el rojo. El vestido era de manga larga, con escote en uve, destellos dorados en el cuerpo, y sobre su piel resaltaba el precioso collar de perlas que seleccionó para esta especial ocasión, el juramento de la Constitución de su hermano al que desde aquel día ya veían más cerca del trono.
Don Juan de Borbón, conde de Barcelona, ocupó un lugar destacado en aquella bonita ceremonia. Por sus presuntos negocios opacos en el extranjero, el rey Juan Carlos reside en Abu Dabi desde hace más de tres años y por marcar distancia entre la monarquía pasada -la del emérito- y la futura -la de Leonor-, el padre de Felipe VI se perderá la ceremonia en la que su nieta, la heredera, jure la Constitución ante las Cortes Generales. Sí estará en la celebración privada que tendrá lugar después en el Palacio de El Pardo.
Gregorio Peces-Barba, en calidad de presidente del Congreso, fue el encargado de dirigirse, previa solicitud a sus Señorías de ponerse en pie, a un entonces joven Felipe de Borbón: "Señor, las Cortes Generales están reunidas para recibir de Vuestra Alteza, como Príncipe Heredero de la Corona de España, el juramento que venía a prestar con arreglo a la Constitución".
"Juro desempeñar fielmente mis funciones, guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes, respetar los derechos de los ciudadanos y de las comunidades autónomas y mantener fidelidad al Rey", fueron las palabras de Felipe al formular el juramento, tal y como dispone el artículo 68 de la Constitución. De fondo, la imagen de su madre, la Reina, orgullosa. Y su padre, el soberano, que le devolvía el saludo en forma de cabezada en señal de respeto mutuo al ser interpelado al final del artículo de la Constitución.
37 años y nueve meses después de aquella emotiva jornada, ahora es su hija, la princesa de Asturias, Leonor de Borbón, quien el próximo martes, día 31 de octubre, jure la Constitución. Lo hará, como su padre, coincidiendo con su mayoría de edad. También recibirá la heredera de parte del Gobierno el Collar de la Orden de Carlos III.
Casi cuatro décadas después de ese momento, España no es la misma; la monarquía, tampoco. Ahora, una mujer, Francina Armengol (52), como presidenta del Congreso, dirigirá y ordenará la sesión que consolidará la sucesión al trono a otra mujer, la futura reina de todos los españoles.