Desde el 18 de junio de 2014, cuando se hizo ofical su abdicación, Juan Carlos I (84 años) dejó de ser el Rey de España. No obstante, el fin de su reinado comenzó una década antes: el día que conocío a su amiga entrañable Corinna Larsen. Un cara a cara que marcó un antes y después en la monarquía española y del que se cumplirán 20 años el próximo febrero.
La finca 'La Garganta', ubicada en Ciudad Real, fue el escenario de su primer encuentro. Hasta allí se desplazaron Corinna y el Emérito, como invitados a una cacería de ciervos y jabalíes.
Entre platos de venado y codornices, ambos repararon en el otro. Mientras que Juan Carlos se quedó prendado de la empresaria, ella demostró no amedrentarse ante la presencia del entonces Rey de España cuando le pidió permiso para irse a descansar. "Supuestamente no debes retirarte hasta que el jefe de Estado se haya ido, pero recuerda que yo crecí en este tipo de ambientes. Nunca sentí esta necesidad de ser totalmente sumisa ante los demás", rememoró la alemana en el primer episodio de su podcast, Corinna y el Rey, que salió a la luz en noviembre de 2022.
En su primer contacto, Corinna Larsen se llevó la mejor de las impresiones de Juan Carlos. "Era muy acogedor y amable, muy abierto", aseguró ella misma en aquel podcast.
Después de su primer encuentro en el coto de caza más grande de toda Europa y propiedad del duque de Westminster, Hugh Grosvenor, el Emérito comenzó a manifestar su interés por la alemana. Juan Carlos empezó a llamarla a su oficina, primero para consultas de trabajo, pero con el paso del tiempo para tener conversaciones más ligeras en las que se contaban su día a día y sus planes más próximos.
El Emérito quiso llevar aquello con total anonimato, así que recurrió a un seudónimo haciendo un acrónimo de Su Majestad el Rey. Cuando Corinna no estaba, Juan Carlos le dejaba un mensaje indicando que quería contactarle el señor Sumer. No obstante, su voz es muy característica y los asistentes de la empresaria sabían de quién se trataba. "Él era muy divertido y bastante persistente, de una manera graciosa. Es conocido por ser uno de los mayores seductores en el mundo de la realeza", expresó la alemana en el podcast.
Lo de Corinna y el Rey emérito fue a más. Aquellas charlas se hicieron costumbre. Hubo un sinfín de cartas y flores por parte de Juan Carlos. También encuentros en La Casita -el lugar secreto que acogía sus citas dentro de los jardines de La Zarzuela- e incalculables intentos por iniciar una "relación romántica", según contó la empresaria. En alguna ocasión el ex Jefe de Estado hasta se atrevió a pedirle matrimonio con anillo incluído.
Los encuentros entre Corinna y el Rey también traspasaron fronteras. Aunque pusieron fin a su relación en 2009 por un supuesto romance del exmonarca con otra mujer, Sol Bacharach, en 2012 Juan Carlos viajó con la alemana a Botsuana, sin imaginar que aquello desencadenaría una serie de sucesos que dos años más tarde lo llevó a abdicar en Felipe VI (55). En la travesía también estuvo el hijo de ella, Alexander Kyril zu Sayn-Wittgenstein, pues en principio se trataba de un regalo que el anterior soberano le hacía al niño.
Corinna y el exmonarca ya habían terminado su relación sentimental, pero la alemana accedió a hacer el viaje. Como el Emérito seguía enamorado perdidamente de ella, desde el Centro Nacional de Inteligencia así como del núcleo duro del propio Juan Carlos, le pidieron, "por la estabilidad de la Corona y por la de España" que complaciera los deseos del Rey y que respondiera a sus llamadas y todas sus peticiones, según relató en su podcast.
En Botsuana todo parecía desarrollarse con aparente normalidad hasta que en la madrugada del 13 de abril de 2012, Juan Carlos I, con 74 años, se tropezó y fracturó la cadera. Aquello abrió la caja de Pandora y tuvo consecuencias sin precedentes. Hubo temor por la salud del Emérito. Pero también por su reputación. Ambas cosas deterioraron su reinado.
Tras la caída, había que trasladar al Emérito a España en medio de un sinfín de interrogantes. Se optó por explicar el incidente ante la opinión pública, sin entrar en detalles y solo después de que la intervención se llevó a cabo con éxito. El doctor Ángel Villamor realizó la operación. Esa noche todos los medios se hicieron eco de la noticia.
Las explicaciones sobre el incidente no fueron suficientes y la atención se trasladó a la figura del propio Juan Carlos, dejando a un lado la lesión. A los cuatro días, con la cadera apoyada sobre la muleta, el Emérito pronunció ante las cámaras: "Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a suceder".
Cuando se rompió la cadera también estalló lo referente a su relación con Corinna Larsen. Todos querían saber quién le acompañaba en Botsuana. Aquello, aunado a una serie de sucesos directamente relacionados con los miembros de la Casa Real, como el caso Nóos, hizo que la imagen de la monarquía se resquebrajara, cayendo a mínimos de popularidad históricos.
Fueron meses convulsos para Juan Carlos I. En cuestión de un año y medió pasó por quirófano hasta cinco veces, su agenda comenzó a mermar considerablemente y fueron pocos los compromisos institucionales que pudo cumplir. La Pascua Militar de 2014 fue su último gran acto público. El monarca se atropelló con su propia lengua. Tuvo dificultades para leer su discurso y su estado de salud volvió a copar el foco. Desde la Corona se trató de dar una imagen de fortaleza, pero no cesaron las dudas. El Emérito no estaba en facultades y finalmente, el 2 de junio de 2014, la Casa Real hizo pública su abdicación.
65 millones de euros
Juan Carlos tenía un obsesión enfermiza con Corinna. En verano de 2012, dos meses después de su caída en Botsuana, se cerró un acuerdo secreto que marcaría un antes y un después en el devenir sus historia de amor y desamor. Dante Canónica, abogado y responsable de manejar las fianzas del Emérito llamó a la alamena para pedirle una reunión personal en Suiza.
Él le habló de "un regalo" de parte del Rey, que cada día se veía a sí mismo más envejecido y no paraba de hablar, en el ámbito privado, de su herencia y su legado. Se trataba de un "donativo" de 65 millones de euros que se transfirieron desde una cuenta suiza que pertenecía a una fundación en Panamá.
"Dante me mostró el documento de donación y le pregunté de dónde venía ese dinero. Su respuesta fue que esto llevaba mucho tiempo preparado, que no había ninguna condición, que era un regalo sin compromiso por todo lo injusto que había pasado conmigo. Los documentos estaban firmados por Juan Carlos. Lo acepté", declaró Corinna en su podcast. "Nunca salí con él por dinero, nunca pagó nuestros gastos. Fui una mujer de éxito por méritos propios", apuntó Larsen en su podcast.
Aquella cifra millonaria fue reclamada por Juan Carlos tiempo después. Sin embargo, Corinna nunca aceptó las supuestas presiones del Emérito y llegó a decir que era víctima de acoso, desencadenando una guerra judicial en Inglaterra. Finalmente, la demanda se archivó el pasado 6 de octubre, cuando El Tribunal Superior de Inglaterra y Gales concluyó que el ex Jefe de Estado no podía ser juzgado en Reino Unido por la demanda por presunto acoso .