Este 2024 ha llegado cargado de malas noticias para la Familia Real británica. Si 2023 fue el gran año para Carlos III (75 años) tras convertirse en monarca y vivir una emocionante coronación, estas últimas semanas estarán marcadas para siempre en su vida.
Este lunes, 5 de febrero, el palacio de Buckingham emitía un comunicado en el que anunciaban que el monarca padecía cáncer y, por tanto, cancelaba toda su agenda para someterse al tratamiento. Una enfermedad que nada tiene que ver con la cirugía a la que se sometió hace una semana y por la que estuvo ingresado hasta el pasado lunes, 29 de enero.
Con el Rey ausente, será la reina Camila (76) quien se haga cargo de las obligaciones de su marido y quien tendrá un papel fundamental. No estará sola durante este tiempo. Contará con el apoyo del príncipe Guillermo (41), quien después de cancelar su agenda para estar cerca de la princesa Kate (42), ha vuelto a retomar sus obligaciones.
Es un hecho que su relación es cercana y que comparten mucho tiempo juntos, pero no siempre fue así. Ahora están condenados a entenderse y limar aquellas rencillas del pasado que durante años les tuvieron distanciados.
Su enemistad comenzó en 1992, cuando se hizo pública la relación que el entonces príncipe de Gales mantenía con una desconocida Camila. Todo a espaldas de su matrimonio con la princesa Diana. Después llegaría la separación, el divorcio y la trágica pérdida de Lady Di en el fatal accidente de coche en París en 1997.
Tanto Guillermo como Harry (39) culparon durante años a Camila de todo lo malo que había ocurrido en su familia y que comenzó con el affaire. Precisamente, en la última temporada de The Crown es uno de los temas que más parte del relato ocupa y dónde explican como se sentía el primogénito del monarca, que incluso llegó a alejarse de su padre.
Sin embargo, con el paso del tiempo Carlos dejó claro que Camila no solo era un affaire y que quería que se convirtiese en una más de la familia. No fue una tarea fácil, ya que la ahora reina consorte tuvo que ganarse primero la confianza de Isabel II para poder continuar con el resto de los miembros. La difunta monarca fue aprobando y normalizando su presencia de una manera casi natural, hasta que autorizó la discreta boda civil que les uniría en matrimonio.
A partir de ese momento, Camila comenzó a contar con su agenda real propia y acudir a causas benéficas, pero evitando eclipsar a Carlos y quedando siempre en un segundo lugar. Poco a poco, los hijos de su ya marido fueron aceptando su papel, aunque sin mostrarse nunca del todo cercanos con ella.
De puertas para fuera, ambos intentaban demostrar que la relación era buena, pero esa distancia continuaba existiendo. En una entrevista de 2005, Harry afirmó que era "una mujer maravillosa" y que había hecho "muy feliz" a su padre. Incluso llegó a subrayar que "Guillermo y yo la queremos con locura".
Sin embargo, la postura de los dos hijos ha sido muy diferente. Mientras que el príncipe de Gales, por su rol dentro de la línea de sucesión, ha sido más cercano a su madrastra; el duque de Sussex ha manifestado más esa barrera que todavía existe entre ellos. De hecho, ella fue el gran apoyo de Guillermo en la salida de Harry de la Familia Real y el Megxit.
Tras el fallecimiento de Isabel II y el ascenso al trono de Carlos III, las cosas cambiaron drásticamente en la familia. Camila se convirtió en reina consorte y pasó a ocupar un papel fundamental en la agenda de la institución. Gracias a este detalle, la relación entre el primogénito y la esposa del Rey ha mejorado en el último año y medio.
Ahora las cosas vuelven a cambiar. Tras la noticia del cáncer del monarca británico, serán ellos dos quienes se hagan cargo del devenir de la institución. El escrito real deja claro que el hijo de Isabel II va a seguir haciéndose cargo de las labores de Estado, pero no de la agenda, por consejo médico.
Son dos polos que, aunque durante años han mantenido una postura distante, están condenados a entenderse y, por el bien de la Casa Real, tendrán que desempeñar su rol más unidos que nunca.