La vida de los cuatro hijos de la fallecida Isabel II ha sido objeto de titulares desde su nacimiento. Además del papel que han desempeñado durante todos estos años como miembros activos de la realeza, sus vidas han estado siempre ligadas a la polémica, los focos y la atención.
Sin embargo, el pequeño de los hijos de la reina es el único que ha mantenido un discreto segundo plano desde el día de su nacimiento. Todo ello por un único motivo: sabía el papel que desempeñaba y que quedaba lejos del trono.
El príncipe Eduardo de Wessex cumple 60 años este domingo 10 de marzo de 2024, convertido en una pieza fundamental del puzzle de los Windsor por el momento crítico que vive su familia y que le ha colocado al frente de la agenda real.
Su nombre ha estado siempre alejado de todas las polémicas y sólo ha protagonizado algún que otro rumor que terminó siendo falso. De hecho, es considerado como uno de los miembros más respetados y queridos de la Familia Real. Este va a ser un cumpleaños diferente para él.
El pasado año vivió uno de los momentos más felices de su vida, cuando su hermano, el rey Carlos III (75) decidió otorgarle el título de duque de Edimburgo para sorpresa de todo el mundo. Anteriormente, era su padre quien había sido nombrado como tal y quien quería que fuese su hijo pequeño quien lo recibiese tras su fallecimiento. Aunque jamás lo dijo, Eduardo era el ojito derecho de su padre y su gran orgullo.
Desde aquel momento del que se cumple ahora un año, Eduardo de Wessex, actual duque de Edimburgo, ha visto incrementado el número de compromisos reales en los que ha tenido que formar parte. El paso al frente definitivo lo ha tenido que dar ahora, a sus 60 años, para suplir las bajas de los miembros más destacados de la familia Windsor.
A pesar de que siempre ha querido evitar el protagonismo, este rol que le ha sido encomendado le ha colocado en un nuevo lugar más público y que él ha aceptado con gusto. Pero no todo ha sido bueno. Apenas unas semanas después de dar comienzo a esta andadura, pidió unos días de descanso. Un parón que fue muy criticado en Reino Unido y que no fue visto con buenos ojos teniendo en cuenta la situación en la que se encuentra la monarquía del país.
En lo personal, Eduardo de Wessex ha llevado una vida tranquila y muy ligada a su familia. Es el único de los cuatro hermanos que no se ha divorciado. Fue en 1987 cuando conoció a la que años después se convertiría en su esposa, Sophie Rhys-Jones (59). Pero no fue entonces cuando comenzarían una relación. El destino y un acto benéfico les volvió a unir en 1993. Tras seis años de noviazgo, finalmente, pasarían por el altar en 1999. De este inquebrantable matrimonio nacieron Luisa (20) y Jacobo Mountbatten (16). Su primogénita llegó al mundo tras un parto muy complicado, en el que madre e hija estuvieron al borde de la muerte. De hecho, nació con problemas de visión.
Su boda es la prueba de la discreción que les caracteriza. Los enlaces reales suelen ser acontecimientos que generan miles de impresiones a nivel mundial y que interesan a todo tipo de público. Aunque se casaron en la capilla de San Jorge del Castillo de Windsor, rechazaron la pomposidad habitual y quisieron que fuese una ceremonia sencilla. Aún así, más de 200 millones de espectadores de todo el mundo siguieron su unión. Sophie de Wessex se convirtió durante años en uno de los apoyos de mayor confianza de la monarca, aunque no siempre fue así por los complicados comienzos que protagonizaron.
Lo cierto es que Eduardo de Wessex ha seguido un camino muy diferente al del resto de los Windsor. Aunque se unió a la Marina, terminó abandonando el ejército tres años después ya que no era el camino que quería seguir. Al menor de los hijos de Isabel II siempre le gustó el mundo del espectáculo y la interpretación. Llegó incluso a trabajar con Andrew Lloyd Webber como asistente de producción. También probó suerte como autónomo y fundó una productora de televisión tras dejar el teatro, sin éxito, ya que esta cerraría nueve años después de su creación.