El 9 de abril de 2005, Carlos III (75 años) y Camila (76) se convirtieron en marido y mujer después de tres décadas de relación interrumpida, criticada y siempre en foco de la polémica. De aquel momento ahora han pasado 19 años. Muchas cosas han cambiado desde entonces: ahora son reyes y están inmersos en uno de los momentos más complicados de su vida tras el diagnóstico de cáncer del monarca

Su historia de amor no ha sido un cuento de hadas. De hecho, durante años han sido juzgados tanto a nivel local como internacional. Sin embargo, se han hecho fuertes juntos y han conseguido superar todos los obstáculos que la vida les ha puesto por el camino. Ahora están más unidos que nunca y juntos luchan contra la enfermedad del monarca que le tiene de baja desde hace ya dos meses y medio.  

No está previsto ningún acto en la agenda de Carlos y Camila, tal y como se refleja en la web oficial de la Casa Real británica. De hecho, no se ha visto públicamente a ninguno de ellos desde la misa de Pascua del pasado 31 de marzo

[Carlos III reaparece junto a Camila en la misa de Pascua, su primer acto público desde que le diagnosticaron cáncer]

Carlos III y Camila el día de su boda, el 9 de abril de 2005. Gtres

Después de muchos años en los que la reina consorte ha sido juzgada y criticada por cada que ha dado, por fin se ha ganado el cariño y respeto de la población británica. Su empeño y trabajo le ha hecho pasar de ser la villana a convertirse en una pieza fundamental de los Windsor. De hecho, ha sido ella quien se ha hecho cargo de la agenda oficial de su marido siempre que ha podido. 

Hay que remontarse a la década de los 70 para entender su historia de amor. Se conocieron por una amiga en común y Carlos se enamoró desde un principio de ella. Sin embargo, Camila se mostró más reticente a sentir algo por el heredero al trono británico: no estaba segura de si quería esa vida real junto a él. Tampoco sabían si ella iba a ser aceptada en los Windsor. 

Finalmente, llegó la ruptura. El siguiente paso que dio Camila no gustó al príncipe: se casó con Andrew Parker Bowles (84), con quien tuvo dos hijos. A partir de ese momento, tanto él como los Windsor se volcaron en la búsqueda de la nueva princesa de Gales. Y apareció Diana, una joven de 19 años que cumplía los requisitos de la realeza y que se amoldó rápidamente a la vida en palacio. 

Carlos y Camila en la misa de Pascua. Gtres

En 1981 contrajeron matrimonio y la Casa Real consiguió vender la idea de la romántica historia de amor típica de las películas de Disney con príncipes y princesas. Pero su matrimonio nada tuvo que ver con esto. Su relación estaba rota desde el principio: no había amor y su unión sólo se debía al interés de la familia por tener descendientes. 

El bombazo llegaría años después, cuando Diana de Gales, popularmente conocida como lady Di, relató públicamente y ante miles de espectadores lo que había sido un secreto a voces: en su matrimonio eran tres personas. Un episodio doloroso tanto para ella como para sus hijos, Guillermo (41) y Harry (39), que siendo sólo unos niños tuvieron que hacer frente a la guerra abierta entre sus progenitores

Reino Unido, el mundo y la Casa Real se pusieron de parte de Diana, mientras que ellos hicieron frente a una oleada de críticas y de pérdida de reputación. Todo empeoró tras la muerte de la princesa en un accidente en París, a pesar de que ya estaban divorciados de manera oficial. Su historia de amor pasó a ser completamente privada y muy criticada. De hecho, no contaban ni con el beneplácito de la reina Isabel II, así que sólo les quedó volver a esconderse de los focos y pasar a estar en un discreto segundo plano. 

Carlos y Camila junto a Guillermo y Harry el día de su boda. Gtres

A pesar del rechazo por parte de la Casa Real, el heredero al trono no podía contar con una reputación tan mala y tener esa imagen a nivel mundial. Poco a poco, fueron organizando un plan de relaciones públicas para mejorar la situación en la que se encontraban ambos. Así fueron los tiempos: en 1999, se publicó la primera imagen de la pareja en una fiesta que demostraba que ya no se escondían; en el año 2000, Isabel II aceptó la asistencia de Camila al cumpleaños de Constantino de Grecia; en 2001, el príncipe Guillermo apareció públicamente junto a su madrastra; en 2002, acudió al funeral de la Reina Madre; en 2003, se mudó a Clarence House junto a su pareja; y en 2005, se casaron tras la autorización de la reina. 

Se trató de una celebración privada y que no contó con la presencia de la monarca. Sí que acudieron los hijos del heredero al trono como testigos, lo que convenció al mundo de que hasta ellos habían aceptado a Camila como pareja de su padre. Aunque años después se ha sabido que le pidieron a Carlos que no se casase con ella, pero finalmente aceptaron porque entendían que ese paso iba a hacerle muy feliz. 

Camila se ha mostrado siempre como un apoyo de Carlos: siempre a su lado, evita eclipsarle y no se le conoce ninguna polémica desde su enlace. Se ha convertido en una pieza fundamental para los Windsor y, por supuesto, para el monarca. Su historia no ha sido fácil, pero han demostrado con sus actos que es un amor verdadero y que nada ni nadie puede con ellos.