11 meses de reinado. Ese es el tiempo que estuvo el rey Eduardo VIII en el trono británico antes de anunciar su abdicación de manera inesperada. Le sustituiría su hermano, el rey Jorge VI, padre de la reina Isabel II. Una decisión tomada después de que su pueblo se negase a aceptar su matrimonio con Wallis Simpson, una celebridad estadounidense que ya se había divorciado en dos ocasiones.
El monarca sabía que nunca la aceptarían como reina, motivo por el que decidió renunciar a todo por su pareja y trasladarse al exilio. Así acabaría un reinado de apenas 325 días y comenzaría su vida lejos de la Corona, pero junto a la mujer a la que amaba.
Ahora está relación vuelve a convertirse en noticia después de que hayan salido a la luz las memorias del que durante años fue el confidente y la mano derecha de la pareja: Alan Fisher, su mayordomo.
En vida cumplió su promesa y jamás reveló ninguno de los secretos de los que tenía constancia o exponer situaciones privadas. Sin embargo, no pudo reprimir la tentación de escribir en un diario todas sus opiniones y recuerdos de su etapa como trabajador de Eduardo VIII. Unas páginas que nunca vieron la luz, pero que ahora sus herederos han subastado al mejor postor. Se han vendido por 6.650 euros y, por tanto, todos los secretos que calló durante años ahora se han hecho públicos.
Durante un tiempo fue considerado como el mejor mayordomo del mundo y también sirvió a otros royals como el rey Carlos III (75 años) e incluso a Ralph Lauren. A su vez, la mujer del mayordomo también trabajaba como doncella de Wallis Simpson.
"La duquesa me enseñó todo lo que sé y por partida doble. Tenía un gusto impecable e impecable era también el modo en que vestía y cómo vivía su vida", escribió en las páginas iniciales. Una primera frase que parece mostrar admiración hacia ella, pero que nada tiene que ver con lo que llega más adelante.
A partir de entonces, Alan Fisher defiende que la estadounidense no amaba a Eduardo VIII, pese a la romántica abdicación del que un día fuese monarca. Explica que "tiranizó" a su marido, sabía "lo débil que era" y pensaba que si hubiera demostrado ser "un hombre más dominante" ella se habría convertido en reina.
Al mismo tiempo, el mayordomo asegura que de haberse convertido en "reina consorte" habría sido una "reina dictadora". La califica como una persona "despiadada" por naturaleza y que se creía con poder suficiente para dominar a todo aquel que le rodeaba. Incluso él fue víctima de estas actitudes: "Me dije a mí mismo que no podía permitir que dominara mi vida".
Tal era este control que incluso le obligó a cortarse el pelo y desde su primer contacto se sintió "muy inseguro y extremadamente nervioso". "Pude escuchar el sonido de sus altos tacones sobre el frío mármol, descendiendo lentamente hacia mí. El corazón me salía por la boca (...) Y su voz agradeciendo mi decisión de unirme a su personal y prometiéndome que sería feliz con ellos. Esto era en 1954, y ella estaba en la cresta de la ola, vestida siempre de la manera más atractiva", explica en las hojas que ahora han salido a subasta.
Su marido también sería víctima de su propia mujer. "Seguiría castigando y erosionando la sumisa personalidad de Eduardo VIII con su indiferencia hasta el final de sus días", subraya. Además, explica cómo ella seguía con su vida pública a pesar del cáncer que estaba atravesando. "Ella siguió dando fiestas por todo lo alto. Incluso tres días antes de su muerte tuvo a doce invitados y estrenó vestido como si nada. ¿Qué podía pensar él? ¿Llegó acaso a enterarse? No lo sé", resume.
Wallis Simpson moriría en 1986 a los 90 años y su funeral se celebró en la Capilla de San Jorge en el castillo de Windsor. La mujer que cambió el rumbo de la monarquía británica sería enterrado junto a su marido en el panteón familiar. A pesar de que lo tuvo todo en la vida, hubo algo que no conseguiría ni después de su fallecimiento: que fuese nombrada como Alteza Real.