Empieza la cuenta atrás para que Irene Urdangarin (19 años), la hija menor de la infanta Cristina (59) e Iñaki Urdangarin (56), comience su nueva vida. Será en los próximos días cuando la joven royal viaje a Reino Unido para arrancar con sus estudios universitarios de Organización de Eventos en la prestigiosa University College London, uno de los centros privados más exclusivos del mundo.
Atrás queda un año sabático en el que la sobrina del rey Felipe VI (56) dejaba Ginebra y la residencia familiar en la que vivía junto a su madre para instalarse en el Palacio de la Zarzuela con su abuela, la reina Sofía (85). En este tiempo, además, Irene se ha sacado el carné de conducir -aunque no está del todo claro si finalmente ha llegado a aprobar el examen práctico-, ha realizado un voluntariado de cuatro meses en Camboya con la ONG del padre Kike Figaredo y, quizás lo más relevante para ella, se ha enamorado por primera vez.
El otoño pasado, Irene Urdangarin daba un paso más en su amistad con Juan Urquijo y Moreno, hermano de Teresa Urquijo, cuñado del alcalde de Madrid, para comenzar una discreta relación que a día de hoy está más que consolidada. A punto de celebrar su primer aniversario, en el que han superado obstáculos como la distancia o la presión mediática, la pareja volverá a separarse cuando la joven se mude a Londres para empezar esta nueva e ilusionante etapa en la que tiene claro que va a hacer lo posible por compaginar su noviazgo con sus estudios.
Pero mientras no llega el momento, la nieta del rey Juan Carlos (86) apura sus últimos días en Madrid haciendo diferentes planes no sólo con su novio, sino también con su madre. En esta ocasión, ha visitado junto a la infanta Cristina el atelier de diseñador Lorenzo Caprile, su creativo favorito, en plena Milla de Oro de la capital.
Intentando pasar desapercibidas, ambas llegaban por separado al lugar para recoger los diseños que lucirían en la boda de Victoria López-Quesada (27) y Enrique Moreno de la Cova que se celebró este sábado en la capital y a la que Irene acudió acompañada por su hermano, Juan Urdangarin, en lugar de por su novio.
Mientras la infanta Cristina lució un look casual y cómodo con pantalón blanco y camisa estampada en tonos marrones y blancos, su hija destacó por su sencillez al llevar un estilismo juvenil de lo más veraniego compuesto por un vestido midi en color negro, de tirantes finos y escote en uve acompañado por un cinturón marrón a la cintura para marcar su silueta, sandalias planas negras y bolso de mano con sus iniciales, IU, bordadas en rojo.
Derrochando risas y complicidad, Irene abandonaba con su madre el atelier sin hacer declaraciones a la prensa sobre su inminente marcha a Reino Unido ni sobre su relación con Juan Urquijo, dejando en el aire cómo compaginará su historia de amor con sus estudios.
La infanta Cristina, por su parte, se limitaba a lucir su mejor sonrisa ante la pregunta de si se plantea mudarse de Ginebra a Madrid ahora que sus hijos Juan y Miguel han decidido instalarse en Zarzuela junto a su abuela Sofía.
Poco después, era el chófer de la hermana de Felipe VI el encargado de recoger los vestidos de madre e hija en el taller de Caprile, evitando así a las cámaras antes del último gran acontecimiento de Irene antes de marcharse a Londres y decir adiós a un año sabático tan intenso como especial.