La familia real británica ha vivido este 2024 uno de los años más difíciles en lo que respecta a lo personal. De hecho, muchos ya lo han considerado como el Annus horribilis del corto reinado de Carlos III (75 años). Su diagnóstico de cáncer hizo temblar los cimientos de los Windsor, viéndose obligados a reorganizar las agendas y dar un papel más destacado a miembros que hasta ese momento habían permanecido en un segundo plano.
Parece que poco a poco la familia se va recuperando de los meses negros en los que la salud tanto del monarca como de Kate Middleton (42), también diagnosticada de cáncer, fueron la única preocupación de los medios de comunicación.
Una de las decisiones más criticadas fue la tomada por el príncipe Guillermo (42), que anuló su agenda para estar junto a su familia. Aunque los británicos entendían que tenía que estar junto a ellos, también afirmaban que era el momento de dar un paso al frente y mostrar que estaba preparado para ser sustituir a su padre como monarca.
La realidad es que el príncipe de Gales cada vez tenía menos actos oficiales en su agenda y cedía el testigo de las citas importantes a otros familiares cercanos. Sus últimas declaraciones han vuelto a ponerle en el punto de mira de la crítica. En un acto celebrado el pasado jueves, 3 de octubre, el primogénito del monarca aseguró que no había podido acudir a los Juegos Olímpicos de París por un motivo de peso.
La posibilidad de contagiarse de Covid le obligó a quedarse en su casa y continuar junto a su mujer y tres hijos. "Tenía muchas ganas de ir, pero debo decir que después de leer una entrevista decidí que, como mi esposa obviamente estaba recibiendo quimioterapia, no quería correr el riesgo de llevar el covid a casa".
Una decisión aplaudida y también muy criticada. Medios británicos señalan la incoherencia de lo que incluso han llegado a considerar como una mentira. Solo hace falta mirar la hemeroteca para comprobar la cantidad de eventos a los que ha acudido el heredero al trono fuera de agenda y en los que parecía no importarle para nada contagiarse.
En el mes de junio, el príncipe Guillermo asistió a uno de los conciertos que Taylor Swift (34) dio en Londres; semanas después acudiría a Alemania a cada uno de los partidos que Inglaterra disputó en la Eurocopa y donde se encontró, entre otros, con el rey Felipe VI (56) y Federico de Dinamarca (56); este verano también se ha dejado ver en otras competiciones deportivas masculinas en Reino Unido.
Lo cierto es que el hijo de Carlos III siempre tiene una excusa preparada ante la lluvia de críticas. Sin ir más lejos, el pasado verano se ausentó de la final del Mundial femenino celebrado en Sídney. En aquel momento fue señalado por mostrar su apoyo indiscutible a los deportes masculinos y no así a los femeninos. Entonces afirmó que no había viajado hasta Australia por la elevada huella de carbono para su sostenible estilo de vida.
Las reiteradas explicaciones incoherentes del príncipe Guillermo le han vuelto a poner en el foco de todas las críticas. Es cierto que ahora que Kate Middleton ha terminado su tratamiento de quimioterapia se está dejando ver en más citas, pero sigue sin alcanzar lo esperado para un heredero al trono que hasta ahora era de los más activos.