Mucho calor y sensación de persecución. Esos son los dos sentimientos que ha debido tener la princesa de Asturias, Leonor de Borbón (18 años) durante la recepción, que con motivo de la Fiesta Nacional, han ofrecido los Reyes, Felipe VI (56) y Letizia (52) este 12 de octubre en el Palacio Real de Madrid.
El primero porque Leonor, no siguiendo el ejemplo de su padre, no se ha cambiado para la cita con los invitados. La joven ha lucido el uniforme de gala de la Armada durante toda la mañana. Las prendas del ejército no están pensadas para salones cerrados y llenos de gente.
Y aunque nadie lo ha visto, seguro que ha sudado la gota gorda. Durante la recepción, algún osado le ha preguntado la razón por la que no se viste de civil tras el desfile, a lo que ha contestado su madre, la Reina, con la excusa de que tras la cita se volvía corriendo a la Escuela Naval de Marín, en Pontevedra.
El agobio de la Princesa de Asturias ha debido llegar también porque a pesar de ser su segundo año en la recepción, ha sido, sin contar a Pedro Sánchez (52) y Feijóo (63), la más buscada por los salones. Más de 1.000 personas entre los invitados y todos querían hacerse una foto con ella. No ha rechazado ninguna de las propuestas y se retratado con todo el que se lo ha pedido, incluidos muchos periodistas que cubrían el evento.
Como ya ocurrió en 2023, su madre, Letizia, ha sido su sombra. No la ha dejado sola ni un minuto, contestando a casi todas las preguntas por ella. Leonor sonreía y de su boca se ha escuchado un "todo bien", "trabajando mucho" o "muy contenta", cuando se le ha preguntado por su estancia en la Escuela Naval de Marín, en Pontevedra.
Si alguien quiere ir a comer a la recepción del Palacio Real se va a quedar con hambre. Se sirve un vino español y algún que otro canapé, triunfando siempre los de tortilla de patata. Y desapareciendo los de jamón ibérico en cuanto los camareros intentan entrar en los salones.
En el menú también había vasitos de gazpacho, croquetas de jamón y de queso de Cabrales y cazuelitas de ensaladilla rusa. De postre, bombones, trufas y pasteles variados. La Reina ha tenido en su mano, durante toda la recepción, una copa de agua, lo mismo que su hija. Sin embargo, el Rey ha preferido beberse un buen vino tinto de Rioja.
A pesar de que a Zarzuela no le gusta, e incluso le molesta, los corrillos con los políticos se suceden mientras el Rey charla animadamente con el resto de sus invitados.
Muy animada ha sido la conversación que ha mantenido Felipe VI con el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida (49) y su esposa, Teresa Urquijo (28), a la que conoce desde que era niña, ya que tienen lazos familiares.
La esposa del primer edil de la capital ha sido de las más elegantes gracias a una falda midi de La Double J, una marca italiana que destaca por sus coloridos estampados que tanto gustan a Urquijo. En este caso, la prenda escogida presenta un corte ligeramente acampanado, un pliegue en la zona central de color negro y un llamativo dibujo vegetal en colores blancos y azules.
El Rey era este sábado, 12 de octubre, un padre orgulloso que ha explicado a todo el mundo por qué la chaqueta del uniforme de su hija mayor llevaba un nudo en la hombrera izquierda, detalle que se entrega a los alumnos de la Escuela de Marín que mejores resultados obtienen. Entre risas, ha comentado que él nunca tuvo el nudo.
Otro de los looks más comentados de la jornada ha sido el vestido verde de la mujer de Manuela Villena, la esposa del Presidente de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla. Siempre es una de las mujeres más elegantes.
Como ya ocurrió el año pasado, cinco compañeros de estudios de Leonor han sido invitados a la recepción. Esta vez eran de la Escuela Naval de Marín. Ha sido con ellos el único momento en el que se ha podido ver a una Princesa más relajada y tranquila.
Como su padre, es con los militares con quien más a gusto se encuentra. Nada que ver su gesto cuando se le han acercado Ana Rosa Quintana (68) y un par de periodistas más, la joven sonriente ha vuelto a los monosílabos.