Renée Zellweger supera en la vida real a Bridget Jones
Se quedó dormida en una entrevista, nunca ha tenido hijos, estuvo casada sólo cuatro meses y todas sus relaciones amorosas han sido efímeras. La actriz es más Bridget que su propio 'álter ego', aunque también las separa algo fundamental.
16 septiembre, 2016 01:05Noticias relacionadas
Los asistentes a la premiére de Bridget Jones' baby en Madrid estaban impacientes. Por el photocall habían pasado un elegante y discreto Colin Firth (56) seguido del esperado Patrick Dempsey (50) y aún faltaba la protagonista de la noche. Todo el mundo quería comprobar, en persona, si el cambio físico experimentado por la actriz Renée Zellweger (47) tras sus últimas intervenciones quirúrgicas la habían alejado del angelical rostro que caracteriza a la entrañable protagonista del filme que se estrena este viernes.
La llegada de la texana no defraudó. Sonriente y atenta, trató de contentar a todos sin apenas tiempo. Eso sí, no pocos se fijaron en la actitud errática y despistada de la intérprete ante los medios allí congregados.
Algo que recordaba ligeramente a la propia Jones, caracterizada precisamente por su espontaneidad y escaso sentido del ridículo del que hace gala en público. Pero ambas guardan muchas más semejanzas de las que a simple vista pueda parecer.
SITUACIONES DISPARATADAS
Una de las últimas confesiones de Zellweger ha sido, precisamente, una revelación que la acerca más aún a su personaje. La anécdota tuvo lugar hace apenas un mes. En plena promoción de Bridget Jones' baby, la actriz se quedó dormida durante una entrevista concedida en Londres junto a sus dos compañeros de reparto. "Cuando volví en mí, yo estaba como wow, aún está hablando (el periodista). Por la expresión de su rostro creo que se dio cuenta", aseguró la intérprete, que ha reconocido hacer constantemente el ridículo y ser un desastre.
Su personaje no es muy diferente. En las anteriores entregas de la película, Bridget Jones vivió numerosas situaciones humillantes y ridículas en público, como cuando apareció disfrazada de conejita en una fiesta o contesta al teléfono con eróticas frases sin saber que el interlocutor es su propia madre.
BAILE DE PAREJAS SENTIMENTALES
El currículo amoroso de Renée Zellweger es amplio, pero sus relaciones son efímeras. Uno de los primeros novios que se le atribuyó fue Jim Carrey (54), al que conoció en el rodaje de Yo, yo mismo e Irene en 1999. Tras un año juntos, la pareja ponía fin a su noviazgo.
Tras él, llegaron rumores de relación con el actor George Clooney (55), considerado el soltero de oro por su escaso apego a pasar por el altar hasta que llegó la joven Amal (38) en 2014. También se la relacionó con el músico Jack White (41). Pero fue el músico Kenny Chesney (48) el que se casó con la actriz en el año 2005 en las idílicas islas Vírgentes. El matrimonio no pudo ser más breve: apenas cuatro meses duró la felicidad de la pareja, que había comenzado su relación apenas unos meses antes.
Tras un noviazgo de cerca de dos años con Bradley Cooper (41), parece haber encontrado ahora la estabilidad sentimental al lado de otro músico: Doyle Bramhall (47), conocido por sus trabajos con artistas de la talla de Eric Clapton (71) y que tiene una hija con la cantante Susannah Melvoin (52), con la que estuvo casado trece años.
Doyle y Renée, que compartieron pupitre en la Universidad de Austin en 1990 cuando estudiaban Radio, Cine y Televisión, comenzaron su relación hace más de tres años.
Bridget Jones, por su parte, bailó entre dos aguas en las dos primeras entregas de la película: el gentleman Mark Darcy (Colin Firth) y el mujeriego Daniel Cleaver (Hugh Grant). Ahora en la tercera se debate entre Darcy y Jack Qwant (Patrick Dempsey), que se enfrentan por la paternidad del bebé que espera Jones.
SIN HIJOS
Otro rasgo que comparten la actriz y su personaje es, al menos hasta esta tercera entrega del filme, el hecho de que ninguna de las dos ha tenido hijos. La maternidad no ha entrado en los planes de Zellweger, y eso que ella estaba dispuesta cuando inició su relación con Jim Carrey. Ahora que su pareja actual tiene una hija de 15 años, Zellweger puede resarcirse, aunque la idea de la maternidad ya no le atrae en absoluto. Bridget, por su parte, se queda embarazada precisamente en esta última película de la saga.
CAMBIOS FÍSICOS
Las dos han experimentado cambios desde que se estrenara la primera parte de Bridget Jones, en 2001. Por aquel entonces, Bridget era una mujer de 32 años obsesionada con su físico y con malos hábitos alimenticios, lo que le hacía ganar más peso del que ella deseaba.
Renée Zellgewer no era la primera opción para interpretarla, pero se afanó tanto que engordó lo que hizo falta para resultar creíble. Los cambios continuos de peso de la actriz por esta razón han sido muy comentados.
Pero si hay algo que han criticado los seguidores y detractores de la película son los cambios en el rostro de la actriz, que han obligado a que en esta tercera parte del largometraje el personaje también se adaptara a ellos, apareciendo más delgada y sofisticada y con las modificaciones pertinentes.
Fue en 2014 cuando más impactó el cambio de imagen. Ella negó que se debiera a la cirugía estética y lo atribuyó a su felicidad afirmando sentirse contenta de que el público la viera diferente. Distinta, sí, pero también inexpresiva y alejada de lo que hasta el momento representaba.
LA ÚNICA DIFERENCIA: SU MADRE
La principal diferencia entre Renée y Bridget es la relación que mantiene cada una con su madre. Mientras para Zellweger su progenitora, una enfermera de origen noruego llamada Kjelfrid Irene Andreassen, es uno de los apoyos más importantes, para Jones es fuente de disgustos, pues en no pocas ocasiones su madre la coloca en complicadas situaciones que rozan la humillación.