Habrá un antes y un después de Michelle Obama. La 44 primera dama de Estados Unidos ha demostrado durante estos últimos ocho años que se puede cargar de contenido un cargo en apariencia frívolo y convertirlo en algo útil para la sociedad. Todo, además, sin perder ni un ápice de esa frivolidad de la que hablamos.
Casada con Barack Obama desde 1992, esta abogada graduada en 1982 por la Universidad de Princeton es en parte artífice el éxito de su marido. Honesta, directa y natural, sus discursos han tenido casi tanto impacto como los de su marido. Y no es sólo lo que dice si no cómo lo dice: con fuerza, como si hubiera escrito cada palabra (tanto ella como su marido tienen a especialistas que escriben sus discursos).
"La historia que me ha traído a este escenario hoy, es la historia de generaciones de personas que sintieron el último latigazo de la esclavitud, la vergüenza de la servidumbre, el aguijón de la segregación, pero que siguieron luchando y esperando y haciendo lo que tenían que hacer para que hoy, yo me despierte cada día en una casa construida por esclavos", dijo a principio del mandato de su marido.
"Me despierto cada mañana en una casa que fue construida por esclavos. Y veo a mis hijas, dos jóvenes negras, inteligentes y hermosas, jugando con sus perros en los jardines", ha dicho al final.
Y esas palabras y esos gestos que ayudaron a su marido a ganar podrían servir para que gane Hillary Clinton en las elecciones presidenciales de este martes 8 de noviembre. "Gracias a Hillary Clinton, mis hijas, y todos nuestros hijos e hijas, ahora dan por sentado que una mujer puede ser presidenta de Estados Unidos", dijo hace unas semanas.
Preocupada por el medio ambiente, por la buena alimentación y por la ecología, la todavía primera dama creó un huerto en los jardines de la Casa Blanca que ha revolucionado la avenida Pennsylvania. El Kitchen Garden fue como bautizó los 100 metros cuadrados de huerto que sirven para alimentar a la familia y para mostrar al mundo que la alimentación saludable es posible.
Ha impulsado numerosos movimientos, como Let’s Move (Movámonos) y Let girls learn (Dejad aprender a las chicas) que han supuesto una mejora en la calidad de vida de cientos de mils de personas, ha implicado a decenas de entidades, desde supermercados a gobiernos de otros países y ha supuesto inversiones millonarias.
Esa imagen auténtica de Michelle con pico y pala entre hierbas y tierra ha combinado a la perfección con el lado más chic y elegante de la mujer de Obama. Ya en 2006 apareció en la revista Essence como una de las 25 mujeres más inspiradores de EEUU. En 2007, la revista 02138 la situó en el número 58 de la lista Las 100 de Harvard. Ha aparecido dos veces en la portada de Vogue así como en la lista de mejores vestidas de Vanity Fair.
El día en el que su marido juró el cargo como presidente, en enero de 2009, la nueva primera dama acaparó todas las miradas. Y sus hijas, Malia y Sasha, dos niñas entonces convertidas ya en adolescentes. Aquel día, vistieron ropa de Thom Browne, J. Crew y Kate Spade. Poco después vestía un modelo rojo de Jason Wu que situaba al diseñador en primera plana estilística mundial, donde sigue.