Michael O'Leary (56 años) es de esos jefes que amas u odias. En su caso hay más odio que amor. El directivo es el consejero delegado de Ryanair, la aerolínea cuya política de ahorro de costes ha hecho que más de un cliente se acuerde de los antepasados de O'Leary. La última vez esta semana por la cancelación de más de 2.000 vuelos.
Sin embargo, este directivo también es conocido por sus extravagancias y por sus salidas de tono. "No me importa una mierda si nadie me quiere", ha asegurado en varias ocasiones.
El directivo se puede describir como un puro irlandés, amante de la historia, del fútbol y de los caballos, un católico relajado y un empresario controvertido. Nació en Mullingar en el seno de una familia numerosa (son seis hermanos) de ricos agricultores. En ese ámbito bebió el ambiente empresarial. Según afirma él mismo, su padre "hizo un montón de dinero, luego lo perdió todo y luego lo hizo de nuevo".
A pesar de este entorno, de niño quería ser futbolista, pero al crecer se dio "cuenta de que eso no sería posible", por lo que ingresó en la universidad donde "se dedicó a ligar, la mayor parte del tiempo, sin éxito". Después "busqué trabajo y empecé a hacer dinero". Y consiguió su meta, ya que es considerado uno de los hombres más ricos de Irlanda.
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Casado y con cuatro hijos
Las declaraciones polémicas no se circunscriben a su vida profesional. También han sido controvertidas las declaraciones sobre su familia. Casado desde 2003 con Anita Farell, una exbanquera que trabajaba en Citibank, el matrimonio ha tenido cuatro hijos.
Su esposa es el prototipo de mujer para este directivo, quien opina que las mujeres deberían quedarse en casa criando a los hijos. Es más, se justifica alegando que "la mayoría de las mujeres, si se les da la opción, dejan de trabajar cuando tienen hijos pequeños". Así, su esposa abandonó su trabajo como banquera cuando fue madre. En esta línea, defiende que los hombres "tienden a relacionarse con sus hijos cuando caminan, hablan, juegan al fútbol... entonces tenemos algo que decirles".
Sin embargo, tampoco destaca por su faceta paternalista. Asegura que, en verdad, no le gustan los niños, lo que le gusta "es mantener relaciones sexuales". Asimismo, comenta que antes de ser padre lo que le gustaba era pasar tiempo en casa con su mujer, "pero ahora, con los niños, me paso más horas en el trabajo".
No obstante, a pesar de todas estas palabras afirma que los soporta ya que "los hijos son como tirarse pedos, toleras los tuyos, pero no los de quien tienes al lado". Además, "su madre es una joya (en referencia a Anita)".
Una mansión de 1.000 metros cuadrados
La familia O'Leary reside habitualmente en una mansión georgiana situada en Gigginstown, una zona campestre donde el directivo posee una extensión cercana a las 1.000 hectáreas.
Asegura que es el lugar donde "realmente me puedo desestresar" ya que cuenta con una granja, ganado (hay que recordar que su familia hizo su fortuna gracias a la gandería) y caballos. Además, le gusta dar largos paseos por el campo.
El directivo también posee una mansión victoriana en Dublin. La casa, que cuenta con siete dormitorios, tiene una extensión de 464,52 metros cuadrados que el irlandés adquirió, según medios locales, a un precio de 850.000 euros.
Esta vivienda, construida alrededor de 1880, mantiene características de esta época, dispone de aparcamiento para seis vehículo, y un jardín en la parte trasera de la casa.
Una de las mayores fortunas de Irlanda
Su labor al frente de Ryanair le ha valido amasar una fortuna que, según distintas estimaciones, supera los 600 millones de euros. Todo ello le ha valido para ser considerado uno de los hombres más ricos de Irlanda.
Su sueldo anual ronda los 1,2 millones de euros anuales. Sin embargo, asegura que, a pesar de que cobra 20 veces más que la media de un empleado, su salario debería ser "mucho" más alto. Él mismo ha afirmado que es el responsable de una aerolínea peor pagado y el menos apreciado en Europa.
La revista Business Week lo incluyó en la lista de uno de los mejores hombres de negocios del mundo. Todo ello le valió para unirse en 2016 al club del multimillonario (un grupo donde solo hay 14 irlandeses).
Se mueve en su propio taxi
Una de sus extravagancias es su coche-taxi, que emplea para poder utilizar el carril de autobús de Dublín, ahorrando así tiempo y dinero. Para llevar a cabo esta artimañana, el directivo creó la compañía Taxis O'Leary, un proveedor irlandés de servicio de taxis. La cuestión es que la compañía solo tiene un coche y un cliente. Así, comprando un vehículo privado en el que incluyó un taxímetro, y pagando 4.000 libras por una licencia de taxi, el irlandés consigue utilizar legalmente el carril autobús de Dublín.
Sin embargo, no es solo una fachada, ya que este servicio obtiene casi un millón de euros en beneficios al año. ¿La razón? Aunque el directivo es el propietario tanto del vehículo como de la compañía, paga el servicio de transporte.
Cuando se le preguntó por este escándalo, O'Leary comentó: ""La última vez que verifiqué esto era una república democrática. Pago mis impuestos así que soy libre de hacer con mi dinero lo que me apetezca".