Desde el 10 de noviembre, el nombre de Jeanine Áñez (52 años) ha copado los principales tabloides por haber sido nombrada, sin el apoyo mayoritario del Parlamento, como la nueva presidenta de Bolivia aunque en la ley de ese país no está explícito que el cargo le correspondiera.
Tras la renuncia del exmandatario Evo Morales (60), el sucesor era el vicepresidente, según la Constitución, pero este acabó dimitiendo. "Presidenta Constitucional de Bolivia", reza la descripción del perfil de Twitter de la política, pese a que se proclamó como interina. Áñez se ha convertido en la segunda mujer que gobierna Bolivia, después de Lidia Gueiler (1978-1980), derrocada por un golpe militar.
Con la biblia en la mano, la política ya ha puesto en marcha los primeros cambios en la política del país andino: regresar el libro sagrado de los cristianos al Palacio de Gobierno. Con la banda presidencial cruzada en el pecho en su proclamación, Jeanine exhibía una biblia más pequeña de tapas rosadas al saludar desde el balcón del Palacio de Quemado.
La imagen que desprende la nueva presidenta es de mujer acomodada, una percepción lejos de la realidad. Jeanine Áñez nació el 13 de junio de 1967 en San Joaquín, un pequeño pueblo en el departamento del Beni, al noroeste del país. Es la menor de nueve hermanos de una familia de clase media-baja. Su primer trabajo fue a los 17 años como secretaria de una empresa, luego se mudó a La Paz. Allí fue donde conoció a quién sería su segundo marido y padre de sus dos hijos -Carolina, una dentista de 29 años, y José, administrador de empresas de 24 años- el político colombiano Héctor Hernando Hincapié Carvajal (52).
Es abogada de profesión. Se graduó como licenciada en Ciencias Jurídicas y Derecho en 1991. Hoy milita en una alianza de partidos denominada Unidad Demócrata (UD), formación que ha hecho una dura oposición a Evo Morales en los últimos años. Antes de dedicarse a la actividad política, fue directora y presentadora de Totalvisión en su ciudad natal.
La catalogan como derechista, ultracatólica y conservadora. También racista y divisionista en un país plurinacional. En Twitter, la política ha sembrado en diversas ocasiones la polémica. Aunque hoy representa a un país en el que 62% es indígena, Áñez ha rechazado abiertamente a esa comunidad. "¡Qué año nuevo aymara ni lucero del alba! satánicos, a Dios nadie lo reemplaza!”, escribía en su cuenta de Twitter Un mensaje que al cabo de un tiempo eliminó pero que muchos capturaron y lo hicieron viral tras su nombramiento.
Este no ha sido el único tuit con la misma tónica. El pasado 5 de octubre, tan sólo dos semanas antes de las elecciones presidenciales, Áñez difundió en su cuenta personal una caricatura de Evo Morales en la que abraza una silla presidencial. "Aferrado al poder el pobre indio" y "últimos días", escribía acompañando las imágenes."Sueño con un país libre de ritos satánicos indígenas”, comentaba hace unos años en sus redes sociales. Hermana del pastor evangelista Juan Carlos Añez, también es una militante ferviente del movimiento contra el aborto legal.
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