Kim Kardashian (40 años) ha solicitado formalmente el divorcio al rapero Kanye West (43) tras más de seis años de matrimonio en los que se convirtieron en una de las parejas más mediáticas. El diario sensacionalista TMZ fue el primero en dar la noticia este pasado viernes, confirmada posteriormente por otros medios de comunicación como el diario Los Ángeles Times, que indica que la estrella también ha pedido la custodia compartida de sus cuatro hijos en común.
Esa petición, registrada en el Tribunal Superior de Los Ángeles, confirma los rumores que desde hace meses indicaban que la pareja estudiaba una separación formal después de numerosos desencuentros. Según fuentes cercanas a la familia, el divorcio será pacífico, pues ya existe un acuerdo prenupcial y hay conversaciones avanzadas sobre una posterior separación de bienes que cuentan con el visto bueno de los dos. De hecho, West vive desde el año pasado en una casa situada en el estado de Wyoming y Kardashian reside en el área de Los Ángeles con sus hijos.
El impacto de la noticia en Estados Unidos, un país sin realeza pero propenso a tratar a sus celebridades como si lo fueran, es similar al que tuvo en su día la ruptura entre Brad Pitt (57) y Angelina Jolie (45), con una diferencia: ellos pertenecían a la élite de Hollywood mientras que Kim y Kanye eran los reyes de las redes sociales. Hasta entonces ninguna pareja había estado tan expuesta. El modelo tradicional de rentabilizar una unión entre dos estrellas se basaba en apariciones públicas estudiadas, fotografías robadas por los paparazzi y alguna exclusiva pactada.
Pero Kim Kardashian encontró en Instagram una mina que explotar para compartir directamente sus momentos familiares, ya fuera una de sus primeras cenas románticas, la foto en el espejo del baño mostrando su embarazo o un vídeo tras ser víctima de un robo.
Dos astros de internet
En pleno 2012, la unión del músico y la estrella del clan Kardashian era perfecta para la cultura popular. Por un lado, ella era la influencer por antonomasia, ejemplo a seguir para toda una generación de famosos surgidos en las redes sociales. Aprendió de la primera "famosa por el hecho de ser famosa": Paris Hilton (40). Y tras años como su asistente, la filtración de un vídeo sexual y el estreno de un reality show familiar pusieron su nombre en el mapa.
La fama de Kanye West, en cambio, era más convencional. Está considerado uno de los raperos más importantes de la historia gracias a discos como My Beautiful Dark Twisted Fantasy o Yeezus, pero sus polémicas terminaron por eclipsar la imagen de músico de culto. Mucho antes de que fueran novios, Kim y Kanye ya explotaban hasta sus primeros coqueteos. En el reality Kourtney & Kim Take New York se notaba la química entre el rapero y la famosa, que insistían en que lo suyo era una amistad.
En realidad se conocían desde 2003, cuando coincidieron en una sesión de grabación (ella salía con un productor) y él quedó prendado de ella. Lo que entró por los ojos no entró por las letras. Kanye no sabía muy bien quien era y se refería a ella como "Kim Kardajan" y "Kim Kar-dijon". A partir del 2012 se aprendió el apellido y comenzaron a dejarse ver en pasarelas de moda, partidos de la NBA y alfombras rojas de premios. El público había asistido a la colisión de dos astros mediáticos. Documentada a diario.
Si faltaba interés a su historia de amor, se encargaron de incluirlo. En junio de 2013 la pareja anunciaba que esperaban su primer hijo, llamado North West en un alarde de creatividad, justo un día antes de que ella terminara su divorcio de Kris Humphries (72 días de casados y casi 20 meses de ruptura). Entonces llegó la boda. Por todo lo alto. Una prefiesta en el Palacio de Versalles, en Francia, y el enlace en el Forte di Belvedere de Florencia, Italia. Fue el evento farandulero del año. Steve McQueen, David Blaine (47), Serena Williams (39), John Legend y Jaden Smith destacaban en la lista de invitados. Lana del Rey y Andrea Bocelli se encargaron de la música. Pero el plan no convenció a la pareja "rival": Beyoncé (39) y Jay-Z (51). Todos los asistentes firmaron un compromiso de confidencialidad. No se podía reventar la exclusiva de una familia que ha hecho una fortuna de 2.000 millones de dólares a base de vender su vida en todos los formatos.
Como grandes gestores del negocio de la fama, el matrimonio tuvo que encontrar un nuevo filón que explotar. Kim se unió a su marido en una adictiva guerra abierta con la cantante superventas de la década, Taylor Swift (31), que ocupó infinidad de titulares en 2016 por un rap en el que él llamaba a Swift "zorra", supuestamente con su aprobación. Oro puro para la cultura pop. Ese año, durante la Semana de la Moda de París, ella fue maniatada en su habitación de hotel y sufrió un robo valorado en 11 millones de dólares. Él vivió varios episodios problemáticos y llegó a ser ingresado por un ataque de nervios en 2018.
Amor por Trump y divorcio
La pareja, con cuatro hijos, seguían dando titulares pero ya no tenían el control total de su fama, desgatada también por la admiración declarada entre Kanye West y Donald Trump (74). La crisis se ahondó cuando a mediados de 2020, el rapero presentó una surrealista candidatura a la presidencia de EE.UU. seguida por un episodio de comportamiento errático. Por primera vez Kim pidió intimidad en Instagram, la misma plataforma en la que había explotado su relación. El día que se confirmó el divorcio, sus publicaciones se resumieron a publicitar su línea de ropa. Toca seguir con el negocio.
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