El enfant terrible de la aristocracia europea, Hubertus de Hohenlohe (62 años), ya ha sido bautizado como "Gypsy Prince". Hasta ahora, había cantado con grupos como Andy Himalaya y Royal Disaster, pero nunca lo habíamos visto vestido de príncipe gitano. El multifacético noble Hubertus de Hohenloe, esquiador olímpico, fotógrafo, diseñador y presentador de televisión, además de aristócrata, nunca se había atrevido con el flamenco.
La pandemia le ha dado alas y en una noche de fiesta con sus amigos gypsis, en su finca de Ronda Los Halcones, alguien le retó a que compusiera una canción flamenca. Y Hubertus aceptó el desafío. El resultado ha sido que todos se han quedado con la boca abierta. El príncipe Hubertus de Hohenlohe cuenta a JALEOS, en una entrevista en exclusiva, que ha escrito una canción que ya es viral en redes y que se presenta en un concierto, el próximo miércoles 11 de agosto en Marbella.
El primer sorprendido con su acogida ha sido el mismo noble: "La verdad es que yo no sé cantar flamenco. Sé escucharlo. Pero este tema pop pegadizo me vino como por arte de inspiración y la guitarra flamenca hizo lo demás. Por eso lo titulé Yo no sé cantar flamenco". El tema se está escuchando en plataformas musicales desde el 30 de julio y el 10 por ciento de la recaudación está siendo destinada a la Fundación Alalá, que promueve la integración a través de la cultura y el arte.
El videoclip se grabó en Las 3.000 viviendas de Sevilla. "Toda una experiencia convivir con esta gente allí durante la grabación. Yo no fumo, no bebo y no tomo drogas", sostiene De Hohenlohe. Y remata: "Así, parece difícil cantar bien flamenco". El hijo del príncipe Alfonso Hohenlohe y de la princesa Ira de Fürstenberg tiene muy claro que las canciones nacen siempre de un momento mágico.
Algo así como el que cuenta a este periódico que pasó con David Bowie en Marbella. Esa ciudad del canto sin dueño que esculpió su padre, a golpe del cincel del buen gusto: "Eran otros tiempos y recuerdo la discoteca Pepe Moreno, ahora cerrada por la crisis. Y allí, en una piscina, decorada con una escultura de unos delfines, Bowie comentó: 'Estoy inspirado, voy a escribir una canción'. Cogió la guitarra y empezó a cantar: 'Oh I wish I could swim like the dolphins can swim', y así inició su canción. La mía es algo parecido que salió de la nada".
Simona, su 'do' de pecho
Hubertus conforma una bonita familia con su alma gemela, Simona Gandolfi, con la que vive a caballo entre Cortina d’Ampezzo, en los Alpes donde les encanta a los dos esquiar en invierno, Marbella y Ronda, en verano. En la casa de Viena el noble se inspira para la música. Hubertus recuerda que desde crío hacía playback para imitar a Alice Cooper. Simona es su cómplice en casi todo y no podía ser menos que en la música.
"Cuando conocí a mi mujer, en los Juegos Olímpicos del 94, tenía un disco de Jovanotti con el que los dos nos enamoramos profundamente y seguimos hasta hoy escuchándolo", asegura. Con Simona Gandolfi todo es fácil, comparte camino desde hace más de veinte años y se divierten viviendo la vida. "Ráchele y su hermano, mis hijos, pasan con nosotros el verano todos juntos. Este verano está siendo diferente. Más bien tranquilo y pero todos estamos con la emoción de mi actuación el día 11 de agosto, en público en la plaza de toros, Marbella Arena. Toda la familia estará allí arropándome", añade.
Hubertus cuenta que está feliz de compartir en la Costa del Sol su vida con su familia a los que está viendo crecer con asombro. Marbella se ha convertido en un lugar importante para ellos. "Fue el pinchazo de una rueda lo que trajo a mi familia al sur. Bendito pinchazo", sostiene al tiempo que ríe. "El Rolls Royce de mi abuelo Max pinchó cuando viajaba a Sevilla con mi padre Alfonso de Hohenlohe, lo que motivó que se desviaran a Marbella. Mi abuelo se enamoró de este pueblo y en 1946 compraron una finca por 120.000 pesetas donde construyeron Santa Margarita, la base de lo que es ahora Marbella Club", agrega orgulloso.
Estrellas de Hollywood en su casa
Por la casa de Hubertus ha desfilado toda la jet set internacional: desde magnates amigos de su padre, miembros de la realeza y estrellas de Hollywood, como la mismísima Audrey Hepburn, que no quería perderse ni una sola fiesta del "príncipe Ole Ole", como le llamaba el pueblo marbellí. El aristócrata, con tan solo nueve años, vio cómo La Margarita, cobraba vida propia y era un referente para la ciudad. A Hubertus, el ser hijo de dos personajes tan emblemáticos de la jet set internacional le ha dado un carácter diferente. Ahora Hubertus reclama para su padre un espacio propio en Marbella de reconocimiento, como homenaje. Hasta ahora no lo tiene, en la ciudad que edificó como referente en Europa: "Nadie entiende cómo mi padre no tiene alguna reseña artística en la ciudad que edificó. Le propuse a la alcaldesa una idea magnífica para homenajearlo. Tengo un amigo artista, el que hizo el grafiti de Maradona en Nápoles, y se lo va a hacer a Severiano Ballesteros también en Santander, para que lo haga de mi padre en la rotonda donde tienes su avenida. Una cosa cool y no carca, una cosa creativa que ojalá vea la luz". Hubertus bromea y dice que cuando él cantaba "le parecía de hortera", pero "sé que mi disco, que es muy loco, le gustaría, porque él tenía implícito ese toque de divina locura".
Rey de los selfies
Paralelo al estreno de su disco, está también su exposición Narcissistic overload, una muestra de su obra que él mismo define "a manera de recorrido entre los vibrantes colores urbanitas, la fama, los mensajes publicitarios y los gritos de guerra que invaden nuestro mundo". La Covid-19 paralizó este proyecto que lo tenía en mente, pero que por fin ha visto la luz este año. "En realidad esta exposición la teníamos programada para el año pasado, pero con la pandemia la aplazamos y aquí estamos ahora dándole la bienvenida al verano con arte y cultura".
Y añade: "Con Narcissistic overload trato de enseñar cómo ahora en esta vida somos una marca y querremos tener muchos seguidores y ponernos pequeñas publicidades de nosotros mismos. De ahí el nombre tan narcisista". Cuenta a este periódico que desde el 2001 ya sacaba fotos de sí mismo: "Esa moda la inventé yo, me convertí en mi propio paparazzi. Hoy le han quitado el sentido que tenía, porque la gente ha empezado a hacerse fotos con el móvil, un proceso que ha invadido nuestras vidas y especialmente somos como marcas". Su primer selfie fue su madre, la princesa Ira de Fustemberg: "Curiosamente, la primera foto de estas características fue en un espejo a mi madre en el 2001".
El noble aprovecha y desvela lo que sigue: "Mi madre está mejor que nunca. Vendrá por Ronda. Desde marzo está vacunada y eso le da libertad. Hemos estado este otoño los dos en Madrid porque ella está montando la casa allí. La verdad es que la admiro porque no para, ya tiene 81 años y su espíritu es energético cien por cien”.
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