Nueva desgracia en el núcleo duro de la Familia Real de Mónaco. Mario Jack Oliver, el que fuera pareja de la princesa Estefanía (57 años) en la década de los 80, fue hallado muerto el pasado miércoles, día 2 de noviembre, en su casa de República Dominicana a la edad de 71 años.
Oliver fue víctima de un robo en su impresionante mansión caribeña, según ha desvelado el periódico Dominican Today, donde los ladrones lo asfixiaron hasta su deceso. En la villa, ubicada en el exclusivo municipio de Las Terrenas, en Samaná, había joyas y objetos de valor con los que los delincuentes tenían intención de hacerse. La principal hipótesis, de hecho, recoge que los ladrones robaron la caja fuerte, varios relojes de la marca Rolex y otras joyas.
Fue el médico forense, el doctor Karen, y el magistrado Reinado Quevedo -junto a otros miembros de la Policía Nacional y la DICRIM- los que certificaron la muerte del exnovio de la hija pequeña de Rainiero III de Mónaco y Grace Kelly.
En el documento oficial consta que el fallecimiento del empresario francés se produjo por traumatismo craneoencefálico y comprensión manual del cuello, es decir, ahorcamiento. Por el momento, ningún miembro de la Familia Real de Mónaco, tampoco Estefanía, se ha pronunciado en relación con el trágico final de su expareja, con quien vivió un apasionado romance desde 1986 hasta principios de los años 90.
Estefanía de Mónaco y Mario Oliver se conocieron, fruto de una casualidad, en 1986 en el exclusivo club del que él era copropietario, Vertigo. Toda la flor y nata californiana se reunía en el elitista local de Los Ángeles.
Según las crónicas de la época, un paparazzo reconoció a la princesa monegasca y le pidió posar con Oliver. Tras su breve aventura con el actor Rob Lowe (58), Estefanía de Mónaco regresa a Vertigo y allí vuelve a coincidir con Mario, de quien se enamora perdidamente.
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"Y volví a ver a Mario y, no sé, simplemente sucedió entre nosotros", expresó ella en primera persona. En una crónica publicada en Los Angeles Times y recogida por Vanity Fair, el periodista que los fotografió recuerda que Estefanía no quería vivir como una princesa, sino como una persona "normal" y "tranquila".
Junto a su razón de amor, hoy asesinado a manos de unos ladrones, la princesa alquiló una casa en Beverly Hills donde pasaba tiempo con sus perros y sus amigos mientras triunfaba en la música con su primer disco, Besoin.
Era habitual verlos disfrutando también de vacaciones en espectaculares yates, donde incluso hubo imágenes de alto voltaje entre ellos, o en Isla Mauricio, paraíso en el que gozaban de las aguas cristalinas y las arenas blancas.