A finales del Siglo XIX nació en Guetaria, provincia de Guipúzcoa, uno de los hombres más influyentes en la historia de la moda: Cristóbal Balenciaga. La alta costura, la de verdad, la realizada en París, hecha a medida, de manera artesanal y con escasa intervención de máquinas de coser, no se sostendría en el tiempo sin el increíble legado de este diseñador nacido en España.
Desde su fallecimiento en marzo de 1972, su firma, como la de otros creadores clásicos, románticos -Hubert de Givenchy, Pierre Balmain, Loewe- ha fluctuado y se ha adaptado, como es natural, a los tiempos.
El último director creativo en tomar las tiendas de Balenciaga es el georgiano Demna Gvasalia (41 años), que como otros capitanes actuales -Rousteing (36), Jonathan W. Anderson (38)-, con la ayuda de grandes superestrellas globales han llevado a la marca a alcanzar cotas inimaginables en el fashion world.
Pero la creatividad a veces choca frontalmente con cuestiones mucho más profundas y delicadas -e ilegales- que con el hecho de presentarse en la Gala MET vestida con una malla negra de arriba abajo y del brazo del genio que ha creado todo eso. Balenciaga -desde hace años sin el Cristóbal delante- lanzó hace unas semanas una campaña enfocada a la temporada navideña, donde se veía a niños y niñas rodeados de osos de peluches.
Los inocentes juguetes -en realidad bolsos- de estos pequeños no habrían sido polémicos si de ellos no hubieran colgado cadenas, arneses, bridas y otros objetos de índole no sólo sexual, sino habituales en prácticas sadomasoquistas. Con la presión de los medios y las redes sociales sobre Balenciaga, la compañía ha entonado el mea culpa.
"Nos disculpamos sinceramente por cualquier ofensa que haya podido causar nuestra campaña para las fiestas navideñas. Nuestros bolsos de peluche no deberían haber aparecido con niños en esta campaña. Hemos retirado inmediatamente la campaña de todas las plataformas".
De manera muy prudente, Kim Kardashian, imagen de Balenciaga desde hace más de un año, ha esperado el tiempo adecuado para romper su silencio en relación con esta controversia, que afecta a la marca que presume de su rostro, su cuerpo y su sello, en definitiva, su imagen, allá donde miremos.
[Kim Kardashian, de nuevo soltera: rompe su relación con Pete Davidson tras nueve meses juntos]
"He estado callada durante los últimos días, no porque no me hayan sorprendido ni indignado las recientes imágenes de la campaña de Balenciaga, sino porque quería tener la oportunidad de hablar con su equipo para entender por mí misma cómo ha podido pasar esto", comienza la respuesta de Kim Kardashian.
"Como madre de cuatro hijos", prosigue, "me han impactado las perturbadoras imágenes. La seguridad de los niños debe tener la mayor consideración y cualquier intento de normalizar el abuso infantil de cualquier tipo no debe tener lugar en nuestra sociedad. Punto", señaló con cierto tono de indignación.
"Agradezco la eliminación de la campaña y la disculpa de Balenciaga. Al hablar con ellos, [me doy cuenta de que] creo que entienden la gravedad del problema y tomarán las medidas necesarias para que esto nunca vuelva a suceder".
Sobre su posible futuro en la firma, Kim Kardashian matiza: "En cuanto a mi futuro con Balenciaga, ahora mismo estoy revaluando mi relación con la marca, basándome en su voluntad de aceptar la responsabilidad por algo que, para empezar, nunca debería haber sucedido, y las acciones que espero verlos tomar para proteger niños".
Su inicio ¿y fin?
La historia de amor de Kim Kardashian y Balenciaga nace de la amistad íntima entre Demna Gvasalia y Kanye West (45), exmarido de la socialité y padre de sus cuatros vástagos. La dupla de amigos tenía entre sus manos la posibilidad de reflotar, junto a la mujer más famosa del mundo y por una cantidad indecente de dinero, una de las marcas más relevantes del Siglo XX. Y lo hicieron. Incluso estando separados. El divorcio mediático con mayor cobertura de los últimos años tenía siempre a sus protagonistas, Kim y Kanye, vestidos de Balenciaga.
De hecho, ya separados, el rapero celebró un concierto como presentación de su álbum Donda y Kim sorprendió a todos enfundada en un vestido de novia de la primera colección de couture de Demna para Balenciaga. Tan sólo un mes más tarde, Kim haría una de las apariciones más disruptivas de la historia de la Gala MET: vestida entera de negro, sólo podía ser reconocida por su voluptuosa figura.
Los proyectos después del divorcio de Kanye West -su reality en Disney+, el día que presentó Saturday Night Live, su presencia en distintos photocalls en las capitales de la moda-: todas llevan el ADN de Balenciaga. Por si no hubiera sido suficiente haber sido embajadora en todos estos magnos actos públicos, el pasado mes de julio tuvo lugar el golpe de efecto definitivo: Kim desfiló para Balenciaga en la altura costura de París.
Balenciaga es, en las últimas dos temporadas de The Kardashians, una hermana más. Las preguntas ahora se multiplican por mil. ¿Continuará Kim colaborando con ellos tras este error reconocido por la casa? ¿Abordarán la polémica en sus próximos episodios? ¿Tendrá puestos sus ojos en otras brands como Dolce & Gabbana, para los que desfiló en septiembre o Stuart Weitzman? Sea como fuere, este cisma ha marcado un antes y un después en la relación entre la firma y su estrella.