Ha pasado más de un cuarto de siglo de la muerte de Jacqueline Kennedy, pero su figura sigue muy presente. Especialmente en aquellas viviendas en las que pasó algunos años de su vida y que han llegado a convertirse en parte de la historia de Estados Unidos. Así sucede con la mansión en la que habitó tras el asesinato de su marido, John Fitzgerald Kennedy, en la que vivió la etapa más oscura de su existencia y que acaba de salir al mercado.
Se trata de una mansión ubicada en el exclusivo barrio de Georgetown, en Washington, a la que la ex primera dama se mudó en el año 1964 acompañada de sus hijos, tan solo dos meses después del atentado que trastocaría para siempre su vida. Para que estuviera como en el que había su anterior hogar, la Casa Blanca, el diseñador Billy Baldwin la decoró del mismo modo que la residencia oficial.
La propiedad está compuesta por tres casas diferentes que, con el tiempo, se unieron para conformar una sola, de mucho más tamaño. En total, tiene más 1.500 metros cuadrados dedicados a la vivienda, cuenta con 13 dormitorios y aún conserva detalles originales de la época, como chimeneas y techos de oro, así como salas que han permanecido intactas al paso del tiempo.
Está distribuida en varias alturas y cuenta con estancias diferentes. Por ejemplo, cerca de la entrada se encuentra una sala de estar, con paredes de madera, que hace las veces de biblioteca y, el segundo piso, está dedicado únicamente al dormitorio principal, además de un gran vestidor y un baño tipo spa. Tiene también su propia terraza, que cuenta con grandes vistas.
En el piso superior se encuentran cuatro dormitorios más, cada uno con su propio cuarto de baño. Además, la casa dispone de cinco cocinas, un gimnasio, jardín, terraza en la azotea y su propio ascensor.
Además, de manera reciente, según informa la inmobiliaria encargada de su venta, se ha construido un acceso privado para que sus residentes y visitantes dispongan de la mayor privacidad posible, pues no tendrían que acceder a ella a piel.
El precio de salida que se ha marcado son 26,5 millones de dólares, es decir, 24,5 millones de euros. En la actualidad, la mansión pertenece a un fideicomiso y, de venderse a la cantidad que se pide, sería la residencia más cara vendida en Washington.
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Pese a ser una mansión con gran encanto, especialmente por sus altos techos, sus suelos de madera y su gran luz, Jackie Kennedy y sus hijos no vivieron en ella durante demasiado tiempo. Al estar situada a pie de calle, se convirtió en un atractivo turístico y en el centro de las miradas, por lo que se acabaron mudando a Nueva York, donde gozaron de mayor intimidad.