Día triste y enlutado para el mundo de la música y los amantes del rock and roll. La gran diva por excelencia de este género, la inconmensurable Tina Turner, ha perdido la vida este miércoles, 24 de mayo, a los 83 años de edad en su casa de Küsnacht, cerca de Zúrich, Suiza, tras una larga enfermedad. Tal y como reza el comunicado que se ha facilitado, a última hora de la tarde, a los medios de comunicación, la artista ha fallecido "en paz" en su domicilio.
Del mismo modo que vivió sus últimos años: con discreción y alejada del foco público. No obstante, la gran estrella musical no ha tenido una vida precisamente pacífica o sosegada en el plano familiar y sentimental. Al mismo tiempo que su currículum profesional la catapultó al éxito más abisal e incontestable, su vida privada estuvo marcada por las desgracias y los malos tratos.
Turner conoció, pues, casi con la misma intensidad, las luces del éxito y la oscuridad más insondable en el plano personal. Sin ir más lejos, su dolor más hondo y reciente tuvo lugar en diciembre de 2022, cuando se vio obligada a despedirse de su segundo hijo biológico, Ronnie. Fruto de su matrimonio con Ike Turner, el vástago de la cantante perdió la vida en Los Ángeles a los 62 años.
[Muere la cantante Tina Turner a los 83 años]
Horas más tarde del deceso, Tina Turner, destrozada, rompió su silencio: "Ronnie, dejaste el mundo demasiado pronto. Con dolor cierro los ojos y pienso en ti, mi amado hijo". Con este fallecimiento, fue la segunda vez que Tina Turner se enfrentó a la pérdida de un hijo.
En 2018 fue su primogénito, Craig Raymond Turner, quien perdió la vida. Su vástago, fruto de su relación con el saxofonista Raymond Hill, se suicidó en su estudio de California a los 59 años. Cabe puntualizar que la artista tenía, además, otros dos hijos adoptados: Ike Turner Jr. y Michael Turner. A ambos los acogió durante su tumultuosa relación con Ike, su exmarido fallecido en 2007.
Víctima de maltrato
Pero antes de estas pérdidas irreparables y dolorosísimas, Tina Turner probó los sinsabores del mal amor y sufrió malos tratos por parte de su exmarido, Ike Turner. Un hombre violento al que conoció cuando ella tan sólo sumaba 17 años. Fue en un local de Saint Louis donde él la vio y quedó prendado, de la mujer y de la artista. La contrató como vocalista para su banda, Kings of Rhythm. Ella entonces utilizaba su nombre real, Anna Mae.
Ike la bautizó entonces como Tina Turner. En 1958, a los 18 años, se convirtió en madre del malogrado Craig tras una breve relación con Raymond Hill, saxofonista del grupo, el mismo año en el que nacería su segundo hijo, Ronald.
Tina y Ike contrajeron matrimonio en Tijuana, y la cantante adoptó a los dos vástagos de una relación anterior de su marido, Ike y Michael. Volvió a quedarse embarazada, pero abortó cuando se enteró que el cantante esperaba un bebé con otra mujer. Tina no era feliz y vivió la peor parte de la adicción a la cocaína de su marido.
Durante su matrimonio, sufrió violencia de género. Las palizas que le propinó Ike le provocaron roturas de mandíbula, moratones, heridas, labios rotos y articulaciones dislocadas. No sólo esto, también graves heridas en la cara tras lanzarle su exmarido café hirviendo. Ella misma confesó que llegó a tragarse su propia sangre antes de salir a actuar para que nadie se diera cuenta del infierno que estaba viviendo.
No es ningún secreto que Tina intentó suicidarse. Pero reunió la fuerza suficiente como para divorciarse de ese hombre que nunca supo hacerla feliz. La separación se produjo en 1978. Comenzaba para ella una nueva vida, desde cero, con muchas deudas, sin casa y con una carrera por construir en solitario. En Las Vegas conoció a un hombre que daría un vuelco de 180 grados a su vida profesional: el productor y manager Roger Davis.
Él fue quien, a los 45 años, la convirtió en la tigresa del rock, con las piernas más bellas de la historia. Turner triunfó en todo el mundo: en Europa supieron convertirla en la estrella que fue hasta el último día de su vida. Eso sí, donde la valoraron verdaderamente fue en Estados Unidos. Se enamoró del Viejo Continente hasta tal punto que cuando visitó Suiza supo que allí tendría lugar su jubilación, como finalmente ha ocurrido.
1985 es un año muy importante en la vida amorosa de Tina Turner. Herida aún por su matrimonio fallido, un buen día, mientras hacía tiempo en el aeropuerto de Düsseldorf para emprender un vuelo, apareció de sorpresa el que estaba llamado a ser el gran hombre de su vida y su razón de amor, Erwin Bach, un productor musical 12 años más joven.
"Jamás he recibido amor. (...) Jamás he tenido una relación sentimental que fuera genuina. Ni una. Me han roto el corazón millones de veces. ¿Por qué nadie puede ver belleza en la mujer que soy?", fue una de las reflexiones más duras y trágicas que entonó Turner en vida. Una situación que trocó cuando conoció a Erwin.
"La primera vez que le vi, se me disparó el corazón", recordó Tina Turner del flechazo. "Era tan guapo… Fue un encuentro de almas. Me temblaban hasta las manos. Era tan diferente a todos los hombres que había conocido, tan relajado, tan acogedor, cero pretencioso… Todo eso pude verlo desde el minuto cero", añadió. Bach sintió lo mismo: "Fue como una descarga eléctrica. Una descarga eléctrica que continúa".
En su libro Happiness Becomes You: A Guide to Changing Your Life for Good, Tina se refirió a su relación con Bach subrayando que éste no encontraba razón para sentir celos de su apabullante fama, extremo que sí le ocurría con Ike.
"Nos damos libertad y espacio para ser nosotros mismos como individuos. Erwin jamás se ha sentido intimidado por mi carrera o mi popularidad. Me enseño que el verdadero amor no busca apagar la luz de uno para que el otro brille. Al contrario: desea que brillemos juntos". No hubo mayor prueba de amor que la que le brindó su marido en 2017. Un año antes, en 2016, Tina superó un cáncer intestinal y Bach le donó un riñón.
En el final de sus días, la cantante consiguió esa estabilidad emocional y vital que no tuvo a lo largo de su vida. Afincada en la Costa Azul desde 1995, disfrutó mucho de sus dos nietos y colaboró en acciones solidarias contra el maltrato. En 2013 renunció a su nacionalidad estadounidense y adoptó la de su país de residente. El mismo año de su naturalización como ciudadana suiza, Turner sufrió un incidente cerebrovascular y tres años después se supo que sufría cáncer.
Una infancia dura
Tampoco pudo jactarse Tina Turner de haber tenido una infancia plena y feliz. Fue muy desgraciada en su residencia de Nutbush, en Estados Unidos. Creció en la pobreza más absoluta y trataba de ganarse la vida recogiendo algodón y fresas. A los ocho años entró en el coro de la iglesia, donde llamó la atención por su prodigiosa voz. Sufrió acoso escolar y su hogar estaba desestructurado: sus padres la abandonaron y creció con una abuela muy autoritaria.