Raffaella Carrà era alegría y libertad. Es lo que refleja su música y así lo confirma su biógrafo español, Pedro Ángel Sánchez, quien este pasado lunes, 15 de abril, presentó su libro, Nada es eterno salvo la Carrà, en la Sala Equis de Madrid. Hasta allí se desplazó EL ESPAÑOL para hablar con el autor y último periodista a quien la mítica italiana concedió una entrevista en España.
Fue en diciembre de 2020, en pleno Covid y cuando ya se encontraba enferma. Llevaba medio año luchando contra un cáncer de pulmón, pero nadie lo supo hasta el día que falleció: el 5 de julio de 2021.
"Me impactó muchísimo su muerte porque en la entrevista era pura vida. De hecho, una de las frases que decía era 'arriba con la vida'", confiesa a este periódico Pedro Ángel Sánchez, quien a lo largo de 40 capítulos no sólo recuerda el trabajo de la Carrà. También descubre su lado más personal con testimonios de quienes vieron en Raffaella un referente o que formaron parte de su entorno.
En Italia siempre se ha dicho que Nada es eterno salvo la Carrà. Entiendo que por ello eligió el título del libro.
Elegí esta frase porque fue la manera de despedirme de ella en la entrevista que me concedió en diciembre de 2020, que fue la última que dio a un medio español. Es un agradecimiento a su trayectoria.
¿Qué la hace eterna?
Ya lo era antes de que se fuera. Fue una mujer que siempre estuvo vigente. Hoy en día es vigente. Tanto, que su canción Pedro Pe se ha colado en el top de Spotify global. Es el primer tema italiano que lo consigue. O sea que es una mujer que siempre ha estado vigente y por eso siempre ha sido eterna. Sus mensajes de libertad siguen siendo muy necesarios en nuestra sociedad. Por eso siempre va a ser atemporal y va a estar muy presente. Sobre todo si siguen saliendo proyectos que continúen reivindicándola.
Pedro Pe se ha hecho viral por un vídeo en TikTok y Rumore es el tema de la campaña de primavera de El Corte Inglés.
Exactamente. Es la prueba de que siempre hay algo. Hace nada fue un musical, Bailo bailo. Pero de repente Pedro Pe, que es una canción de 1980, se ha convertido en una de las más escuchadas en todo el mundo. Y además de forma totalmente orgánica. Quiero decir, que no es algo intencionado. Por eso sigue siendo eterna, porque sigue estando con nosotros.
¿Por qué decidió escribir este libro?
Era una cuenta pendiente. Siempre fui admirador de Raffaella y como a ella siempre se le ha relacionado con el Explotame, expló, con Hay que venir al sur y Fiesta, quería recordar que fue mucho más que eso. Fue una mujer muy pionera en la música, pero también en la televisión. Fue una transgresora nata. Eso que yo conocía me apetecía que la gente lo conociera. Saber que se convirtió en la presentadora mejor pagada de Europa en la década de los 80, que fue la primera showwoman europea, que vendió 60 millones de discos, que triunfó en varios países de Europa y Latinoamérica, que trabajó en Hollywood.
Fue actriz y trabajó con Frank Sinatra, que incluso intentó conquistarla y ella dijo 'nanai, yo no quiero ser 50/50. Soy muy libre'. Dijo que no a Hollywood porque no le gustaba ese mundo de las drogas, que anocheciera a las cinco de la tarde... Decidió, siendo muy jovencita, irse a Italia y replantearse su carrera. Me pareció una mujer tan valiente y que ha hecho tantísimo a través de sus canciones y de sus programas. Por eso se ha convertido en un símbolo para la lucha feminista, para el colectivo LGTBI, pero en general para toda la sociedad. Me apetecía, de alguna manera, justificar por qué sigue estando tan presente en la vida de tanta gente.
¿Cómo comenzó su afición por Raffaella?
A través de la televisión. La conocí como presentadora en los 90 con ¡Hola Raffaella!, que fue ese programa con el que regresó a España. Por edad, la década de los 70 y 80 no los viví. La vi en televisión, que parecía una marciana, pero que a la vez era tan simpática... Con esos trajes, con esa forma de comunicar... Me atrapó. Y después de de verla presentar, me di cuenta de que además era cantante y una estrella mundial. Y luego fui descubriendo cosas. De hecho, con este libro he descubierto muchas cosas que no sabía. Hay anécdotas que me han engrandecido mucho más el personaje, incluso a nivel personal. Gracias a los testimonios que hay, he podido colarme un poco detrás de bambalinas, que era algo que yo, como seguidor o periodista no conocía.
Cuénteme del proceso del libro. ¿Cuánto tardó en escribirlo?
Prácticamente dos años. Cuando ella falleció, en algún momento me planteé escribirlo, pero siempre piensas que a lo mejor hay otra persona que debe hacerlo. Alguien más cercano. Al final lo quise intentar, pero tampoco sabía si iba a dar para un libro. Le hice un especial en mi programa de radio, donde me dio esa entrevista, y mucha gente me decía "tienes que escribir el libro". Primero escribí su historia y luego la fui completando con testimonios. Eso lo ha enriquecido mucho porque hay una imagen poliédrica de lo que fue y de lo que significó. Y sobre todo, quería traerlo a España. Quería que la biografía estuviera muy centrada en lo que fue en España y que eso le diferenciara de otras biografías.
Utiliza a Raffaella como hilo conductor para contar la historia de la transición.
Exactamente. Va de forma paralela a nuestro país.
También sus canciones sirven de hilo conductor. El libro de invita a entonar algunas frases.
Te das cuenta de que no tiene un éxito ni dos. Tenía una barbaridad. Ese repertorio fue uno de sus secretos para convertirse en lo que se convirtió. Fue su etapa dorada, de mediados de los 70 a mediados de los 80, y sigue estando muy vigente porque ella, de forma inteligente, lo siguió interpretando en sus programas de televisión. Eso hizo que esos temas siguieran en la memoria de todos y que no se quedara en una simple artista de los 70 o de los 80. Supo utilizar la televisión. Hubo un momento de su carrera que se dio cuenta de que era allí donde tenía que estar, pero utilizando muy inteligentemente la música como complemento. Eso, además, la convirtió en una mujer importantísima. Mi bisabuela ya era fan de Raffaella Carrà. La conocían nuestros abuelos, nuestros padres, nosotros... Y ahora mis sobrinos, con Pedro Pe y con TikTok la van a conocer.
¿Por qué eligió a Jorge Javier Vázquez para escribir el prólogo?
Quería a alguien que hiciera televisión, que la hubiera entrevistado, que se hubiera encontrado con ella. Además, Jorge pertenece al colectivo LGTBI, en el que ella ha sido un referente. Creo que tenían mucha química. Por otro lado, Jorge es muy amigo de Alberto Maeso, que fue la mano derecha de Raffaella. Entiendo que ahí había una unión muy especial.
A mí Jorge Javier me parece un maestro de la televisión actual. Tiene mucha ironía. Ella era muy irónica. Como artista, a nivel musical, Jorge también ha sido muy seguidor de la Carrà. Así, que tenía muchos ingredientes para que fuera él. Se leyó el libro, le gustó muchísimo y me dijo: "Adelante". Hay una frase en el prólogo que me encanta, que dice: "Nada es tan transgresor como la alegría". Y ella era alegría y libertad. Me parece que la definió perfectamente. Con Jorge he acertado.
¿Cómo fue su última conversación con Raffaella, meses antes de que falleciera?
Me impactó muchísimo su muerte porque en la entrevista era pura vida. De hecho, una de las frases que decía era "arriba con la vida". Decía: "Que se vaya fuera este maldito 2020 porque yo pensaba que iba a ser un año maravilloso". Fue el año de la pandemia. Entonces se iba a hacer la siguiente temporada de su programa, que era la versión italiana del programa de Bertín Osborne. Pero todo lo justificó con el tema de la pandemia. Decía "no, no quiero hacer un programa con distancia de seguridad. Es mejor que todo esto pase y cuando pase..." También se había estrenado la película de Explota, explota y dijo que no viajaba a España por la Covid. Era totalmente justificable. Ella en esa entrevista se mostró llena de vida. Pedro Pe la cantó conmigo. Los oyentes decían que estaba igual que siempre. Vaya vitalidad.
A los seis meses falleció, pero ya llevaba con la enfermedad medio año. Estaba viviendo una lucha interna que no contó prácticamente a nadie. Ni a sus sobrinos ni a las hijas de Gianni Boncompagni, que decían: "Por lo menos nos lo podía haber dicho a sus más íntimos para que no se privara de ese amor y de ese cariño". Pero no quiso. Era tan generosa que yo creo que prefirió comérselo ella. En la nota de prensa del día de su muerte lo dijeron: "Un gesto de amor a sus fans para que no sufriera". Fue muy generosa, muy elegante y muy coherente con su vida, porque jamás vendió nada de su vida personal y eso también lo han respetado mucho los testimonios.
¿Cómo una persona tan abierta consiguió tener su vida privada en la más estricta intimidad?
Siendo coherente. Nunca hizo un reportaje para una revista en su casa. Sí habló de sus parejas oficiales. Incluso habló de la maternidad, que ella quería ser madre y no consiguió serlo. De cosas muy puntuales, sí. Pero esa coherencia, esa sensatez, le ayudó a ser respetada. Y la gente le respetó hasta el último momento. Fue muy inteligente porque incluso después de mi entrevista, dio otra en Italia, la última la dio en Londres... Entonces era como que seguía estando ahí. No llegó a desaparecer del todo. No levantó sospechas. Lo consiguió siendo coherente, sensata y respetuosa, acorde a lo que siempre había pedido, que era respeto por su vida.
En el libro hace una analogía entre Raffaella Carrà y Rocío Jurado. ¿Hubiesen sido grandes amigas?
Seguramente. La Jurado era muy fan de la Carrà. Llevaba sus casettes en el coche. Coincidieron en el Festival de Benidorm, pero no llegaron a cuadrar. De hecho, no hay ninguna foto de ella juntas. Las dos eran mujeres con mucho carácter. Tenían muchas cosas en común. Y a Raffaella todo lo que fuera español le volvía loca. Antes de conocer España ya estaba enamorada de nuestro país. Por eso siempre reivindicó la rumba, por eso cantó Fiesta. Seguro que hubieran sido grandes amigas, como lo fue de Lola Flores, de Carmen Sevilla.
Comenta que Raffaella fue la mejor embajadora de España en Italia.
La llamaban La española. En todos los proyectos que hizo siempre hacía algún guiño a España. Por ejemplo, había un programa que se llamaba Carramba, che sorpresa, que era la versión italiana de Sorpresa, sorpresa. Y caramba es una palabra que no existe en Italia. Ella utilizó el caramba, pero lo acopló al Carrà y ahí creó el carramba. Siempre llevó a Italia a muchísimos artistas españoles. Le obsesionaban las rumbas de Estopa, llevó a Mónica Naranjo, que está en el libro, a Monserrat Caballé, a David Bisbal, que sentía devoción por él.
¿Qué le debe España a la Carrà?
Grandes momentos que hemos vivido con ella a través de la tele y la música. Mucha gente se ha sentido representada por ella. Sus canciones eran muy modernas. Y en sus programas, me decían muchos testimonios, hacía sentir que daba igual cómo fueras, cómo sintieras, cómo te gustara vestir... Todo tenía cabida. Sus programas eran un lugar seguro para muchos de nosotros. Eso lo consiguió a través de su naturalidad y de su forma de entender la vida y la televisión.
¿Qué tuvo Raffaella que no tuvieran algunas folclóricas? En el libro habla de celos.
Cuando ella llegó en los 70, había un programa semanal que cada semana estaba dedicado a un artista. Y ella de repente hizo cuatro. Entonces dijeron: "Qué es esto de que venga una italiana a hacer aquí cuatro programas cuando Raphael está haciendo uno". Al principio tuvieron un poco de celos, pero enseguida comprendieron que ella no venía a competir. Raffaella hacía otra cosa. La prueba está en que luego fue la primera defensora de nuestro país y la primera amiga de todas. Se ganó el respeto de la profesión y de la gente.
¿Qué la hizo única?
Aunque vocalmente fuera inferior a muchas.. Y ella decía "yo no soy Barbra Streisand ni Witney Houston", no le importaba ponerse al lado de Lisa Minelli a cantar en New York, New York. Lo compensaba de otra manera y con un carisma que le hizo actuar con muchísima gente importante. En su programa tuvo a Tina Turner, a Madonna... Y no sólo como cantante, sino a nivel televisivo.
No era la simple presentadora que llegaba y presentaba. Llegaba a las ocho de la mañana a la oficina, era la primera, y en torno a su idea principal se ponía a trabajar el resto del equipo. Era el corazón de sus programas. Era una curranta más en todos los sentidos. Decían que se sentaba a comer un bocadillo con el equipo. Se sabía el nombre desde el iluminador al fotógrafo. No era algo fabricado, realmente lo sentía. A ella, de hecho, le gustaba más crear que salir a presentar. Le gustaba más hacer la escaleta del programa, el guion, elegir los temas... Decía: "El resto es ponerme guapa, mirar a cámara y presentar".
Sus canciones más emblemáticas son alegres y festivas, pero también hizo baladas. ¿Habría tenido menos éxito de haberse hecho famosa por las baladas?
El secreto de Raffaella fue entender que ella era una cantante festiva. Le encantaba el soul, la música negra... Pero entendió que su público, que su forma de cantar y lo que le daba el éxito eran las canciones divertidas y alegres. Apostó por ello y no tuvo ningún complejo. Durante un tiempo, quizá, hubo clasismo con ese tipo de música, que muchos, a lo mejor, podrían considerar hortera. Pero al final, hay una generación que hemos querido reivindicar esas canciones porque forman parte de nuestra vida y porque hay tiempo para todo tipo de música.
Además, si te paras a escuchar, muchas de sus letras eran muy atrevidas. Hablan de un amor entre dos personas con embarazos no deseados... Hay una canción que habla de sadomasoquismo... No era una canción facilona. Y luego, a nivel de producción, era muy avanzada. Sobre todo de los 70 a los 80 fue una innovadora a nivel musical.
¿Sufrió mucho por no poder ser madre?
Sí. Fue una de las grandes decepciones de su vida. Quería ser madre, pero tenía miedo a que si dejaba el espectáculo la gente se olvidara de ella. Lo fue posponiendo. Hizo una gira por Latinoamérica que tenía muchísimas ganas de hacer y cuando terminó, que tenía una pareja muy estable, Sergio Japino, y estaba a punto de cumplir los 40, dijo: "Llevamos muchos años trabajando, voy a intentarlo". Lo intentaron, pero el bebé no llegaba. Confesó que se dio de bruces con la realidad cuando el médico le dijo: "Raffaella, asúmelo, pero no puedes ser mamá".
Si se quedaba embarazada, no quería estar de un sitio para otro. Era para quedarse cuidando al niño dos o tres años y luego volver al espectáculo. Pero se dio cuenta de que esas cosas no se programan. Pudo ser madre de sus sobrinos porque su hermano falleció muy joven, de las hijas de Gianni Boncompagni... Y tenía el amor de muchos niños. La vida la compensó de esa manera. Dicen que muchas veces las mujeres no son madres porque tienen su sitio destinado a otro lugar. Pues a lo mejor el suyo estaba en hacer feliz a la gente a través de su arte.
Personalmente, ¿cómo la describe?
Era muy irónica, con mucho sentido del humor. Tiraba mucho de humor negro. Ponía mucha distancia con la gente que no conocía, porque para que entrases en su vida ella tenía que estar muy segura. Por eso siempre tenía a gente muy cercana y casi siempre fue la misma. Tenía muy en cuenta la lealtad y por eso las personas que estuvieron con ella le demostraron a lo largo de su vida que eran fieles. Era raro verla con gente diferente a esas que llevaban toda la vida con ella. No le gustaban las fiestas, pero le encantaba hacer cenas y jugar a las cartas. Y sobre todo, era muy competitiva. Le encantaba jugar para ganar siempre.
Es curioso que no le gustara la fiesta cuando su música invita a festejar.
Como la canción A far l'amore, el remix que hizo Bob Sinclar, aparece al comienzo de la película La gran belleza, que muestra una fiesta súper bizarra, llena de drogas, de alcohol, decía: "¿Pero por qué han puesto mi canción en esta fiesta que no tiene nada que ver conmigo?" Cuando se iba a Puerto Stefano, que es el pueblecito pesquero donde iba a desconectar, hacía una vida tranquila, diferente al mundo del espectáculo. Salía sin maquillar, se iba a tomar el café, a jugar a la máquina tragaperras. Llevaba una vida muy serena, supongo que también para compensar lo que es ser una estrella. Entendió que el escenario era una cosa y la vida era otra.
¿Tendrá alguna sucesora?
Hay muchas cantantes que presentan, pero lo que diferenciaba a Raffaella es que era el alma de sus programas. Tú puedes salir a presentar y lo puedes hacer muy bien y tener carisma. Pero Raffaella era diferente. Llegaba a todos los estratos de la sociedad y a todo tipo de gente. Conseguía conectar con el abuelo y con el nieto.
A nivel musical, Laura Pausini quizá es la estrella italiana más importante, pero no llega a tanta gente ni a tantas generaciones. Es difícil. Supongo que hay gente que es única. Igual que no habrá otra Lola Flores, no habrá otra Celia Cruz, creo que no va a haber nadie que se parezca a Raffaella Carrà. De hecho, cada vez que alguien intenta versionar una canción suya, nunca funciona. Tenía algo tan especial... Ese acento ítalo español que era tan gracioso. Ese ese tono que no se parece a nadie. Era única. Irrepetible.