Está previsto que a finales de 2025 se inaugure una promoción inmobiliaria en Londres dirigida única y exclusivamente a los más acaudalados del planeta. Bautizada como 1 Mayfair, la página web oficial la describe como "una colaboración sin parangón entre arquitectos, diseñadores de interiores y artesanos de renombre (…) Nunca ha habido una residencia igual, ni volverá a haberla".
Ya la venden como la dirección más exclusiva y cara del planeta. Quien está detrás de semejante reto es el milmillonario John David Caudwell (71 años), fundador de la minorista de telefonía móvil Phones 4u, que vendió en 2006 por unos 1.800 millones de dólares (1.658 euros al cambio actual). En su última lista, Forbes le estima una fortuna de 3.300 millones de dólares (3.040 millones de euros).
Su residencia oficial en Londres se ubica en Mayfair, que forma parte del distrito de la Ciudad de Westminster, es decir, la gran zona central de Londres. Con una extensión de 113 hectáreas, Mayfair tiene el precio por metro cuadrado más caro de la capital. En concreto, Caudwell vive en una mansión de 4.180 metros cuadrados con 15 habitaciones, 18 baños y la sala de baile privada más grande de Londres que suele usarse para eventos benéficos.
Tal y como confiesa el empresario y promotor en el recién estrenado reality Viviendas de lujo en Londres (Netflix), "en cierta ocasión vino la princesa Beatriz de York (35) y me dijo que nunca había visto nada igual. A mí me entró la risa". En su reforma se gastó más de 90 millones de euros. Veladamente hace referencia al palacio de Buckingham.
Tras la residencia de Carlos III (75), la de Caudwell figura entre las más caras del mundo. No le corre prisa por vender. "Soy demasiado rico como para preocuparme por ahorrar", ha asegurado recientemente al portal Inews.
El millonario empresario no es un rostro demasiado conocido, sin embargo, en el último siglo han residido en Mayfair celebridades del calibre de los primeros exministros Winston Churchill y Harold Wilson, los actores Vivien Leigh y Peter Sellers, Ian Fleming -autor de James Bond-, Lee Radziwill -hermana de Jackie Kennedy-, Raine Spencer -condesa Spencer y madre de Lady Di- los músicos Handel y Jimi Hendrix -vivieron en la misma dirección con dos siglos de diferencia- e Isabel II, que nació en la casa de sus abuelos maternos escoceses, los condes de Strathmore.
Delimitado por Park Lane, Oxford Street, Regent Street y Piccadilly, Mayfair toma su nombre de la feria anual de mayo celebrada entre 1686 y 1764 en lo que hoy es Shepherd Market y Curzon Street. Lamentablemente, los residentes consiguieron prohibirla porque alegaban que la feria rebajaba el prestigio de esta zona cuya popularidad ha emergido gracias a la serie Los Bridgerton.
Con la tercera temporada recién estrenada, la trama creada por Shonda Rhimes (54) ofrece una radiografía de la alta sociedad británica de principios del siglo XIX que vivía en suntuosas mansiones en Mayfair. Con el tiempo fueron demolidas por la especulación inmobiliaria. Lo mismo ocurrió tras el fervor de la Edad Dorada en la Quinta Avenida de Nueva York con las mastodónticas residencias de los Vanderbilt, los Astor y los Rockefeller.
Una radiografía social que exhibe la serie La Edad Dorada de la plataforma Max. Curiosamente, todos los personajes y escenarios anteriores convergen en una única familia, los Grosvenor. Y, específicamente, en Hugh Richard Louis Grosvenor (33), VII duque de Westminster, X conde Grosvenor y X vizconde Belgrave.
El otrora último gran soltero de oro europeo se casará el próximo 7 de junio con Olivia Henson (31), directora financiera en Belazu, una empresa importadora de productos de alta calidad de casi toda Europa.
La joven desciende de aristócratas que tienen sus raíces en el ducado de Rutland y el marquesado de Bristol y de notables banqueros como la familia Hoare, que en 1672 fundaron una de las bancas privadas más importantes e influyentes del país. Olivia ha tenido una educación exquisita ya que estudió en el Marlborough College, donde también estuvieron Kate Middleton (42) y la princesa Beatriz de York (34).
Si nos ceñimos a algunos de los títulos del atractivo aristócrata, estos están vinculados con Mayfair -su centro neurálgico es Grosvenor Square- y Belgravia, otra de las zonas más pijas de la capital. En total, el duque de Westminster es propietario de 120 hectáreas de terreno sobre el que se han construido algunas de las edificaciones más elitistas del planeta. Al ser el dueño del suelo, ¿qué implica para los ciudadanos que habitan en estas zonas?
En Inglaterra el sistema de la propiedad es muy diferente al español ya que se basa en un régimen feudal y medieval en el que las propiedades se dividen en freehold o leasehold. En la primera se es propietario de lo que está debajo del suelo y de todo lo que está arriba en el aire y la segunda se refiere a un alquiler de larga duración cuyo primer contrato suele establecerse a 99 años.
Una vez transcurrido el tiempo se puede prorrogar por otros 90 años, aunque según los expertos consultados el papeleo suele ser muy caro a la vez que complicado. En la especulación del suelo radica principalmente el origen de la fortuna de los Grosvenor. Un flasback nos lleva a 1677 cuando Mary Davies se casó con tan solo 12 años con sir Thomas Grosvenor, III baronet, de 21.
Como dote, Mary Davies aportó el señorío de Ebury, que consistía 202 hectáreas de praderas, tierras de labranza y terrenos pantanosos ubicados al oeste de la City de Londres (distrito financiero). Con el devenir de los tiempos aquellas parcelas se convirtieron en las zonas de Mayfair, Belgravia y Park Lane. Por su parte, Thomas mandó construir Eaton Hall, la mansión campestre familiar que en la actualidad sigue siendo la residencia principal de los Grosvenor.
La propiedad de 4.000 hectáreas está a unos dos kilómetros de la catedral de Chester, donde se unirá en matrimonio el VII duque de Westminster. Mary solía tener ciertos problemas mentales que tras enviudar en 1701 provocó que enloqueciera hasta ser internada en un centro acorde a su estado.
Debido a este hecho, los Grosvenor empezaron a hacerse cargo del señorío de Ebury para rentabilizarlo. Los tres hijos varones del matrimonio heredaron el título, mientras que su única hija tuvo que casarse con alguien con posibles. Se da la circunstancia que el IV baronet murió sin descendencia, el V baronet falleció soltero y, por tanto, los títulos familiares fueron a parar al VI baronet, sir Robert Grosvenor, que sí tuvo descendencia.
Richard Grosvenor, IV baronet -el primogénito tras la muerte de sus dos hermanos mayores- obtuvo una licencia de edificación que le permitió construir Grosvenor Square, el primer ejemplo de plaza londinense ajardinada en forma ovalada. Thomas Barlow, topógrafo de Grosvenor Estate, se encargó del diseño formado por una cuadrícula de calles rectas y anchas que rodean y confluyen en el centro de esta plaza.
La urbanización de los terrenos siempre tuvo como punto referencial estas plazas (squares) con un espacio central ajardinado y privado para los residentes de las viviendas familiares en hilera (terraced houses) que las delimitaban. Joan Collins (90) vive en una de ellas en Belgravia.
Si en Mayfair fue Barlow quien se encargó de la morfología urbanística, en Belgravia lo hizo Thomas Cubitt, que para sorpresa de nuestros lectores es el tatarabuelo de la reina Camila (76).
A día de hoy, las viviendas que rodean la plaza siguen considerándose como un gran santuario social. Por ejemplo, la inmobiliaria de lujo Knight Frank vende un apartamento de poco más de 400 metros cuadrados por 25,2 millones de libras (29,59 millones de euros).
Unas generaciones más tarde, en la década de 1820, los Grosvenor se centraron en el sur, concretamente lo que se conoce como Belgravia, donde desarrollaron Eaton Square. Esta plaza también es una de las direcciones más exclusivas de la capital inglesa donde vivieron la reina Guillermina de los Países Bajos, los actores Rex Harrison, Vivien Leigh y Louise Rainer, que vivió en el mismo apartamento que la protagonista de Lo que el viento se llevó y fue quien otorgó el primer Oscar a una película española, Volver a empezar, de Garci (80).
No fue hasta 1874 que la reina Victoria del Reino Unido, tatarabuela de Carlos III, nombró I duque de Westminster a Hugh Grosvenor (1825-1899). Hasta ese momento, los Grosvenor eran una familia tremendamente privada que no había protagonizado ningún escándalo hasta que con la entrada del XX, Hugh Richard Arthur Grosvenor, II duque de Westminster apareció en las crónicas sociales como el amante de Coco Chanel.
La pareja estuvo unida sentimentalmente durante una década y aunque el aristócrata le propuso matrimonio, Madamoiselle se negó alegando que "ha habido muchas duquesa de Westminster, pero solo hay una Coco Chanel". O eso es lo que dice la rumorología. A pesar de los pesares, el II duque de Westminster le obsequió con una casa en Mayfair donde abrió su primera boutique en 1927 y una villa llamada La Pausa en Roquebrune-Cap-Martin en la Costa Azul.
Esta no sería la primera vinculación en la moda de los Grosvenor, ya que de 1731 a 1735 mandaron construir Savile Street, conocida actualmente como Savile Row, donde empezaron a abrir los talleres de los mejores sastres a medida del mundo. Allí se han vestido notables personajes históricos como el almirante Nelson, Napoleón, el duque de Windsor, estrellas de Hollywood de la talla de Gary Cooper o Clark Gable y futbolistas- estrella como David Beckham (49).
A medida que avanzaba el siglo XX, los cambios en la legislación inglesa obligaron a los Grosvenor a vender algunas hectáreas de terreno a particulares o cederlas al gobierno y la iglesia. Es lo que ocurrió con Pimlico, una escisión de Mayfair en la que Thomas Cubitt desarrolló unas calles residenciales inspiradas en la arquitectura de la Regencia.
También se escapó del control de los Grosvenor el terreno sobre el que se asienta el hotel Claridge’s, uno de los sanctasanctórum de Londres que sirvió como refugio a los reyes de Grecia, Noruega y Yugoslavia durante la II Guerra Mundial.
Este cinco estrellas gran lujo fue el escenario de excepción de las primeras llamaradas surgidas entre Juan Carlos I (86) y Sofía de Grecia (85), que asistieron en 1961 al enlace de los duques de Kent. En su libro La soledad de la reina, Pilar Eyre narra que la entonces princesa griega se registró en la recepción donde se percató de uno de los nombres anotados en el libro de huéspedes, el duque de Gerona.
A la hija del rey Pablo I de Grecia y de Federica de Hannover le picó la curiosidad y preguntó de quién se trataba. Fue el propio Juan Carlos quien le esclareció la duda.