Hubo un tiempo en el que la Quinta Avenida atesoró las mansiones más impresionantes de Estados Unidos. Sobre todo, en el tramo que va desde la calle 59 hasta la 78 ya que se tenían las mejores vistas de Central Park y estaban alejadas del bullicio del sur de la isla de Manhattan. Los millonarios surgidos de la Época Dorada a finales del siglos XIX se adueñaron de esta zona de la ciudad que no tardó en denominarse Millionaire's Row, que en la actualidad tal honor recae en la calle 57 entre la Sexta y la Séptima Avenida.
Con motivo de las festividades del 200 aniversario de la Quinta Avenida, JALEOS indaga en la historia de varias de las mansiones y apartamentos que habitaron algunos de los personajes más famosos del siglo XIX y XX.
La mansión más grande fue la de Cornelius Vanderbilt II, nieto del fundador de la dinastía naviera y del ferrocarril, que ocupaba toda una manzana entre las calles 57 y 58. Tenía 137 habitaciones de las cuales 37 eran dormitorios, 16 baños, varios salones, un salón-galería de arte, otro salón de baile y un sinfín de lujos. Debido a su tamaño aún se la considera la residencia privada más grande jamás construida en Nueva York.
Dicen que invirtió 3 millones de dólares entre 1873 y 1874, pero aquella obra de arte duró poco porque en 1916 la derribaron. En el solar se construyeron los grandes almacenes Bergdorf Goodman, que todavía pueden visitarse. Hay restos de la mansión esparcidos por Manhattan, como las puertas de entrada que ahora están en Central Park, relieves escultóricos que ahora están en el Hotel Sherry-Netherland y una gran chimenea que ahora está en el Museo Metropolitano de Arte.
La segunda más apabullante fue la de William A. Clark, denominado el rey del cobre que levantó en el número 960 una mole de estilo Beaux-arts de 121 habitaciones, 31 baños, 4 galerías de arte con cuadros de Degas y Rubens, una piscina gigante, un teatro, un garaje enorme y el colmo de los lujos, una vía de tren subterránea desde la que traía siete toneladas de carbón diarias para la calefacción y la electricidad. En el mismo emplazamiento se erige en la actualidad un edificio de apartamentos construido en 2018.
Tras la muerte del empresario milmillonario, su hija Huguette, apodada el fantasma de la Quinta Avenida, se convirtió en la millonaria más estrafalaria de la historia ya que desapareció de la escena social en 1930 hasta su muerte a los 104 años en 2011. Vivió en un piso palaciego en el 907 de la Quinta. Dejó 440 millones de herencia.
Sin duda, la persona que más mandaba en la Época Dorada fue la señora Astor, perteneciente por matrimonio a la legendaria familia de los Astor, quienes eran el equivalente a old money. Su mansión de con la fachada de piedra rojiza, de cinco plantas y forma cuadrada se ubicaba en el 350 de la Quinta con la calle 34 donde hoy en día se erige de forma majestuosa el Empire State Building.
La dama creó su famosa lista de los 400 porque ese era el número de personas refinadas que cabían en su salón de baile, donde acudía el who is who de la época. Posteriormente, junto a su esposo John Jacob Astor III construyeron otra residencia mucho más grande en los números 840-841 de la Quinta donde mostraron su grandeza con una sala de baile para 1.200 personas.
Lady Astor odiaba a los nuevos apellidos o, lo que es lo mismo, el new money de los Vanderbilt. De ahí que Alva Vanderbilt rivalizara con ella, por lo que junto a su marido mandó construir Le Petit Château, una increíble mansión ubicada en el 660 de la Quinta Avenida con la calle 52 que se asemejaba al estilo de las grandes residencias de París.
Para demostrar que tenías una gran fortuna y clase, los nuevos ricos tenían como referencia la arquitectura europea.
La mayoría de las mansiones de la Época Dorada se derribaron durante las décadas de 1910 y 1920 para construir rascacielos residenciales y de oficinas. En la actualidad quedan pocos ejemplos de aquella época como la mansión de los Frick, donde se encuentra la Frick Collection, ubicada entre las calles 70 y 71 y la Quinta Avenida; en la calle 52 con la Quinta se ubicaba la residencia del financiero Morton F. Plant y del rico Edward Holbrook, pero ahora es el emblema neoyorquino de la joyería Cartier y, por último, la mansión del 1009 de la Quinta con la calle 82 perteneció al empresario del tabaco Benjamin N. Duke y que un siglo más tarde compró Carlos Slim (84). El milmillonario mexicano la puso en venta el año pasado por 80 millones de dólares.
A partir de la década de los treinta, el arquitecto Rosario Candela se convirtió prácticamente en el inventor de los rascacielos residenciales. Uno de los más prestigiosos fue el 1040 de la Quinta Avenida donde Jacqueline Kennedy Onassis compró el penthouse de 500 metros cuadrados tras quedarse viuda del presidente J.F.K.
Al ser una de las mujeres más fotografiadas del siglo XX esperaba que su tranquilidad no se perturbara, pero el paparazzo Ron Galella la pilló en infinidad de ocasiones entrando y saliendo del inmueble. La viuda de América acabó tan harta que le llevó a juicio y, tras ganarlo, Galella no pudo acercarse a menos de 25 metros. La ex primera dama falleció en 1994 y sus hijos vendieron el inmueble al empresario David Koch. La actriz Candice Bergen (78) y su esposo compraron el apartamento de la planta 16.
Otro de los lujosos edificios de Candela fue el 834 de la Quinta Avenida, donde Laurance Rockefeller, miembro de la tercera generación de los Rockefeller, vivió en el ático triplex de 750 metros cuadrados más otros 370 metros cuadrados de terrazas durante más de cincuenta años hasta su fallecimiento en 2004. Su siguiente propietario fue el magnate de los medios de comunicación Rupert Murdoch (93), que perdió la propiedad tras su agrio divorcio con su tercera esposa, Wendi Deng (56).
Otros ilustres vecinos fueron la reina de los cosméticos Elisabeth Arden, el ex presidente de Sotheby's Alfred Taubman y Antenor Patiño, el rico boliviano a quien llamaban el rey del estaño que se casó con María Cristina de Borbón y Bosch-Labrús, duquesa de Dúrcal y pariente del rey Alfonso XIII.
Entre las luminarias del cine, uno de los apartamentos más espectaculares fue el de la actriz Bette Midler (79), que habitó un triplex en el 1125 de la Quinta Avenida que vendió en septiembre de 2019 por 50 millones de euros. El apartamento, cuyo edificio diseñó otro arquitecto de renombre como Emery Roth, constaba de 14 habitaciones, de las cuales 6 eran dormitorios y tenía dos lujos prácticamente inalcanzables en la ciudad, un espacio al aire libre compuesto por 280 metros cuadrados de terrazas y un jardín de 83 metros cuadrados. Un paraíso en el cielo.
Ahora imagínense haber vivido en el One Fifth Avenue, un edificio de exclusivos apartamentos residenciales de estilo Art Decó construido en 1927 que ha sido el hogar de un sinfín de celebridades como Helena Bonham-Carter (58) y Tim Burton (66) hasta su separación en 2014, Jessica Lange (75) se compró dos pisos, el músico Keith Richards (80) organizaba juergas hasta altas horas de la madrugada que molestaban a los vecinos, Blythe Danner (81) -mamá de Gwyneth Paltrow (52)- encontró su lugar ideal para descansar, la cantante Patti Smith fue fotografiada por Robert Mapplethorpe para la portada del álbum Horses y Courteney Cox (60) hizo el casting para el vídeo musical Dancing in the Dark con el que saltó a la fama en el dúplex de Brian De Palma (84). En cierta ocasión, el realizador de Scarface (1983) se presentaba por sorpresa en el apartamento de algún vecino para pedir limones.
En esa misma dirección en la década de 1830 se ubicó la escuela para niñas Misses Green, donde estudió la madre de Winston Churchill y donde fueron profesores Andrew H. Green, que dirigió la construcción de Central Park y de la Librería Pública de la ciudad y Elihu Root, que se convertiría en secretario de estado.