La firma joven Maria Ke Fisherman ha presentado su nueva colección, una propuesta que aúna el universo hippie de los años 60 con un armario futurista y con la que han querido demostrar que su moda, pese a recoger influencias de distintas épocas, genera tendencias inéditas.
"Es la primera vez que estamos contentos al cien por cien con lo que hemos hecho", ha explicado a Efe Víctor Alonso, el componente masculino de Maria Ke Fisherman. Tras ausentarse de la pasada edición de Mercedes-Benz Fashion Week Madrid, la firma, que ha vestido a celebridades como Lady Gaga (32 años) o Miley Cyrus (25), ha vuelto con mucha fuerza.
Lo ha hecho con una propuesta que juega a imaginar cómo sería el festival de Woodstock de los años 60 si se celebrara dentro de un siglo, una reunión hippie del futuro que María Lemus y Víctor Alonso, el tándem creativo de la marca, han visualizado con colores claros, pocos estampados y patrones "muy trabajados".
"Un futuro lleno de luz", resume Alonso, que atribuye su satisfacción como diseñador al hecho de que, gracias a ese "parón" fuera de la Semana de la Moda, tanto él como su compañera han podido profundizar mucho más en el concepto que hay detrás de esta colección, que se ha presentado en un escenario "faraónico": las obras del edificio Caleido, el nuevo rascacielos de la ciudad.
Entre camiones que cementan el terreno, andamios, grúas y las vigas de este edificio en construcción, han desfilado las nuevas creaciones del dúo textil, que ha cambiado la clásica pasarela por un kilométrico camión situado frente a los asistentes, un escenario muy alejado de la pradera en la que se celebró el mítico festival.
A pesar de enmarcarse en ese evento del mañana, los nuevos diseños de Maria Ke Fisherman evitan la manida visión tecnológica del porvenir. Por eso, los tejidos técnicos, habituales en sus propuestas, han pasado a un segundo plano en favor de hilos de algodón poco trabajados y materiales más propios de sacos toscos que de prendas futuristas.
La moda más "natural", aunque completamente alejada de lo rural, y que compone "la colección con más artesanía" que la firma ha presentado hasta la fecha.
Ese trabajo manual ha quedado patente en piezas de crochet confeccionadas a mano, como unos pantalones ligueros, vestidos largos y "tops", todos ellos llevados al terreno de Maria Ke Fisherman con asimetrías y aperturas que revelan partes del cuerpo, como los muslos o el torso, y en colores flúor. Moda artesana y rabiosamente urbana, que va un paso por delante de la calle.
Los materiales experimentales han aparecido únicamente en algunas prendas de aspecto holográfico y unos conjuntos elaborados en una tela finísima de apariencia vaquera que, en realidad, estaban estampados al estilo "tie dye" como los que lucieron los asistentes de aquel Woodstock original.
Ese estampado tan característico de la época hippie ha sido uno de los pocos presentes en la muestra, en la que han primado las piezas de colores planos. Una paleta sencilla que ha ganado presencia a través del trabajo de patronaje en punto, la formas sobredimensionadas y las superposiciones de prendas para crear las combinaciones y transiciones cromáticas.
Una de las novedades más evidentes ha sido una línea de prendas básicas que pretenden ser "más accesibles a todo el mundo", como los pantalones campana de tiro alto y las camisas masculinas, y que contrastan con sus características superposiciones y aberturas, solo aptas para los "club kids".
Unas botas de astronauta con una amplísima suela de plataforma, forrada en un calcetín de lycra plateada que sube por la pierna, daban el toque final a la propuesta, que ha logrado predecir cómo sería un festival celebrado en La Luna.
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