Para Maria Grazia Chiuri (54), la cabeza pensante de la maison parisina Dior, la moda y la danza comparten una voluntad de liberación a la que este martes rindió homenaje en su desfile de París, con una colección que invitó a redefinir los básicos del armario de verano.
Chiuri continúa explorando los códigos del universo de Christian Dior, un enamorado del baile, y en su propuesta para la primavera-verano 2019, que abrió una nueva Semana de la Moda, se apropió de maillots, bodys y otras piezas del ballet, de ahora en adelante prendas de calle.
La puesta en escena lo hizo evidente: una bailarina, vestida con un mono bordado abrió el desfile entre pétalos de rosas que caían en un espacio oscuro, apenas iluminado por un tenue foco blanco. A ella se unieron una decena de danzantes, dirigidos por la coreógrafa israelí Sharon Eyal, que se movían entre las modelos al ritmo de una mística melodía.
Las faldas plisadas en tul y los vestidos de bailarina, un recurso ya frecuente en las líneas que Chiuri ha creado para Dior desde su llegada en 2016, protagonizaron buena parte de una línea rica en colores pastel y con brochazos de negro o caqui.
"El baile y la moda definen el cuerpo y, gracias a la disciplina, nos enseñan a controlarlo", apuntó la marca en una nota que recibieron los invitados al desfile, que tuvo lugar en una amplia instalación en el hipódromo de Longchamp, a las afueras de París.
El trabajo de líderes del baile, como Pina Bausch, Isadora Duncan o Martha Graham, inspiraron a Chiuri, que quiso decorar el pabellón, con forma de cubo, con algunas de sus frases: "Baila, baila, si no estamos perdidos", decía Bausch.
No solo en las formas de esta colección se vio la influencia; Dior cargó vestidos, faldas y abrigos de seda con estampados de caleidoscopios en homenaje a las puestas en escena cinemáticas de la estadounidense Loïe Fuller, que con luces de colores y telas fluidas alcanzó la fama a finales del siglo XIX.
El contraste de las siluetas vaporosas y las faldas a media pierna lo pusieron los pantalones vaqueros, anchos, descoloridos y caídos, de inspiración más bien hip-hopera, y faldas y vestidos tejidos como redes de pescadores, el golpe comercial de esta temporada.
Así, Chiuri traza su camino en Dior construyendo un universo que tiene mensaje y forma propia: por un lado, la reivindicación feminista que empezó con el We should all be feminists (Todos deberíamos de ser feministas) grabado en camisetas de algodón, homenaje a la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, y que evoluciona ahora en una ofrenda a las grandes mujeres del baile.
Por otro lado, los códigos del diseñador, como las faldas evasé, los vestidos princesa, las chaquetas entalladas en la cintura y los estampados inspirados en signos del horóscopo, que se compensan con apuestas de venta fácil, como bandoleras con el antiguo logo de la casa y bisutería juvenil, sonados éxitos de otras ediciones.
Chiuri, que en estos años ha propuesto estilismos inspirados en el vestuario de obreros o en el de los manifestantes del Mayo del 68 francés como gestos de empoderamiento femenino, salió a saludar con una blusa ancha azul marino y vaqueros de hombre con el tiro bajo. El público no paró de aplaudir y aclamar a la creadora, una reacción que augura que la nueva vía de Dior puede tener aún un brillante futuro.
La firma compartió el protagonismo con el joven Simon Jacquemus, uno de los talentos emergentes más apreciados de París en el extranjero, tenida cuenta de la visibilidad que ha alcanzado en tan solo tres años.
El diseñador bautizó su colección como La Riviera, con creaciones en su línea ultra sensual y minimalista, cargada en esta ocasión con faldas vaporosas, tejidos transparentes y muchos flecos, dignos de lucir sobre las pistas de baile de las playas mediterráneas de la Costa Azul, donde creció.
[Más información: Mar y dunas salvajes para la Primavera-Verano 2019 de Fay]