El microblanding es una técnica de maquillaje a la que recurren multitud de famosas. Y es que, dentro de las técnicas de micropigmentación estética, con este tratamiento se consigue corregir o reconstruir completamente una ceja sin casi pelo con un resultado muy natural.
Una técnica arriesgada que EL ESTILO ha probado en primera persona para conocer qué necesitas saber antes de someterte al tratamiento. Lo primero, y más importante que hay que hacer es elegir al profesional con el que te sientas más cómodo, en mi caso, tras horas y horas buceando por Instagram, esocogí a Ana Mircea Oprea.
Esta profesional me aportaba seguridad porque está clasificada como master, es decir, con una mayor destreza y trabajos previos. A cada profesional se le da un título según la clasificación que realizan las distintas escuelas de microblading, la más grande a nivel mundial es Phibrows.
El precio del procedimiento depende mucho del artista. Por presupuestos a los que pudo tener acceso este periódico oscilan desde los 150 euros hasta 450 euros.
La técnica consiste en dibujar la ceja pelo a pelo para conseguir el resultado más natural posible, que aporte una mayor armonía en la cara. Para conocer qué se quiere lograr exactamente, se tiene una charla previa en la clínica. En nuestro caso, el objetivo era levantar la mirada ya que las cejas estaban muy pegadas al ojo y poco pobladas después años de depilación.
Posteriormente, en la sala donde se realizará el tratamiento la profesional limpia la ceja y, con un programa, estudia los rasgos de mi rostro y el grosor e inclinación que más favorecen a cada persona.
Con todos estos datos, la especialista pasa a dibujarlas, de forma que la paciente pueda hacerse una idea del resultado final.
Me tumbé en la camilla un poco nerviosa, no sabía si iba a doler, pero nada de lo que preocuparse tampoco, enseguida me di cuenta de que no es más molesto que cuando las depilamos.
Tengo que reconocer que, a pesar de que me había avisado, cuando me vi en el espejo me quedé un poco impactada. ¿La razón? Debido a un tinte que aplica como paso final, estas estaban bastante oscuras y un poco hinchadas. Algo que remitió en los primeros días tras unos cuidados básicos, y al final mis cejas quedaron exactamente igual que el dibujo original. Ahora enmarcan la mirada y aportan simetría.
Dependendiendo del tipo de piel es más o menos difícil trabajar. En el caso de mi piel, bastante gruesa y con tendencia grasa, me avisó de que probablemente necesitara un retoque a los 40 días.
Así que, aunque yo seguía enamorada de mis cejas, me acerqué a mi cita, donde le pregunté si sería posible modificar un poco la forma para darle más arco y, una vez más, se obró el milagro.
De nuevo, dependiendo del tipo de piel, el resultado dura entre uno y dos años. Un periodo de tiempo prolongado en el que poder lucir unas cejas perfectas.
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