Arturo Obegero enseña sus manos y, como si se tratase de estigmas, revela las heridas que le ha dejado la máquina de coser de 25 centímetros con la que está terminando en soledad la colección con la que se estrenará en unos días en la Semana de la Moda de París.
Parece una gesta anacrónica en pleno siglo XXI, pero Obegero, español de 26 años, está tan orgulloso de sus llagas que las comparte con una sonrisa altanera: "Es duro pero lo valoro porque me doy cuenta de que todas las prendas que hago son muy personales, porque las hice yo desde el minuto cero, eso les da alma", dice.
Graduado en la Escuela Superior de Moda y Diseño Goymar, en La Coruña, y posteriormente en la prestigiosa escuela Saint Martins de Londres, a Obegero se lo rifaron las casas de moda de París que lo llamaron para integrar sus equipos tras acabar su formación.
Él se decidió por Lanvin, donde integró durante un año el equipo creativo que lideraba Bruno Sialelli, la última esperanza de la maison de moda más antigua de París que vive desde 2015 un período tumultuoso.
"Me llamaron también de Yves Saint Laurent pero decidí ir a Lanvin porque era muy prometedor, como lanzar una marca desde cero. Aprendí a ver cómo funciona una marca tan grande en una industria potente, los problemas con los presupuestos... me valió mucho para crear mi marca ahora", explica a Efe en el salón de la agencia que lo representa ahora.
Lo cierto es que no tardó ni un año en abandonar Lanvin para iniciar su propia aventura, una idea que le rondaba desde hacía años y que tan solo parece el primer paso hacia un destino ambicioso: "No tengo tiempo que perder".
Natural del pequeño pueblo pesquero de Tapia de Casariego (en Asturias), Obegero, hijo de un profesor de surf y una médico, se crió entre playas en un ideal bohemio que parece haberle dado alas para soñar.
Los libros de su tía Lola, "una loca de la moda" que le regaló un volumen sobre Yves Saint Laurent, despertaron su curiosidad sobre un mundo al que no pertenecía. Incluso hoy, los estrictos códigos sociales de la moda parecen no afectarle: es alegre, llano, cercano y espontáneo.
Una simplicidad que podría confundirse con la ropa que confeccionó para su primera colección y que muestra en Instagram, plataforma que le ha permitido entrar en contacto con miles de usuarios, entre ellos las cantantes Céline Dion y Solange Knowles, amantes de sus creaciones.
Pero detrás del negro azabache que define los severos códigos estilísticos de Obegero, hay un cuidado por el patronaje y la silueta que él defiende como una herencia de su principal influencia, Cristóbal Balenciaga.
"Es mi héroe. Me encanta cómo mezclaba la sobriedad y la severidad del norte con lo súper opulento del sur, la cultura de la tauromaquia y el flamenco, y cómo lo hacía de forma pura, minimalista. Eso es a lo que aspiro, crear algo que tenga muchas referencias pero que a la vez sea limpio, sensual y romántico", asevera.
Sus pantalones de talle altísimo, similares al que viste el torero con el traje de luces, sus blusas de seda de manga abierta y sus tops palabra de honor a base de cinturones se han convertido en su seña de identidad, pero el próximo 2 de marzo el asturiano presentará una nueva colección, Academia, en la que promete sorprender y añadir nuevos colores inspirándose en la danza.
La línea saldrá directamente de su cocina pues es en el pequeño apartamento parisino en el que vive donde está terminando -con sus ahorros- cada detalle con un dominio del corte y la costura poco común para un joven diseñador, a quienes hoy se les reprocha en la industria la falta de conocimientos técnicos.
"Hay diseñadores para los que todo es purpurina pero para mí si no tienes una buena silueta se te cae todo y la silueta es mi fuerte", admite, y comparte su ambicionado modelo de negocio: no tener "stock", devolver la fantasía a las prendas y hacer soñar a la gente con prendas que tengan "una historia que contar".
Ahora, solo espera ganar lo suficiente para sacar su marca adelante. A largo plazo se ve dirigiendo una gran "maison": "Quiero ser el primer español que dirija Balenciaga después del creador", lanza.
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