El mundo de la moda hace frente a la pandemia, se torna imprescindible, una situación ante la que se rebela, con pundonor, y lucha por reinventarse y sobrevivir, grandes retos en los que necesita el apoyo institucional y nuevos hábitos de consumo sin "hipocresia", alejados del "fraude" de la globalización.
Los diseñadores Modesto Lomba, Dolores Cortés, Roberto Verino y Hèctor Jareño se muestran, en una conversación telemática con EFE, convencidos de que tras esta crisis la industria de la moda debe cambiar, un cambio en el que deben implicarse las administraciones, tanto española como europea, para aportar soluciones eficaces al sector.
"No pedimos ayudas, sí cambios en la normativa", y señalan, por ejemplo, que la Ley de Contratación debería poner en valor lo fabricado en Europa, ya que las condiciones laborales no son iguales en Europa que en Asia.
"¿Vamos a olvidar lo que estamos viviendo, por lo que estamos pasando?, se pregunta Modesto Lomba, presidente de la Asociación Creadores de Moda de España (ACME), quien añade que la globalización que parecía "fantástica, ha pinchado. Es un fraude. Se ha vuelto en nuestra contra".
Ahora bien, el confinamiento nos debe servir para hacer un ejercicio de "reflexión, mirarnos al espejo y decidir si estamos dispuestos a cambiar".
La moda lleva años lamentando la externalización de la producción, un hecho que hoy ha puesto en evidencia la destrucción de la histórica industria textil de la que disponía España, que son puestos de trabajo, añade la diseñadora de baño Dolores Cortés.
Y, precisamente, esto lo que provoca es que "dependamos muchísimo del exterior y en situaciones extremas podamos tener desabastecimiento", ahonda Cortes.
Esta crisis es un aviso, la producción fuera de España sale cara, "merma la economía". Con esta lección aprendida es el momento de "revitalizar" la industria, añade el asturiano Hèctor Jareño, de la firma Relliquiae, quien considera que la moda necesita un plan que pase por la "recuperar los oficios, la fabricación local y hacer hincapié en la artesanía contemporánea, la base del consumo responsable".
Lomba añade que la globalización ha servido para que "algunos ganen mucho dinero con falta de ética", lo que les convierte en "cómplices al trabajar en países donde las condiciones laborales no son las que tiene España ni Europa".
"China es la fábrica del mundo", donde confeccionan sus prendas incluso las marcas más prestigiosas, dice Cortés desde su taller en Villa Real (Ciudad Real), y aunque considera que revertir esa situación es difícil "hay que intentarlo e implicar al consumidor para que no busque solo prendas baratas".
Pero ese cambio requiere "mucho más que la voluntad de las marcas", ha señalado el diseñador gallego Roberto Verino, que asegura que este reto requiere un esfuerzo conjunto por parte de la administración, las marcas y el consumidor, que debe entender que la calidad tiene mayor coste.
En la misma línea, Jareño puntualiza que no se trata de "qué consumo sino de cómo consumo", una idea a la que se suma Cortés, quién resalta la importancia de transmitir al consumidor la necesidad de comprar un producto mejor, que durará, se podrá reutilizar y además contribuirá a preservar el medio ambiente.
"La reina Letizia y otras personalidades reutilizan prendas", añade Cortés, que considera que los diseñadores deben esforzarse en dar un producto atractivo, "a un precio honesto, accesible al consumidor medio".
Jareño incide en que hay que "abandonar hábitos de consumo hipócritas". Solo así, "podremos salir de la crisis, que es lo queremos todos", añade.
"Los diseñadores no podemos relajarnos, debemos ponernos las pilas para que el consumidor no compre diseño solo porque esté hecho en España sino porque vale la pena", dice Cortés.
"Sin talento y sin consumo desaparece la riqueza de país y nuestro modo de vida tal y como lo tenemos", explica Jareño, que recuerda que el estado de bienestar se nutre de los impuestos, de ahí que sea importante producir en España y consumir producto español.
Lomba incide en que de la misma manera que en momentos de crisis se ha protegido la agricultura y la energía al "tratarse de sectores estratégicos, ante la pandemia muchos sectores industriales, como la moda, deberían pasar a ser sectores esenciales".
Basta recordar que ante esta situación, la industria textil ha sabido convertir la flaqueza en músculo productivo para coser y distribuir mascarillas y trajes asépticos para el personal sanitario de manera desinteresada.
Verino apunta que la industria de la moda ha demostrado que su fortaleza está en su "gente más que en su músculo" y señala que detrás de la moda "hay personas con voluntad, fuerza, cultura del emprendimiento y capacidad creativa sin límites".
"El día después de la pandemia del coronavirus pasa por generar valor-país", concluye Jareño, quien asegura que como consumidores "somos poderosos para producir el cambio de paradigma".
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