Las zapatillas deportivas no son un simple calzado informal, sino el resultado de un diseño comparable al de una obra de arte, y el Museo del Diseño de Londres ha puesto en valor su importancia con una exposición que quiere convertir en su gran baza, tras permanecer meses cerrado por la situación de pandemia que ha asolado al mundo.
La muestra 'Sneakers Unboxed: Studio to Street', cuyo significado es 'Zapatillas desempaquetadas: del estudio a la calle', se encuentra abierta al público hasta el mes de octubre. En las salas del museo se explica cómo el mercado de las deportivas está en auge y como se prevé que alcance su máximo valor en los próximos años. En concreto, se calcula que puede poseer un valor de más de 82.500 millones de euros en el año 2025.
Hace dos años, en 2018, se vendieron alrededor de 1.282 millones de zapatillas en todo el planeta. De hecho, Reino Unido es el tercer país que más deportivas consume del mundo, solo por detrás de China y Estados Unidos. Sin embargo, no está entre los diez países que más las producen, de los cuales, más de la mitad son países asiáticos.
La exposición divide sus salas entre 'Estilo' y 'Funcionamiento', y repasa la historia y evolución de las zapatillas, así como su influencia en el mundo del deporte, de la cultura urbana, o la moda.
Incluso, dedica un espacio a las deportivas de alta costura. En las últimas décadas, las marcas de moda de lujo, e incluso las de supermercados, se han sumado a la producción de zapatillas de deporte propias. Stella McCartney, Dior, Balenciaga o los almacenes suecos Ikea son ejemplo de ello.
Es la llamada trainermania, o pasión por las deportivas, que sufren personas como el experto británico Kish Kash, que colecciona centenares de ejemplares. "Las zapatillas de deporte son una forma de arte para mí, las veo como arte. Otros podrán decir que es una obsesión, pero yo digo que es más una apreciación", explica.
La exposición se remonta a los orígenes de este tipo de zapatos, así como a los materiales que las forman; la vida útil de las mismas, así como la huella de carbono que dejan durante su proceso de producción y de desintegración, que puede llegar a durar hasta mil años, en algunos casos.
Pero también mira al futuro, a los próximos años en el ámbito textil. En el Museo del Diseño se puede ver un ejemplar de la tejedora robot que Adidas utiliza en la fabricación de sus próximas zapatillas Strung, capaz de finalizar en cuestión de minutos un ejemplar, algo que pretende reducir el impacto medioambiental casi a cero.
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