El cuidado correcto de nuestra piel es algo a lo que se da más importancia cada día y, si hace años tan solo incluía ponernos crema hidratante tanto por la mañana como antes de acostarse, ahora es habitual que en la rutina de belleza haya cosméticos tan valiosos para presumir de la mejor versión, como sérum, contorno de ojos, agua micelar o tónico facial, que todavía, en ocasiones, se confunden entre sí.
El tónico facial es el único cosmético recomendado para todo tipo de pieles -secas, grasas, mixtas, delicadas o maduras, por poner tan solo algunos ejemplos - y uno de los tratamientos fundamentales para el cuidado del cutis.
Se aplica dos veces al día, con un disco de algodón y con suaves toquecitos, siempre después de la limpieza de la cara y antes de aplicarn la crema, y contribuye a restablecer el PH del rostro, refrescando la piel y cerrando los poros, con importantes propiedades nutritivas y regeneradoras.
Se diferencia del sérum principalmente en su textura, ya que los tónicos suelen ser similares al agua mientras que los sueros son más espesos y con una mayor concentración de ingredientes activos para tratar problemas específicos en nuestra piel, como manchas, arrugas o líneas de expresión. Un uso totalmente complementario con el tónico, que hidrata y recupera la piel por completo después de su limpieza.
Tal y como señala la farmacéutica Marta Masi "aporta frescor e hidratación a la piel, la prepara para tratamientos posteriores -después las cremas resultan más efectivas- y a largo plazo es visible un rostro más luminoso, poros más cerrados, manchas atenuadas e incluso regulación en la producción de sebo".
Los motivos, según los expertos
1. Equilibra la piel. Visualiza tu rutina de belleza en forma de capas. Tras la limpieza, y antes del serum o la crema, es donde tiene sentido aplicar el tónico. La razón es que su principal objetivo es, precisamente, equilibrar la piel después del 'trasiego' de la limpieza.
"Acabas de arrastrar la suciedad e impurezas con un producto con tensioactivos", explica Claudia Varanski, creadora de la firma Varanski Naturals. "Por suave y delicado que sea tu limpiador, y muchas fórmulas actuales pueden presumir de ello sin perder eficacia, no deja de ser una pequeña 'agresión', por lo que es preciso que devuelvas el pH de la piel a su punto ideal. Además, el tónico remata la operación limpieza eliminando cualquier resto de producto que haya quedado sobre tu rostro".
2. Trata la piel. Existe un tónico para cada tipo de piel, ya sea sensible o reactiva, seca, mixta, grasa, madura, joven... Al ser un must, "da respuesta a cada tipología y consigue que el cutis se calme, refresque y alise", aclara Claudia.
3. Colabora con el resto de productos. Imagina que tienes los poros abiertos, líneas de expresión, sequedad o cualquier otra situación cutánea que te preocupe. No todo el mérito de la mejoría que experimentes es de tu crema con tratamiento específico: sin el tónico no sería posible porque facilita la absorción de los activos.
4. Aumenta el riego sanguíneo. Mejora el riego de la zona donde lo apliques, lo que se traduce en una piel acondicionada y con un aspecto fresco y vivo. ¿Un consejo de aplicación para potenciar al máximo sus propiedades? Olvidarse del algodón y aplicarlo directamente con las manos, a toques o ligeros pellizcos, y con la cabeza agachada. Rostro despejado al instante.
5. Hidrata, revitaliza, ilumina, reafirma y previene la flacidez. Hay fórmulas versátiles 'para todos los públicos' y otras específicas (por ejemplo, para la piel grasa), pero todos aportan antioxidantes e hidratan la piel. Además, el tónico favorece la elasticidad y previene la flacidez.
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