El mundo del espectáculo es un mundo de color, donde se experimenta -con el único límite de la imaginación- con la moda, el maquillaje y la apariencia. El espectáculo WAH, que se puede disfrutar en IFEMA, Madrid, se ha dejado llevar por las ideas más “locas” para crear un show diferente, donde la música y la gastronomía son sus principales protagonistas.
Bajo la premisa de un mundo distópico donde todo rastro de música ha sido silenciado por la Nación Omega, y donde un grupo de artistas rebeldes -los WAH- aún saben disfrutar de la música, el show hace un repaso a los grandes géneros de la historia de la música: del jazz, a la ópera, el rock o la electrónica. Junto a un explosivo espectáculo musical, los asistentes también pueden recorrer sabores y platos de todo el mundo en un food hall de más de 1.000 metros cuadrados con 14 estaciones gastronómicas.
Se han unido en WAH dos conceptos muy relacionados con el ocio, para dar pie a un nueva forma de entretenimiento. Y tan pintoresco como la mezcla de música y gastronomía es la historia de la creación de WAH. Jordi Dalmau, director creativo de WAH y diseñador, explica cómo llegó hasta WAH, o más bien al revés:“Yo conocía a Miguel Depáramo (creador de WAH y director creativo de la productora Music Has No Limits) desde hace mucho tiempo y vino a verme hace más de dos años con un proyecto que aún no se llamaba ni WAH. Vino la pandemia y el proyecto comenzó a crecer y yo ni me lo creía. Me lo encontré de sopetón con lo que es ahora”.
“Empezamos a crear la historia, a partir de ahí los castings y cuando empezamos a conocer a los artistas también se empezaron a crear los personajes. Se fue creando WAH él solito”, cuenta Dalmau, que tiene a sus espaldas más de 12 años de trayectoria en la moda nupcial y varias experiencias en el mundo del espectáculo.
Dalmau ha podido volar libre en WAH, donde afirma “no haber trabajado nunca tan agusto”, para crear las más de 80 prendas (para los dos elencos de protagonistas) que visten cada noche a los artistas y trabajadores del dinner show: “Ninguna pieza sale igual. Además de confeccionarlas y coserlas a mano también las pintamos a mano para que la prenda sea aún más selectiva y no haya dos iguales”.
Las piezas viajan desde el taller de Dalmau en Barcelona, donde se encuentra su firma de moda de novias, hasta Madrid, donde otro equipo “remata” las prendas. No es la primera vez que Dalmau ha puesto el pie en un musical, ya antes había sido el responsable de vestuario de musicales como Moulin Rouge o Sherlock Holmes, “pero yo ya tenía muchas ganas de hacer algo diferente”, declara.
Han sido dos años los que Dalmau y su equipo, unas 14 personas, han estado trabajando para vestir a los rebeldes de WAH, teniendo en cuenta la personalidad e historia de cada personaje, además de aspectos más técnicos como los instrumentos “para que les fuera más cómodo tocar”.
Como curiosidad, el vestuario de WAH surge de “un patrón de las guerras napoleónicas que encontré y que usamos para hacer las chaquetas. Me gustó mucho y consideré que era perfecto para WAH. A partir de ahí empezamos a crear patrones y, según el artista, le poníamos una cosa u otra, también según la escena en la que estaban”, describe el diseñador. Sorprenden, por ejemplo, la ropa deportiva y sudaderas en el acto más urbano del show, aunque también nos encontraremos con un tablao nada tradicional, pero cuya esencia sigue siendo puro flamenco.
“El vestuario de WAH es muy loco, es como el show. No estamos siguiendo todos la misma línea, cada personaje, artista tiene una personalidad diferente así que la hemos potenciado con cada traje”, explica Dalmau. Así, al chelista, al que “no le iba bien que en la parte izquierda le pusiéramos decoraciones ni cosas con hierro, porque toca con un chelo de 1800 que tiene un valor increíble, hemos tenido que crear un vestuario personalizado para cada una de las acciones que vaya a realizar cada artista”. Se han usado técnicas de patronaje distintas para cada músico o cantante, para que en todo momento estuvieran cómodos con sus instrumentos.
La gastronomía es otro de los grandes reclamos de WAH y su parte de vestuario no se podía dejar al azar. “Con la línea gastronómica hemos tenido que hacer unos chalecos que pudiéramos lavar cada día, así que las hombreras son desmontables para que no se estropearan las piezas”, detalla.
Por encima de las lentejuelas, la pedrería, las alas -marca de la casa Dalmau- y las plumas, los engranajes o balas que adornan las chaquetas, si su creador solo pudiera quedarse con uno de todos los elementos del vestuario, éstos serían, sin duda, los sombreros: son muy características del show y además han gustado mucho, llaman la atención”. Piezas únicas que como el propio musical, son difíciles de definir.
Además, ahora con las fiestas de Navidad a la vuelta de la esquina, WAH se convertirá sin duda en una cita imprescindible para disfrutar junto a la familia y amigos, o un regalo muy especial para compartir con los nuestros buena música, buena comida y una experiencia memorable.