Curiosamente, esta técnica que pretende dejarnos la piel tan suave como el culito de un bebé, tiene su origen en las drag queens. Para hacer más realistas sus caracterizaciones y asemejar sus rostros a los de las mujeres, empezaron a usar en la tez polvos translúcidos que dejaban reposar entre 10 y 30 minutos. De esta forma, consiguieron suavizar líneas y poros, eliminando todo indicio de cutis castigado.
Tras haberte maquillado con base y corrector, deberás proceder a aplicar, con esponja o borla de maquillaje, una capa de polvos sueltos en el contorno de ojos, la barbilla, la frente y, si te apetece, también en el puente de la nariz y en los pómulos. Como mencionábamos, el truco está en dejarlos asentar u "hornear" (baking es horneado en inglés) durante media hora para que el producto se funda con la piel y así lograr resultados óptimos. Una cosa más: si no quieres lucir el tan temido efecto "cara acartonada", acuérdate de retirar el producto sobrante con una brocha de punta redondeada.
Como aspecto negativo, cabe señalar que para que este método quede bien, tienes que hacerlo con calma y con cuidado (la preparación es de larga duración), por lo que sólo es adecuado para ocasiones en las que dispongas de tiempo extra. No obstante, hay que reconocer que el efecto es sorprendente: la piel luce espectacular, lisa y sin imperfecciones.
Si quieres un resultado similar, pero aplicable a tu rutina, elige una prebase de maquillaje. Notarás la diferencia y no tendrás que adelantar la alarma ni un sólo segundo. Toda una bendición.
¿Has probado alguna vez a "hornear" tu piel con el baking?