El último lanzamiento de Aerin Lauder, heredera de la firma Estée Lauder, se llama AERIN Tangier Vanille, un aroma que, como su propio nombre indica, nos lleva a Tánger y nos envuelve en olor a vanilla.
También a finales de 2016, Elizabeth Arden lanzó 5th AVENUE NYC, edición limitada de la fragancia clásica de 1996 5th Avenue, en homenaje a la calle de Nueva York en la que está su famoso salón de belleza (al que se entra a través de su famosa puerta roja (Red Door), que da nombre a otra de sus fragancias. Huele a bergamota, melocotón, manzana amarilla y casís, y a ámbar, vainilla, granos de tonka y musk.
Pero no son ni serán los únicos perfumes que toman su nombre prestado de una ciudad o lugar del mundo. Yves Saint Laurent llamó a uno de ellos Paris y al último lanzamiento Mon Paris (Mi París); según la firma, "un aroma inspirado en el amor imprudente, apasionado y carnal, que evoca el París de los rincones menos iluminados y los espacios más apartados, donde se da rienda suelta a los amores más intensos e irrefrenables". Obra de los perfumistas Dora Baghriche-Arnaud, Olivier Cresp y Harry Fremont, huele a frambuesa, fresa, pera y a jazmín, azahar y peonía.
En 2014, Donna Karan bautizó uno de sus perfumes DKNY My NY ("Mi Nueva York"), un recorrido por "la ciudad que nunca duerme", a la que cantó Frank Sinatra. Como no podía ser de otra manera, tratándose de un homenaje a la Gran Manzana, el frasco de vidrio rosado tiene forma de corazón y la parte superior, donde está el spray, está formada por cuadrados de diferentes alturas en color plata que representan una vista panorámica de los rascacielos de la ciudad. Un perfume que huele a frambuesas, jazmín, pimienta rosada, vainilla, fresia, iris, pachulí, musk y ámbar gris.
Con el perfume femenino Sahara Noir (fragancia oriental lanzada en 2013 e inspirada en oriente medio), Tom Ford trasladaba a las mujeres, con su aroma a incienso, hasta las dunas del desierto.
También en 2013, Loewe creó, en edición limitada, una colección de esencias llamada ‘Un paseo por Madrid’, que recrean, en forma de aromas, los rincones más emblemáticos y mágicos de la ciudad. El nariz de la marca, Emilio Valeros, creó ocho fragancias inspiradas en paseos evocadores por la capital y bautizadas con nombres tan reconocibles como Atardecer en los jardines del Buen Retiro, Un balcón sobre el Paseo del Prado, Tras la tormenta en El Jardín Botánico, El cielo sobre la Plaza de Oriente, El 8 de Gran Vía –inspirado en la mítica tienda de la firma en esta calle-, Amanece en la bella Cibeles, Las tardes de Capricho y Opera en el Teatro Real.
Y Hermès lleva viajando más de una década, desde que en 2003 se trasladara a Un Jardin en Mediterranée (un jardín rebosante de árboles y flores, escondido en Túnez, con una higuera que despierta con la corteza de los cítricos mediterráneos); en 2005 a uno sobre el río Nilo (Un Jardin Sur Le Nil) y sus islas-jardín en Asuán, y que huele a mango verde, loto, incienso, cálamo y madera de sicomoro. En 2008, Un Jardin Apres La Mousson explorar las facetas de una India inesperada, cuando el monzón devuelve a la tierra lo que el sol le ha arrebatado, y huele a jengibre, cardamomo, cilantro, pimienta y vetiver. Y, por último, en 2012, vuelve a París, a un jardín secreto en el tejado (en francés, Un Jardin Sur Le Toit) del edificio de la maison tiene en el número 24 del Faubourg Saint-Honoré (con un manzano, un peral, un magnolio y hierbas silvestres).
François Demachy, perfumista de Dior, incluyó dentro de la Collection Privée, en 2012, doce fragancias que rinden homenaje a un aspecto de la vida o de la historia de la maison, de sus códigos... Sylvie Durcudoy, directora de comunicación de Dior en España, la describe así: "Demachy escoge las materias primas más nobles y acude a productores exclusivos, sin preocuparse por el coste. Al igual que la alta costura, la Collection Privée es Alta Perfumería".
Y uno de los lugares clave en la vida de Christian Dior es su casa de Granville, al norte de Francia, donde el modisto pasó toda su infancia y su madre cultivaba en el jardín esas flores que luego inspirarían su vestidos y su perfume Diorissimo.
Hoy es la sede del Museo y Jardín Christian Dior y, desde finales de los 90, se organizan en ella exposiciones sobre el creador francés que inventó el "new look". Construida sobre un acantilado, rodeado de pinos y con vistas al mar, la fragancia huele al aroma de esos pinos que se lleva a la fuerza el viento. En palabras de François Demachy, "yo quería una fragancia aromática, ya que este lugar estaba rodeado de pinos, pero también viva, extremadamente fresca. Las borrascas, las olas que rompen continuamente con el mar... La naturaleza, en Granville, no es serena. Esta fragancia es como el viento que sopla por allí".
Otra forma de viajar, con el olfato, y una nueva forma de escoger tu próximo perfume ¿te animas?