¿Qué tienen en común Chanel Nº5 y Dior Homme? Fácil: aromas exquisitos y una historia con nombre propio. Y no, no nos referimos al de su marca, sino al de su nariz. Siempre escondido tras el éxito y reputación de una marca, esta figura es la verdadera responsable de las fragancias que día a día nos representan. Su olfato, preparado para este trabajo, puede llegar a distinguir entre las más de 5.000 notas que se pueden utilizar para crear un perfume. Notas que, cuidadosamente, mezclan, combinan y fusionan hasta dar con un resultado único y perfecto.
ANATOMÍA DE UN PERFUME
Cuando vamos a comprar un perfume, la mayoría de las veces no nos fijamos en sus componentes. Simplemente nos dejamos llevar por el dulce, fresco o intrigante aroma que desde su primera nota consigue dejar una huella en nuestra mente y nos trae ciertos recuerdos y emociones. Pero lo cierto es que su composición va mucho más allá de la simple mezcla de aromas al azar.
Compuesto de tres partes principales, el perfume se divide en notas de salida, cuerpo y fondo. Las primeras en llegar a nuestro olfato son las notas de salida, por eso suelen ser esencias agradables, muy atractivas y que despiertan inmediatamente nuestro interés como las cítricas, las notas verdes y las aldehídicas. A continuación, el cuerpo o las notas medias son las que definen el carácter de la fragancia. Son las responsables de proporcionar ese toque de originalidad al perfume consiguiendo así que se diferencie del resto de los existentes en el mercado. Para ello, se suelen utilizar sustancias con mayor fuerza y presencia como las notas florales, las especiadas o las amaderadas. Mientras que las notas de fondo, a pesar de ser las últimas en distinguirse, son las que mayor fuerza tienen en su creación ya que serán las que permanezcan en la piel al usar el perfume. Notas responsables de otorgar la personalidad definitiva de la fragancia y que, en función de cada piel, tendrán un tono u otro.
Y aunque dicho así pueda parecer cosa sencilla, lo cierto es que no todas las notas casan bien juntas, por lo que la creación de un perfume supone todo un universo. Un trabajo que puede necesitar años y años de pruebas desde que nace la idea de una fragancia hasta que, finalmente, esta llega al mercado. Nace de un breafing donde quedan definidos ciertos aspectos como su género, su precio e, incluso, el color y forma del envase. Bases de las que el perfumista parte para crear una primera fórmula y sobre la que juega y combina hasta que, poco a poco, va definiendo sus notas.
PERSISTENCIA, SENSIBILIDAD Y UNA GRAN MEMORIA
El de perfumista, como tantos otros oficios, se aprende trabajando al lado de un maestro. Y pese a que hoy en día existen numerosas academias que se encargan de su formación -especialmente en Francia-, todos los narices más reputados del sector descubrieron los entresijos de este peculiar trabajo viviendo, desde muy pequeños, el día a día y pasión de esta profesión.
No se trata de una formación sencilla, se necesita mucho trabajo, persistencia y sensibilidad para convertirse en un buen nariz. De hecho, solo existen 300 en todo el mundo. Y es que para poder ejercer de tal es necesario conocer y memorizar todas las materias primas existentes, así como sus posibilidades -infinitas- de combinación posible. Para memorizarlas, cada nariz tiene su método. Por ejemplo, muchos relacionan los aromas con momentos de su infancia, otros con colores e incluso personas. Pero, sin duda, todos tienen una gran memoria olfativa sin la que sería imposible realizar este complicado trabajo.
A lo largo de la historia, han sido muchos los narices que han marcado un antes y un después en la creación de los perfumes. Aunque si hay que destacar el papel de uno de ellos, ese es, sin duda, Ernest Beaux; considerado el mejor perfumista de su tiempo y responsable de la creación de uno de los aromas más famosos de la historia, el Chanel Nº5. O François Coty, pionero y fundador de una compañía de perfumes en París a la que puso su nombre y que, a día de hoy, sigue siendo una de las más reputadas del sector.
Pero aunque Beaux y Coty fueron los primeros en revolucionar el mundo de los perfumes, tras ellos han sido muchos los que han seguido sus pasos perfeccionando esta profesión y regalándonos durante este camino grandes perfumes y creaciones. Como el sevillano Alberto Morillas, Jaques y Olivier Polge -padre e hijo- y últimos responsables de perfeccionar las fragancias de Chanel o Christine Nagel, una de las pocas mujeres perfumistas de la historia.