Cinco reglas de estilo que aprendimos de El Padrino
Hoy se cumplen cuarenta y cinco años de su estreno y, además de un poco ético manual para los negocios, la familia Corleone también nos dejó una completa guía de estilo.
15 marzo, 2017 09:15Si hablamos de un clavel rojo en la solapa, la imagen que nos viene a la mente es clara: Don Vito Corleone (Marlon Brando) negociando en su estudio, mientras en el jardín, todos bailan para celebrar la boda de su hija Connie (Talia Shire) con Carlo Rizzi (Gianni Russo). Una de las secuencias de apertura más reconocidas del cine clásico en la que, en realidad, Corleone no negocia; él nunca negocia, simplemente escucha plegarias.
La película de Francis Ford Coppola es considerada una obra maestra en sí misma. Desde una banda sonora que todos somos capaces de tararear en nuestra cabeza, hasta sentencias que ya se han convertido en saludo: “le haré una oferta que no podrá rechazar”. Coppola supo crear en esta película de 1972, toda una estética que hoy cumple 45 años y que ha dado nombre, incluso, a uno de los sombreros más utilizados en sus escenas: el sombrero Corleone.
Una historia ambientada en plenos años 40 y 50 que Anna Hill Johnstone, diseñadora de vestuario encargada de transformar las palabras de la novela de Mario Puzzo en colores, telas y cortes, supo reproducir para cumplir con la moda de la época en Nueva York y Sicilia. Porque los Corleone para vestir eran, sobre todo, muy sicilianos.
EN UN EVENTO, SIEMPRE PAJARITA
En la boda de la primera escena, Don Vito lleva un tuxedo vintage negro con solapas satinadas y un solo botón bajo. Una impecable camisa blanca y pantalones amplios muy al estilo de los años 40. Esta es la única concesión que Coppola permite a la comodidad. Porque, para ellos, donde reside la elegancia es en el cuello y la solapa. Y, para un gran evento, siempre pajarita. En seda negra y no-ajustable: un extra de sofisticación.
Las solapas son picudas y muy abiertas. Un diseño francés que se conoce con el nombre de Cran Necker y que nació en la ciudad de Camps de Luca en 1950. Debajo, un chaleco muy abierto que no se aprecia si la chaqueta se cierra, pero que se convierte en la tercera pieza del conjunto para citas menos festivas, como los trajes que Michael Corleone acostumbra a llevar en su día a día.
UN HOMBRE TAMBIÉN LLEVA ACCESORIOS
En el fondo, los hombres de Corleone son muy sencillos. Sus outfits son formales pero con detalles que aligeran mucho el conjunto, como camisas con cuellos extremadamente largos, corbatas anudadas en la parte trasera o cinturones que se abrochan por debajo de la propia cinturilla del pantalón. Pero, si algo no falta, es la atención por el detalle.
Una flor en la solapa, un pañuelo en el bolsillo de la chaqueta o ambos a la vez es el billete de entrada para sentarse a la mesa de cualquiera de sus reuniones. Y debes asistir a ellas, por supuesto, con corbata. Estampadas o lisas, siempre conjuntadas con unos trajes que empiezan siendo marrones y claros, para acabar en el negro más absoluto, cuando ya entendemos que igual, son criminales.
LA IMPORTANCIA DEL ABRIGO
Si algo caracteriza a los sicilianos es su capacidad de adaptarse a las reglas sociales, incluyendo las que dictan cómo vestir. Y el abrigo era parte fundamental. Largo, de lana y con doble botonadura. La silueta más típica en unas calles neoyorquinas de las que ellos querían formar parte.
Eso sí, en esta prenda es donde se diferencia el rango que, cada uno, tenía dentro de la familia. El del padre siempre será de materiales mucho más ricos que el del hijo, y éste, siempre tendrá más calidad que el de otros miembros.
EL SOMBRERO, EL NUEVO “MUST HAVE”
Un sombrero de fieltro formal como los fedora de estilo tirolés se convierte en el santo y seña de la película. De ala rígida con bordes ribeteados en otomán que Eduardo VII (Reino Unido) puso de moda tras una visita que realizó al pueblo de Bad Homburg en Hesse, Alemania.
Un accesorio que hoy se le conoce como “el sombrero del padrino” pero que, en su día, se le apodó como “la corona de las alcantarillas” al plagar las cabezas de toda la mafia estadounidense entre los años 40 y 50. Tal fue su importancia, que el sombrero stetson que llevó Marlon Brando se subastó por 26.000 dólares en 2014.
EVITA EL COLOR NARANJA
El uso de este color indica, sin duda, la muerte. Por lo que si quieres llegar a ver la película que la HBO está preparando sobre El Padrino (sí, habrá estreno cinematográfico sobre su rodaje), Francis & Godfather, es mejor que no lo saques del armario.
Coppola colocaba una naranja en cada una de las secuencias en las que alguien pasaba a mejor vida o, al menos, anunciaba su muerte. Un color solo permitido a las mujeres. Kay Adams (Diane Keaton) lo lleva como prueba de que ella está muy alejada de la filosofía Corleone y como grito de protesta ante los grises y negros que inundan el armario de su novio, Michael. Así que, el naranja mejor déjaselo a ellas.