Cuando, en 1946, al ingeniero francés Louis Réard se le ocurrió la idea de diseñar un dos piezas para que las mujeres se metieran en el agua, y no para llevar debajo de la ropa, como la lencería, nunca imaginó el revuelo que se iba a armar.
Tanto, que fue denominado Bikini, en honor a un atolón de las Islas Marshall, que estaba deshabitado y en el que, unos días antes de la presentación de su “invento”, Estados Unidos había hecho unas pruebas nucleares con la detonación de una bomba atómica. Como este fue un tema de gran actualidad en la época, pareció muy oportuno para una prenda que, literalmente, fue “la bomba”.
Aunque la autoría se le atribuye indisputablemente a Réard, en la villa romana del Casale, en Sicilia (Italia), se conservan unos mosaicos de los siglos III y IV a. C. en los que aparecen mujeres luciendo lo que podría ser el antecedente del bikini (y más concretamente el modelo que en francés se denomina Bandeau, una pieza de tela rectangular, sin tirantes, enrollada alrededor del pecho para cubrirlo).
Numerosos diseñadores, como Elsa Schiaparelli, Jean Patou y Coco Chanel, se dedican, durante los años 30 y 40, a confeccionar sorprendentes trajes de baño con nuevos tejidos que van apareciendo (látex, nailon….), dejando cada vez más piel a la vista; pero enseñar el cuerpo, y especialmente el ombligo, sigue siendo considerado impúdico.
Tan indecente era siquiera plantearlo que, cuando Reard preparaba la presentación de su invención, en la piscina del hotel Molitor, en París, no logró convencer a ninguna modelo profesional para que lo luciera en público y se vio obligado a contratar a una bailarina de striptease del Casino de París, Micheline Bernardini.
El bikini comienza a aparecer tímidamente en las playas de la Costa Azul, y se va generalizando su uso, convirtiéndose en un símbolo de la liberación femenina y la emancipación de la mujer. Pero todavía no está "permitido" en España, Italia o Estados Unidos.
Durante el certamen de Miss Mundo de 1951, en el que las participantes lucieron diferentes bikinis para posar en las fotografías, fue incluso prohibido por el Vaticano, que lo tachó de pecaminoso.
En 1952, una jovencísima Brigitte Bardot, llamada a convertirse en mito sexual de los años cincuenta y sesenta, posa para los fotógrafos, con motivo del Festival de Cannes, luciendo un bikini con un estampado de flores.
Diez años después, en 1962, Marilyn Monroe hacía lo mismo en la playa californiana de Santa Mónica.
Ese mismo año se estrena Agente 007 contra el Dr. No, primera película de la saga de James Bond, y en la que Ursula Andress sale del agua con un bikini que llevaba un cuchillo incorporado (en 2002, Halle Berry le haría un homenaje, saliendo del agua con un bikini naranja y cuchillo, en Die another day).
En 1964 la revista Sports Illustrated muestra en portada, por primera vez en su historia, una modelo luciendo un bikini.
Desde entonces, han sido muchas las versiones del bikini: el monokini, el bikini-tanga, el trikini y hasta el flamenkini con volantes…
Si el 31 de julio de 2010, la UNESCO inscribió al atolón de Bikini como el primer Patrimonio de la Humanidad de las Islas Marshall, el bikini ya es, también, por derecho propio, patrimonio de la Historia de la Moda.