Dice Juan Vidal en su presentación de la colección Primavera-Verano 2017 que ésta "habla del amor como motor principal de toda revolución". Pero de un amor descarado, en la calle, publico y notorio gracias a eso que los anglosajones llaman el public display of affection (demostración pública de afecto) y que la educación más exquisita o el protocolo más estricto prohibían hasta hace bien poco.
El diseñador de Elche, mimado por la prensa y la crítica más exigente, vio por fin reompensado sus años de trabajo duro cuando la reina escogió un modelo suyo para una cena en Mallorca. Es de agradecer que la Casa Real muestre de una vez su apoyo a la moda española, no sólo con su asistencia a (contados) actos del sector, como la entrega de los Premios Nacionales de la Moda, sino también mostrando el enorme talento de otros diseñadores patrios que no sean Felipe Varela.
A diferencia de Kate Middleton, que sólo luce prendas de diseñadores británicos (y, en contadas ocasiones, de Zara o de los creadores de los países que visita en sus viajes oficiales), nuestra soberana ha mostrado una querencia por los modelos de firma alemana Hugo Boss que nadie entiendía.
Así que nos felicitamos de la magnífica decisión de incluir en su guardarropa prendas de diseñadores con tanto talento como Juan Vidal. En esta colección, presentó prendas envolventes que, "como besos de tornillo" se desbordan sobre enormes gabardinas urbanas, en tejidos de satén o seda con estampados propios que recuerdan a la factory de Andy Warhol.
El diseñador incluye en la Nota de Prensa la fotografía Les amoureux des bancs publics, que Sabine Weiss tomó en París en 1982, y que tanto recuerda a El beso de Robert Doisneau tomada en 1912, también en París.
Y exploradoras en blanco y caqui que recuerdan a la sahariana de Yves Saint Laurent que tan maravillosamente bien lució Verushka.
Rosa, salmón, gris tierra y verde, en monos, faldas asimétricas y estampados geométricos bordados en lentejuelas que resucitan todo el Glam de Bowie y los años 80. Vestidos con frunces y pedrería, que se abrazan al cuerpo en busca de la emoción donde, según el diseñador, "habita lo que de verdad importa".