Este fin de semana Raf Simons presentaba su primera colección para Calvin Klein como director creativo de la marca. Al ritmo de ‘This is not America’ de David Bowie, el diseñador belga puso a desfilar las prendas más icónicas del armario norteamericano en una amplia paleta de colores. Porque el color es algo esencial en el trabajo de Raf Simons.
La pasarela se convirtió en un desfile de neoyorkinos en pleno Wall Street, caminando hacia la oficina y, demostrando, como el barrio con más poder de Estados Unidos es una mezcla de culturas que conviven, dándose paso unas a otras, sin perder su armonía. Porque Simons también fue reivindicativo. Él no cree en esa política de Trump que desde noviembre acecha y que ya es una realidad.
Bloques de color y minimalismo norteamericano para una cuidada sastrería que toca todas las prendas: desde las camisas combinadas con pantalones de corte recto, hasta las chaquetas en tweed y las blazers en príncipe de gales. Un diseño unisex que invita a colarse en el armario de tu chico.
Y es que lo unisex es parte esencial de la marca. Nadie entiende Calvin Klein sin sus modelos andróginos, sin su ropa interior y sin su provocativa sensualidad conseguida a golpe de siluetas sencillas.
Un minimalismo recuperado que se materializa en sus monos vaqueros con cierta influencia cowboy. La chaqueta de cuero en negro o marrón, con silueta cuadrada, ahora es para él y para ella. Porque solo él sabe cómo elevar el impermeable transparente a prenda de lujo que no abriga, pero protege. Protege unos abrigos masculinos que se llevan hasta el suelo, en formato oversized, para combinarlos con finas sandalias en negro. Todo parece sencillo para Raf Simons.
Además, tras su éxito en esta segunda jornada, Raf Simons pretende recuperar la verdadera esencia de la marca con una sorprendente campaña de publicidad en la que sus prendas más icónicas compartirán protagonismo con importantes obras de la cultura pop.
La campaña se llama ‘American Classics’ y combina la ropa de Calvin Klein con obras de artistas de la talla de Andy Warhol, Richard Prince y Sterling Ruby, colaborador habitual del diseñador. Una interesante fusión de moda y arte contemporáneo que ha pasado por el objetivo del fotógrafo Willy Vanderperre.