Nueva York sigue desfilando y se sube, como una más, a la pasarela. Firmas como 3.1. Phillip Lim o Monse presentan sus colecciones como auténticos homenajes a la ciudad que las acoge. Si hay una línea común que se mantiene cada jornada es, sin duda, esa reivindicación que toma las calles  y que abraza la pluralidad, la integración y una identidad que es la suma de muchas. Lo hemos visto en Prabal Gurung o en el minimalismo de Calvin Klein.

Pero además, la ciudad es cultura. La cultura, arte. Y el arte inspira. Nueva York, con todas sus galerías y exposiciones, es un hervidero de una cultura que se empapa de su diversidad. La moda es parte de ella y une el arte y la calle en la pasarela.

3.1. PHILLIP LIM

La obra del artista James Turrell sirve de base para una puesta en escena perfecta. Paredes de polimetacrilato en rojo y una alfombra rosa son el espacio ideal para dejar que las asimetrías en blanco y negro hablen por sí solas. El azul Klein, el camel o una pequeña escala de rosas tienen el permiso de romper el binomio.

Y mientras, las transparencias y las camisetas de rejilla dejan que la carne de las modelos se asomen. Pero la atención se queda en sus esculturales pendientes, en su zapatos de charol con lazada y en sus botines en satén fucsia. Porque el arte también se construye por sus detalles.

OSCAR DE LA RENTA

El debut de Laura Kim y Fernando García al frente de la marca llegaba con interrogantes. Su propuesta, que unía dos marcas en una sola pasarela (desfiló junto a Monse), inquietaba a un mundo que no está acostumbrado a muchos cambios pero que, sin buscarlo, los está viviendo todos juntos en los últimos años.

Sin embargo, no defraudó. Ambos han sabido captar una esencia que busca llenar alfombras rojas con su mítico Black & White en vestidos de cóctel y sus piezas de sastrería con líneas muy definidas. El color block vuelve con ellos y el sus total look en rojo son todo un sueño de fuerza y sensualidad.

El escote en corazón es llevado al extremo y el rosa se combina con dorado y plateado para mostrar lo amplia que puede ser la paleta de combinaciones. Porque el negro puede protagonizar todo un estilismo y cerrarlo, literalmente, con un broche dorado. Sencillo y efectivo.

MONSE

Robert de Niro, que acaba de presentar su campaña para Ermenegildo Zegna, abría el desfile con su inconfundible voz y una secuencia del cortometraje Ellis (2015). Una forma diferente de reivindicar la bienvenida que Estados Unidos ha dado siempre a quienes llegaban por el Atlántico buscando cumplir sus sueños. Unos sueños a los que el actual presidente Donald Trump pretende frenar a golpe de muros.

Y es que los dos directores creativos de la firma, Laura Kim y Fernando García, son ambos europeos y desembarcan en la ciudad para conseguir que sus abrigos y estolas de pelo se conviertan en un imprescindible en el armario de todos. Y además, se unen a la propuesta.

Sus chaquetas off-the-shoulder y sus vestidos recortados hablan de un arte que se construye recortando. Su camisa blanca repleta de pliegues combinada con pantalones slim en negro es la prueba más sencilla de su propuesta. Vibrantes en color, con parejas como el amarillo y azul Klein, y ricos en materiales, consiguen hacer del terciopelo una propuesta clara para la alfombra roja.

PROENZA SCHOULER

Y con Lázaro Hernandez y Jack McCollough llegó el arte más abstracto, con outfits que se complican, pero que acaban siendo totalmente efectivos. Capas y más capas con pequeños cortes estratégicos. Pantalones que emulan bolsas de plástico y negros lacados se mezclan con faldas plisadas y sensuales vestidos de chifón. Porque en la basura puedes encontrar de todo y, en Nueva York, no se distingue. Una diversidad cultural sin mesura que se une y triunfa.

Una celebración a Nueva York” en palabras de Hernández que, de nuevo, se convierte en un llamamiento claro a la movilización. A salir a la calle, inspirarse en ella y crear.

La mejor forma de decir adiós a una pasarela a la que, de momento, no volverán. La firma ha decidido disminuir sus desfiles y quedarse en París. Mientras, nos quedamos con su nuevo logo impreso en las tiras de sus cremalleras. Porque Proenza Schouler cierra Nueva York pero abre debate.