El último desfile de Franca Sozzani
¿Cual es la argamasa de una industria que compite feroz entre sí? El de una industria, también de la industria de la moda, no es otro que el interés común, el beneficio social y desde luego el financiero. Esta tarde, en un Milán gris de finales de febrero, durante dos horas, la élite de la moda mundial dejó a un lado sus rencillas profesionales para permanecer en silencio y rendir tributo a Franca Sozanni, la legendaria directora que dirigió los pasos de Vogue Italia y Uomo Vogue durante 28 años.
27 febrero, 2017 16:37El papel de Franca, galardonada con la legión de honor en la difusión de la moda, pero sobre todo, de la moda italiana es indiscutible. Propio de una época de poder que no volverá; que no volverá a encumbrar al director de una revista a una posición de tanta fuerza y prestigio.
La celebración, presidida por el rito ambrosiano por Monseñor Gianantonio Borgonovo, Arcipreste del Duomo, ha sido “el último desfile” de Sozanni (Mantua, 1950) fallecida de un cáncer de pulmón el pasado 22 de diciembre. El memorial, organizado por Emanuela Schmeidler, arrebató a Giorgio Armani el honor, ya una costumbre, de clausurar la Semana de la Moda Milanesa y también cerró la Madonina a turistas y colegios.
El templo acogió a un millar de personas que tuvimos que hacer una cola gélida que parecía no tener fin ante las medidas de seguridad de la ceremonia, controlada por el ejercito y convocada por Jonathan Newhouse, presidente de Conde Nast Europa, editor de la Vogue y jefe directo de Franca. La puerta lateral de la Vía del Arcivescovado se habilitó para el acceso de los invitados a los primeros bancos, acompañados por el mismo servicio de seguridad que acomoda en los desfiles y también con seatting para el oficio.
Entre las miradas de los curiosos, un desfile de mil y una maneras de lucir el color negro, desde los stilettos de Stella McCartney a los tocados de algunas invitadas para evitar la mirada de los paparazzi. Sin ánimo de caer en la frivolidad, debo escribir que la moda hace años que no ha tenido una ceremonia mas apropiada donde lucir los looks fúnebres más chic desde el funeral de Gianni Versace (julio 1997) también en el Duomo, al que asistió Diana de Gales.
Frivolidades aparte, la lista de asistentes supuso una demostración de fuerza de que esta industria, cuando quiere, es toda una, y que sus intereses son claros, fuertes y poderosos. Toda la realeza de la industria desfilo al completo. Entre otros Dean and Dan, los gemelos de Dsquared2, la marca de Renzo (Diesel) Rosso, periodistas como Stefano Tonchi (W Magazine y ex T Magazine), compradores de Harvey Nichols o Barneys, grandes empresarios como Remo Ruffini (CEO de Moncler), editores como Maria José Jalou (propietaria de L´Officiel), diseñadoras como Stella McCartney, Dafne Guinness o Edgardo Osorio, fotógrafos como Peter Lindbergh o Mario Testino, agencias de comunicación como Karla Otto. Y también, la realeza; no faltó el príncipe Haakon de Noruega.
El órgano del Duomo dio la bienvenida a todos. En los bancos el programa de oficio con un retrato en la primera doble página de Sozzani. Un millar de personas asistieron a la ceremonia. En el responso, el arcipreste, ante tanto poder reunido en las primeras filas, recordó a Carla, la hermana de Franca, alma mater de Corso Como, y promotora del oficio.
En la puerta, las palomas seguían revoloteando entre los turistas que, ajenos a la salida de tanta gente guapa, vestida de negro-homenaje, continuaban haciéndose selfies porque la vida como la moda no tiene tiempo de detenerse.