La joven Halima Aden ha sido la primera en subir el hiyab a la pasarela y, posiblemente, no será la última. El mundo de la moda se abre al mercado islámico; no solo con sus colecciones y su expansión comercial, sino también con sus presentaciones. Halima Aden es prueba de ello.
La modelo ha desfilado en la pasada Semana de la Moda de Milan junto a grandes de la pasarela, como Gigi Hadid, Sara Sampaio, Elsa Hoskse o la española Blanca Padilla. Con tan solo diecinueve años, está llamada a convertirse en una de las caras más conocidas del mundo de la moda.
Nació en un campo de refugiados en Kenya, con seis años llegó a Estados Unidos y en 2016 se presentó al concurso de belleza Miss Minnesota, donde llamó la atención al sustituir el tradicional bañador por el polémico burquini. Y ahora, se ha convertido en la primera modelo en llevar el velo en una pasarela.
Primero fue con el siempre controvertido Kanye West, en el desfile de su marca Yeezy para el próximo Otoño-Invierno 2017, en el que cubrió su cabeza con un pañuelo negro. En Milán, ha desfilado para Alberta Ferreti, -también en negro-, y para Max Mara, en el que combinó su velo en camel con uno de los míticos abrigos de la firma. Y es que, en la nueva dirección que quiere marcar Ferreti, “hay que abrazar la cultura y la diversidad para romper las normas y cambiar la forma de pensar del mundo de la moda en la actualidad”. Y Aden es el camino.
La modelo, mitad norteamericana mitad somalí, ha confesado ya que no piensa desprenderse de sus raíces y creencias religiosas, pero tampoco lo hará de su pasión por el mundo de la moda. La prestigiosa agencia de modelos IMG, que tiene en su portfolio a las hermanas Hadid y a la mayoría de los ángeles de Victoria’s Secret, ha firmado con ella un contrato para los próximos años. Una proyección que confirma la todopoderosa Carine Roitfield, que ha contado con ella para su CR Fashion Magazine en el número de este mes y para la que ha sido fotografiada por Mario Sorrenti.
Pero Halima Adem no es la única. Bajo el hashtag #MuslimGirlsCan, que la modelo ha tomado como estandarte, una gran comunidad de mujeres en el mundo islámico empiezan a reivindicar su hueco en las colecciones de las grandes firmas de moda occidentales. Se hacen llamar las hijabsters, son ricas, modernas y están muy conectadas entre ellas. Consiguen tanto seguimiento que, incluso, han empezado a recibir grandes cantidades de dinero para promocionar productos de maquillaje y cosmética.
Algo que no ha pasado desapercibido para las grandes marcas de la moda. Con un mercado que mueve más de 96.000 millones de dólares al año, gigantes del sector, como Tommy Hilfiger, DKNY, Mango o Zara, ya crean colecciones integramente diseñadas para el mundo islámico. Uniqlo ya contrató el año pasado a la bloguera musulmana Hana Tajima, buscando demostrar cómo la industria está cambiando su forma de entender la moda.
Algo que ya hizo H&M con la modelo de ascendencia pakistaní Mariah Idrissi en 2015. Con su campaña ‘Close to the Loop’, la firma quiso llamar la atención del mundo de la moda con su homenaje a una belleza diferente. La cadena sueca incluyó entonces modelos plus-size, transexuales o personas con miembros amputados. Nueva York con Prabal Gurung y sus tallas grandes, Madrid con los atletas paralímpicos Sara Andrés y Alberto Avia; y ahora Milán con Adem son claros pasos hacia delante.