Cuando Carme Chacón tomó posesión de su cargo como ministra de Defensa en abril de 2008, la noticia dio la vuelta al mundo: por primera vez en España, una mujer se ponía al frente de uno de los ministerios más importantes y lo hacía, además, embarazada de siete meses. No sería la primera vez que la prensa internacional se haría eco de cómo Chacón iba a revolucionar, no sólo la política sino también la moda española.
En enero de 2009, durante su primera Pascua Militar como ministra, Chacón lució un traje de chaqueta negro de Purificación García con una blusa blanca. De nuevo, por primera vez, alguien rompía el estricto protocolo de dicha ceremonia, que exigía falda larga. Y, otra vez la prensa de todo el mundo recogió la moderna imagen de la ministra en pantalones.
Muchas fueron las voces que criticaron a Carme Chacón, a pesar de que, según declaró después, ella se había asegurado a conciencia "de que el traje fuera protocolariamente adecuado"; puesto que, como argumentaron sus partidarios, aunque no llevara falda, llevaba las piernas cubiertas por el pantalón y un traje de chaqueta estilo esmoquin, no unos vaqueros o una minifalda.
Para Carme Chacón, fue una desagradable sorpresa que su estilismo acaparara más titulares que su discurso y el hecho de que fuese una mujer quién se dirigiera al Rey, por primera vez en la historia, como ministra de Defensa: "Nuestra Pascua Militar tiene 300 años; por primera vez, una mujer da un discurso al Rey y algunos han creído que de lo que se debía hablar de de la ropa que llevaba la ministra".
Muchos modistos internacionales, como Dolce & Gabbana o Giorgio Armani alabaron la elección de la ministra. Y Lorenzo Caprile, uno de los diseñadores españoles que más veces ha vestido a la reina Letizia en importantes acontecimientos protocolarios, aseguró entonces que Chacón iba "correctísima" y alabó incluso su pelo (que llevaba recogido de forma tirante, estilo bailarina) calificándolo de "un guiño a sus subordinadas".
Pero el mundo de la moda es amante de los cambios y de hacer avanzar las tradiciones, aunque ello signifique romper un protocolo que, como puso de manifiesto Chacón, tenía tres siglo de antigüedad.
Las voces críticas le sugirieron que se fijara en cómo vestían la entonces princesa Letizia y la reina Sofía en el mismo acto y que tomara nota. Pero, ajena a las burlas, las bromas y, en algunos casos, las descalificaciones, ella no cejó en su empeño: independiente y rebelde con causa, Carme Chacón llevó pantalones en la Pascua Militar de 2010 y 2011. Siempre con pantalón y chaqueta oscuros, aunque con blusas en color berenjena y en rosa palo.
Los expertos en moda más veteranos destacaron entonces, en su favor, que cuando Yves Saint Laurent lanzó el esmoquin femenino, en 1966, también causó una gran polémica. Y quizás fuera coincidencia pero, sólo cuatro años después, política y moda volvieron a unir sus caminos: en 1970 los ordenanzas de la Asamblea Nacional francesa niegan la entrada a Denise Cacheux (del partido socialista) y Michèle Alliot-Marie (gaullista) por llevar pantalones.
Esta última, consejera del gabinete de Edgar Faure, amenazó con quitárselos y, ante la amenaza de un escándalo mayor, les permitieron el paso a ambas, sentando así un precedente para el resto de las políticas francesas que, sorprendente, consiguieron antes el derecho a formar parte del hemiciclo que a entrar en él llevando pantalones. Como ellas, Chacón siempre defendió su derecho a actualizar o renovar códigos de vestimenta establecidos, por hombres, siglos atrás.
Carme Chacón será recordada por sus logros políticos y sociales, pero también por haber abierto un camino diferente en las a veces tensas relaciones entre protocolo y moda.